No todo está bien.

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Capítulo 2.

No todo está bien.

—¿Sabes lo genial que sería que tuvieras ese caso y ayudáramos a resolverlo?—Le preguntó Jack Toop con entusiasmo mientras le alcanzaba una sierra de cirugía a su jefe—¿Sabes lo bien que sonaría decir que estuvimos involucrados en la captura del Coleccionista de Corazones? Podría ligar con muchas chicas...

Theodoro Nott rodó los ojos mientras ignoraba a su asistente para poder concentrarse en el cuerpo que tenía ante él. Jack aún era demasiado joven y no obtenía su doctorado en medicina forense. Él aún creía en las series de televisión. Aún pensaba que podía llegar a convertirse en un héroe al descubrir y atrapar a un famoso asesino. Pero de ser así, Nott jamás hubiera hecho esa carrera. Él no necesitaba gloria, era consciente que solo era un engrane en una compleja maquinaria, y así le gustaba que fuera. Si hubiera querido fama, hubiera buscado un trabajo con más glamour o hubiera seguido los pasos de su padre.

—Deberías hablar con el director, Granger no se ve nada bien estos días. Tú podrías...

—Cierra la boca y alcánzame otro bisturí—le ordenó secamente Nott, sin siquiera mirarlo a los ojos. Quitarle un caso a la querida y respetada Doctora Hermione Granger era meter la cabeza en la boca de un león hambriento. Una fácil forma de que todos en su área lo odiaran y lo tacharan de cretino y ladrón.

—Vamos hombre, tienes que pensar en grande, sino nunca saldrás de esa oficina miniatura que tienes.—resopló su asistente.

—Estoy perfectamente bien en mi oficina. —le cortó al tiempo que se ajustaba un poco el protector facial que llevaba. No necesitaba hacer un test toxicológico para saber que el hombre que en aquel momento examinaba, había bebido mucho antes de tomar la decisión de volarse la tapa de los sesos con una escopeta. Solo tuvo que abrirlo y en el acto su pequeña sala de operaciones quedó inundada por el fétido olor del alcohol al descomponerse. Jack, al otro lado de la mesa de operaciones, hizo un ruidito de desagrado. Nott sabía que su trabajo nunca había sido muy bonito que digamos, pero no se veía haciendo nada más.

Cuando acabaron, Jack se encargó de ordenar los materiales de trabajo mientras que Nott se sacaba la bata de quirófano y se lavaba las manos en una pileta de acero inoxidable. Aún iban por la mitad de la jornada laboral, pero él ya se sentía agotado, y mayormente era por culpa de la interminable cháchara de su asistente, el cual soñaba despierto con el momento que su jefe obtuviera definitivamente el caso del Coleccionista de Corazones.

Si no fuera ilegal, Nott ya hubiera cortado en pedacitos a Jack. Definitivamente era un masoquista por dejar que el chico siguiera haciendo sus prácticas con él.

Con la cabeza palpitando por la última emboscada de su asistente, Nott regresó a su oficina, desplomándose en una silla frente a su escritorio. Tenía que hacer un informe sobre el suicida y la chica apuñalada que había visto en la mañana.

Un fuerte ruido fue lo que lo sacó de sus pensamientos cuando reescribía en su ordenador las notas que había hecho Jack durante la autopsia. Al escuchar aquel golpe seco seguido por un tintineo de metal que venía del laboratorio, dejó su trabajo y salió de su oficina a paso rápido. Cuando entró a la segunda sala de autopsia, se encontró todos los materiales de trabajo esparcidos sobre el piso de losa blanca. La doctora Granger estaba para junto al cuerpo de una mujer cuarentona, estaba aferrada con ambas manos a la mesa de operaciones, tenía la cabeza agachada y los ojos fuertemente cerrados. Nott supo que se había preparado para hacer su trabajo ya que llevaba puesto la bata, los guantes y el tapabocas.

—¿Granger?

La mujer abrió los ojos con sorpresa. Al verlo allí plantado con el ceño fruncido, intentó erguirse un poco para mantener las formas, pero el mareo que la había hecho hacer aquel desastre se hizo presente nuevamente. Para evitar terminar en el piso volvió a sostenerse con ambas manos del borde de la mesa de metal. Aquello no iba nada bien. Estaba muy mal, sentía que en cualquier momento arrojaría el desayuno. Cerró los ojos al ver venir el asomo de un desmayo. Estaba enferma. Ya no eran imaginaciones de sus amigos, sino un hecho. Era absurdo seguir mintiéndose a sí misma. Harry tenía razón, necesitaba unos días de descanso con mucha urgencia.

Sueños II: El Cazador [Fremione]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora