Jueves: Lazos.

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Capítulo 7

Jueves.

Lazos.

El pasillo seguía hasta dónde llegaba su vista, del lado derecho se alzaba una interminable estantería repleta de libros del piso hasta el techo, mientras que del lado izquierdo, pequeñas estanterías se intercalaban con inmensos ventanales con finas cortinas blancas que se mecían con la suave brisa que se colaba junto a la tibia luz del sol.

Fred apreció el paisaje, un prado cualquiera de la campiña inglesa en una templada mañana de verano. A su lado, Hermione revisaba los títulos del estante más cercano. Sonreía como un niño en la mañana de navidad. Con las manos enterradas en los bolsillos de sus vaqueros y la espalda apoyada en uno de los estantes, se dedicó a admirarla, con la maravillosa libertad que le proporcionaba el mundo de los sueños.

Aquella Hermione, cuyo rostro resplandecía con una sonrisa inmensa, no se enojaba con él por mirarla durante horas.

-Eres el único ser en el universo que encuentra una biblioteca tan divertida como un parque de diversiones.

Ella rió encantada, dando vueltas por el corredor. Tenía un hermoso vestido de verano color celeste, y parecía una niña pequeña cuando daba vueltas y hacía que la falda flotara a su alrededor.

-Aquí hay mil montañas rusas-señaló los libros, mirándolo como si fuera tonto por no darse cuenta-Son aventuras.

-Claro...-A él nunca le habían emocionado demasiado los libros, pero verla tan feliz, le bastaba para convencerlo de quedarse allí toda la noche.

-Guárdate el sarcasmo. Aquí hay grandes maestros que podrían ayudarte con tu apuesta.

-¿Te refieres a Chistean Grey?

Hermione se mordió el labio para impedir soltar una risotada, que al fin pudo escapar, volviéndose música para los oídos de su compañero.

-Hablo de verdaderos maestros del arte de enamorar-rodó los ojos, pero sin perder la sonrisa, tomó un libro y se lo entregó.

Fred le echó una ojeada a la portada.

-¿Orgullo y prejuicio?

-Mr Darcy podría darte clases.

-Está bien, iré a sus clases si me lo pides con esa sonrisa

Mientras Hermione seguía riendo y deleitándose con los libros que había a su alrededor, Fred se imaginaba lo maravilloso que sería ver a aquella Hermione feliz y llena de vida en el mundo de los humanos. Sus vidas mejorarían considerablemente, más la de ella que la de ningún otro, si pudiera tener esa confianza y alegría todo el tiempo.

Sin pensárselo mucho, se acercó, posando sus manos alrededor de aquel rostro de porcelana. Había pasado demasiado tiempo sin probar esos labios. Su mirada se iluminó cuando lo vio inclinarse para besarla con toda la pasión que era capaz.

Cuando sus labios al fin tuvieron aquel contacto tan deseado, todo se puso negro.

*--*--*

Las náuseas levantaron a Hermione veinte minutos antes de que su despertador sonara. La bilis le abrasó la garganta, y por muy poco no llegó al baño.

Cuando la calma regresó a su cuerpo, se encontró de rodillas frente al inodoro, con las extremidades heladas y adoloridas, mientras apretaba su abdomen con ambas manos.

No podía engañarse más. Apoyándose en todo lo que había a su paso, regresó a su cuarto. Le mando un mensaje a una amiga doctora, preguntándole si podía atenderla ese día.

Sueños II: El Cazador [Fremione]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora