Capítulo 11: La integración

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Indignada, Milah cruzó los brazos desviando la mirada de su ex-profesor

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Indignada, Milah cruzó los brazos desviando la mirada de su ex-profesor. Era ella la que debería estar enojada en estos momentos y aun así él aprovechaba la situación para jugarle una mala pasada.

—Eres una mierda —recriminó la adolescente impactando su mano en el rostro del sujeto— Al menos tus mentiras antes sonaban creíbles.

Sin poderlo creer, Scott acarició su mejilla sin poder decirle nada a la otra. Incluso en esos instantes estaba más preocupado de las miradas curiosas que pudieran ver su altercado que ni en su propio rostro. Que un alumno le levantara la mano no lo haría lucir muy bien.

—Lo lamento Milah, pero yo tenía un objetivo.

—¿Y cuál era? ¿El de humillarme?

—No —Scott negó con la cabeza—. Quería conocer el verdadero motivo por el que apareciste. Que tú aún—se interrumpió, susurrando la siguiente oración—... Que tú aún esperas reconciliarte con tu mamá.

Ella soltó una sonrisa dolida.

—¡No seas ridículo! —la morena exclamó— Aún si así fuera, eso sería mi problema.

—Milah, reacciona. ¿Qué sucederá si no te gusta su respuesta?

Scott intentó sacudirla de los hombros, pero ella rápidamente lo apartó. Nuevamente ahí estaba, el adulto intentando ser la voz de la razón. Si algo le molestaba de él, era que siempre la tratara de niña y es que, de alguna forma, lo era.

—Eres un demente. ¿Lo sabes? Convenientemente soy inmadura cuando se trata de mis decisiones, pero no para involucrarte conmigo. ¿Te suena lógico?

—¿Por qué haces eso? —le reprochó él— ¿Por qué me haces el malo del cuento?

—Por si no te ha quedado claro, no eres mi tutor. No tienes poder sobre mi vida o para decidir si puedo o no volver a verla. Ni ahora, ni hace dos años. Solo aléjate de mis asuntos y sigamos fingiendo no conocernos. ¿De acuerdo?

Anderson se fue alejando al darle la espalda. Verla marchar le molestó. ¿Por qué le hacía sentir tan inseguro el tener que dejarla apartarse?

—Saldrás lastimada.

—Es mi problema, pero tranquilo. No le hablaré de ti si eso es lo que te molesta.

•••

Al terminar con el entrenamiento, Milah se reunió con su abuela para almorzar en compañía de su tía en la oficina. Ambas habían preparado la mesa de manera que pareciera una comida regular, sin embargo, parecía más como un almuerzo ejecutivo donde cada una estaba a extremos distintos de una muy larga mesa de discusión.

—¿Y qué tal te parecieron las clases? —preguntó Franchesca, quien estaba sentada en la cabecilla del fondo— ¿Qué opinas del profesor Scott?

La joven se golpeó en el pecho varias veces por haberse ahogado con su comida. Aquella pregunta le había tomado por sorpresa considerando el pequeño altercado que tuvieron con anterioridad. Su abuela parecía intrigada por su respuesta, más no enterada de la relación entre los dos. Genuinamente quería saber de su día, lo cual resultaba un tanto incómodo para ella.

Cráter [Libro I]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora