Tú si eres estúpida

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Mis ojos estaban pegados cuando intenté abrirlos. Me los limpié, pero todavía me dolían por haber llorado tanto ayer. Me levanté un poco temprano, pude darme cuenta porque el sol todavía no pegaba en mi ventana como todos los días.

Me levanté cansada y sin ganas de hacer nada. Me vi en el espejo, y no había otra palabra para describirme, era un verdadero espectro. Mis ojos estaban hinchados, rojos y casi no podía abrirlos bien. Salí del cuarto después de ponerme como 10 veces crema para que se pase la hinchazón algo, pero no hubo mucho cambio.

Clara estaba sentada en el balcón, con una taza de café en la mano y en la otra una revista. No se dio cuenta que estaba ahí hasta cuando me acerqué para saludarla. Me vio y sonrió, “Con tanta lágrima ayer, pensaba que te ibas a secar” y se levantó para abrazarme. Solté un suspiro y la abracé más fuerte, “Gracias” y con eso arrastre otra silla para sentarme a su lado.

Nos quedamos un rato sentadas sin decir nada. Después Clara me vio y cerró la revista, “Como veo que no quieres comenzar tú a hablar, comienzo yo” Se acomodó para verme y se acercó un poco hacía mí. Se apoyó con sus codos en las piernas y me sonrió, “No quiero tener que obligarte para que me cuentes quien es este tal Gastón” tomó un descanso y siguió, “Igual sabes que tarde o temprano me voy a enterar, pero” y con eso soltó un risa, “¿Sabes que es carne muerta verdad?”

Y con eso sonreí, “Dudo que puedas hacerle un rasguño, pero” regresé a ver hacia el balcón de Gastón. Ver esa pequeña pared que separaba las dos casas, medaba una sensación extraña en la panza. “Tengo que hablar con él” y Clara soltó una risa claramente falsa. Se incorporó y con una mano me pegó en el hombro, “Tú si eres estúpida” y con eso se fue caminando hacia la casa para dejar su taza de café y traer un plato de frutas. Me quedé esperando a que acabe la oración, pero volvió y no me dijo nada.

“Yo si soy estúpida, pero” le dije asentando la última palabra para que se diera cuenta que quería que continúe la oración. Clara movió la cabeza, “Tú si eres estúpida, punto” y con eso me regresó a ver, “¿Cómo vas a ir a hablar con ese imbécil? Mira ni le conozco pero no me puede caer más mal, aparte de que debe creer que es la última Coca-Cola en el desierto” y me reí “Seguramente se siente el príncipe de la playa por todas las mentiras que anda diciendo” y con eso Clara alzó los brazos al aire y me miró, “Ya quisiera que mi hermana menor esté atrás de él, seguramente el que te busca es él y no tú” y con eso me regresó a ver y me paró con una de sus manos para que le deje continuar, “Mira Sara, no me importa que pasó entre ustedes dos o si estas enamorada o no, la cosa es simple. Ya te hizo una pendejada una vez,  y te va a volver a hacer la misma pendejada dos veces, así que no seas estúpida, y ni siquiera, ni se te ocurra hablarle a este Gastón, porque a la que le voy a mandar la puteada es a ti y no a él” Clara dejó todas las bromas a un lado y me dijo las cosas súper serias.

Era difícil ver a Clara brava, pero en este caso, se le notaba como fruncía el ceño cada vez que nombraba a Gastón y como apretaba los puños cuando veía mis ojos hinchados. A pesar de todo eso Clara, sabía cómo subirme el ánimo y hacerme reír hasta en las peores situaciones.  

Nos levantamos y fuimos hacía la cocina, “¿Y los pas?” le pregunté a Clara mientras lavaba los platos del regadero, “No tengo idea la verdad, supondría que se fueron a alguna de esas aventuras suyas” dijo Clara mientras seguía haciendo sus cosas.

“Supongo que como recién llegaste, tú debes decidir que vamos a hacer hoy” le dije esperando su respuesta. En mi cabeza, solo rogaba para que a Clara no se le ocurra bajar a la playa, porque eso significaba que tenía que ver probablemente a Vanesa y sus amigos o a Gastón.

Tenía miedo de la escena que se podía crear allí abajo. Sabía que si veía a Gastón no podría controlarme y seguramente Clara se daría cuenta. Conociéndola como la conozco, estaba segura que no tardaría segundos para armar una escena y mandarle a la mierda al frente de toda la playa.

Una Sonrisa de VeranoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora