Una Sonrisa de Verano

Maldito Alcohol

Bajé como le había prometido a Fer. Pasaba mucho más tiempo con los muchachos, hacíamos lo de siempre todos los días, a veces quedarnos en una carpa y conversar mientras nos tomábamos unas cervezas.

Para mi suerte a Gastón no se le veía mucho como a Nico. Nico siempre estaba con nosotros, siendo para variar el payaso del grupo. En cambio, yo creo que Gastón dejó poco a poco de venir porque tenía miedo de Vanesa y su obsesión con él.

A veces hasta me daba risa ver a Vanesa con Gastón. Vanesa parecía chicle de Gastón, le perseguía de un lado al otro. Si él se sentaba alado de Mateo, a Vanesa no le importaba se paraba de dondequiera que estaba y se iba a sentar justo alado de él. La verdad es que si disfrutaba en ver la frustración en la cara de Vanesa porque no podía conseguir la atención de Gastón.

De vez en cuando, Gastón y yo cruzábamos miradas. Él me regresaba a ver con ojos de dolor, de perdón y yo solo evitaba verle por mucho tiempo. No tenía ninguna intención de pedirle perdón, peor acércame a hablar con él. Si Gastón venía, yo lo ignoraba, me cerraba a hablar con Fer y Nico.

Una que otra vez Gastón vino a nuestro grupo, intentó meterse a la conversación pero no sé la cara que le puse para que entendiera que no era bienvenido y que era mejor que se vaya.  No dijo ni una palabra, solo me vio y asintió con la cabeza para levantarse y volver donde estaban los demás.

Volvía al grupo a hablar, a estar con Vanesa. Al comienzo si me molestaba, pero después me di cuenta que no tenía nada de qué preocuparme. Sabía que Vanesa no tenía ninguna oportunidad con Gastón, era tan Vanesa y el era tan Gastón que los dos juntos solo no podrían nunca quedar bien. Ni aquí ni en otro mundo Gastón iba a fijarse en Vanesa.

Y no sé porque cuando me decía esto en la cabeza una sonrisa pequeña, diminuta se escapaba de mis labios. Creo que prefería ver a Gastón solo.

“Entonces,  ¿fiestamos hoy de noche?” decía Nico con una de esas bielas bien heladas en una mano. Estaba sentado justo al frente de todos nosotros, sobre la java de cervezas dada la vuelta. Tenía puestos sus lentes retro, y la gorra arrimada en una de sus rodillas. Volvió a tomar otro sorbo de la cerveza y nos quedó viendo esperando la respuesta. Me vio a mi primero, y yo le negué con la cabeza después regresó a ver a el resto del grupo, sin encontrar una respuesta definida.

“Ya pues, qué mismo ¿Fiestamos o no?” volvió a preguntar Nicolás, esta vez alzando su tono de voz.

Ni siquiera alce la mirada para ver a Nico, estaba segura que como siempre a mí no me iban a dar permiso. Gastón dio un paso adelante. Él estaba a uno de los lados, con Vanesa sentada en la misma caja de cervezas.  Se levantó pidiendo disculpas a Vanesa por dejarla y se acercó a Nico.

“Yo puedo dar casa. Mi mamá se fue con mi hermana hasta el jueves a visitar a unos amigos. Si quieren están invitados”

Le quede viendo con cara de desaprobación. Sin pensar, por el momento no sé, me levante y dije un poco más alto de lo normal, “No pienso fiestar en esa casa”

Todos me quedaron viendo, como preguntándome cual era mi problema. Después me di cuenta de que había hecho algo que solo se tenía que quedar en mi mente, me puse roja, tomate y baje la mirada. Mierda Sara piensa algo, “Es que si imagínense fiestando en esa casa con mis papás alado” y después todos se regresaron a  ver todos asustados y por fin entendieron porque me rehusaba a entrar a esa casa.

Fer se levantó dejando la botella de cerveza vacía a un lado de su asiento, “La verdad es que Sara tiene razón, no podemos fiestar bien si es que les tenemos a tus pas alado” le sonreí, aliviada de que Fer me estaba acolitando.

Mateo se paró, “’¿Entonces alguien tiene algún otro plan?” nos quedamos viendo y uno que otro susurro  se escuchó pero ninguna idea se escuchó en el aire. Fer se rio, se cogió de la cabeza con uno de sus brazos y suspiró, “ ya nada toca a la antigua, como hacíamos siempre. Toco fiestar en las carpas, justo alado de las covachas”