Acéptalo, perdiste

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Despertarse con ese sentimiento de que te sientes especial. Esa sonrisa que aparece ni bien abres tus ojos, con una persona en tu mente. Pensar una y otra vez en esas mariposas que siempre aparecen y desaparecen como el viento.

Son de esos días que el sol entra por la ventana y te despierta. Me costaba levantarme de la cama, mis brazos y piernas me pesaban y ni se diga mi cuerpo, me sentía cansada, agotada.

Suspiré, uno de esos largos suspiros que se te escapan sin pensar de la boca. Me levanté, y me puse el terno de baño. Cogí el libro que estaba en mi cómoda, me puse uno de esos sombreros grandes de playa y decidí salir.

Salí al patio, y no había rastro de mis papas. Acomodé una de esas sillas blancas de sol, moviéndola para que dé a la playa, para que por lo menos así de vez en cuando pueda ver el mar. Me acomodé, me puse un poco de bronceador, y me perdí en el libro.

Ya llevaba unos cuantos capítulos, cuando sentí una mano fría en el hombro. No regresé ni a ver, y seguí leyendo. Segundos después, me quitaron el sombrero, y me dio el sol directo a los ojos. Una sonrisa se escapó por mis labios, y me di media vuelta para abrazar a mi papá.

Se me cayó la boca cuando en vez de toparme con mi papá, vi a Gastón. Estaba puesto una de esas camisetas bien pegadas al cuerpo con unos shorts de playa hasta arriba de la rodilla. Estaba descalzo y sostenía con una de sus manos mi sombrero.

“Pero si te has llevado tremenda sorpresa sabiendo que soy yo”

No sabía bien que decir. Estaba atontada, era como si las palabras que buscaba no venían a mi mente. Sabía que estaba haciendo un papelón, “Si” dije de repente, sin poder moverme y  tratando de calmar mi respiración.

“No me digas que esperabas a otra persona”

Me senté en la silla otra vez, y respondí sin ni siquiera regresar a verle, “pensaba que era mi pa”

Soltó una risa, “Entonces perdóname por decepcionarte” y así tiró el sombrero al aire para que yo lo cogiera. Me volví a poner el sombrero, y volví a mi libro.

Gastón se sentó a lado mío. Hubo un rato incomodo donde solo me vio sin decir nada mientras yo seguía leyendo. Me sentía incomoda pero no dije nada, intente actuar pretendiendo que no pasaba nada.

“Bueno” alcé mi mirada del libro, “Eh” dijo Gastón, estirando uno de sus brazos hacia atrás, “¿qué lees?”

“Cerré el libro, nada una historia de amor”

Se mató de la risa, yo lo regresé a ver con cara de eres un imbécil. “No entendí, ¿dije algo chistoso?” le dije media seria

“Pues si” dijo entre carcajadas, “Ni me imaginaba de que eras de esas”

“¿De esas?” Alcé una de mis cejas, y solo le viré los ojos.

“Si sabes  a que me refiero. Seguro eres de esas niñas que quieren que el príncipe azul llegue en un caballo blanco, y que te llevé a algún castillo en un lugar lejos de tu casa”

Le quede viendo, “Pues tu eres el patético que piensa que eso puede pasar. No espero nada de eso la verdad”

Se volvió a reír, y lo miré moviendo mi cabeza en desacuerdo, “Es verdad, no espero ni el caballo blanco, ni el príncipe azul con su castillo en algún lugar lejos” Me paré y me fui sentar a la sombra. Gastón siguió mis movimientos, y se sentó al frente mío.

“Da igual, no sé porque lees en la playa” Estaba mirando hacia el mar

“No entiendo a dónde quieres llegar”

Una Sonrisa de VeranoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora