Capítulo 3: El Cráter.

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Al otro lado de la ciudad, en un lugar al que llamaban "El hoyo" dos sujetos bajaron de su patrulla de policías para observar los restos de la escena del crimen

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Al otro lado de la ciudad, en un lugar al que llamaban "El hoyo" dos sujetos bajaron de su patrulla de policías para observar los restos de la escena del crimen. El reporte indicaba que había sido una pelea entre adolescentes, sin embargo, no había rastro alguno de ellos o del testigo que realizó la llamada. Mientras ambos investigaban entre los escombros buscando una especie de rastro, desde lo alto de un edificio a lo lejos, había alguien que los estaba observando.

La dueña del Mustang 67, Geovanna Ferreti, observaba a los individuos con toda cautela como toda una espía. Discreta y minuciosa a los detalles, tratando de capturar toda información que pudiera necesitar.

—Lograron escapar —mencionó uno de los oficiales—, quizá se fueron asustados al escuchar el sonido de la sirena.

Los agentes se veían jóvenes, de por lo menos unos veinte años de edad y ninguno de los dos portaba el uniforme tradicional de D.C. Su compañero guardaba las muestras de ADN en una bolsa de plástico, volviendo a levantarse del suelo, dirigió su mirada hacia él.

—Esta sangre es reciente, pero no es como la que buscamos —confesó el hombrecillo— Deberíamos llevarla al laboratorio para que hagan un correcto análisis de ella.

—Qué lástima, esperaba que fueran ellos —lamentó el otro varón de piel oscura.

Geovanna trató de acercarse para escucharlos mejor. Brincó al edificio continuó y se ocultó detrás de una caldera mientras encendía su dispositivo para la audición. Una herramienta útil sí de aumentar el sonido se trataba.

—Juro que vi a varios reunidos en este lugar —comentó el policía caucásico— Por la magnitud de su pelea esperaba que hubieran sido los estudiantes que buscábamos.

—Eso es imposible —el moreno puso sus guantes de látex mientras se hincaba para analizar el líquido rojo nuevamente— Tal vez esta sangre no es dorada, pero debo admitir que una persona común y corriente no huiría tan lejos con una lesión así.

«¿Residuos dorados?» repitió mentalmente la espía. ¿Estarían hablando de lo mismo que pensaba ella? Geovanna cargó las municiones de su pistola y se recargó en su rodilla para apuntar en su dirección. Seguramente estas personas debían de ser parte del Cráter de Estados Unidos, en ningún caso habría alguien que supiera sobre las desapariciones que se habían estado llevando a cabo.

Ella estaba dispuesta a interrogarlos, pero una llamada entrante interrumpió su concentración.

—¿Escuchaste eso? —uno de los muchachos volteó la mirada hacia la azotea provocando que ella se ocultara.

Geovanna apretó el botón verde de la pantalla y contestó la llamada murmurando.

— ¿Qué quieres Evans? —farfulló ella.

—¿Qué quiero? —el sujeto al otro lado de la línea resopló divertido— Que pregunta tan estúpida. ¿Dónde andas?

—Ahora no es el momento, te llamaré más al rato.

Cráter [Libro I]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora