Acompáñame en mi locura

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De alguna manera terminaba regresando a él. Aunque buscaba una explicación para todo, se me hacía fácil eso de perdonarlo y seguir como si nada había pasado.  Estaba ahora sentada en una parte de la playa donde nadie, nunca, iba. Esa parte de la playa en general era fea, el mar tenía demasiadas rocas como para meterse y la orilla estaba hecha de pedazos de rotos de moluscos.

Estábamos sentados debajo de una de las únicas palmeras que había por ahí. Estaba a mi lado y tenía mi cabeza arrimada a su hombro. Me sostenía con una de sus manos, más cerca de él. Nos habíamos quedado ahí un rato sin decir mucho.

Él era mi manera de huir de mis miedos, de mis problemas. Era como un imán que me atraía, donde me podía sentir segura, donde no había miedos, dudas, ni arrepentimientos. Quería estar con él porque sabía que el momento en el que le veía, él sabía cómo hacerme sentir mejor, sabía que él no me juzgaba por mis decisiones, que tenía su apoyo hasta en las ideas más estúpidas.

Me acerqué más a él, haciéndome bolita como para que de alguna manera no me terminara rompiendo en mil pedazos. Gastón solo estaba ahí, no decía nada pero él sabía lo que yo pasaba. Me absorbía en ese mundo libre de todo.

“¿Qué piensas de Barcelona?” me dijo para romper el silencio. Le quedé viendo un poco incómoda, cambie mi posición y me acosté en sus piernas, mirando hacia él. Le sonreí, “¿Me estás hablando de fútbol?”

Y solo soltó una carcajada y me cerró los ojos con una de sus manos, “Muda no, te estoy hablando de la ciudad. Barcelona,  esa ciudad con la Sagrada Familia y eso”

Quité sus manos de mi cara, y le sonreí, “No la conozco”

“Ni yo la verdad” y con eso sonrió, “Pero sé que es una de esas ciudades grandes” y con eso se arrimó para atrás apoyándose en sus dos manos, “Quiero ir a perderme a esa ciudad. Ya sabes,  solo ir sin planes, conocer gente, llegar a esos lugares donde hay solo dos puestos y de alguna manera caben 20 personas” y con eso volvió a arrimarse a mí, “Quiero un nuevo comienzo, sin ataduras, sin problemas. Quiero ir a conocer y a conocerme”

“¿Quieres olvidarte de todo?” le dije con un poco de vergüenza. “No olvidar no. Tú y yo no somos nada más que momentos que recordamos. No quiero olvidar porque me da miedo de no acordarme ni quién soy, pero quiero hacer una pausa. Darme un respiro”

Me levanté de sus piernas y me senté viéndolo, “¿Y me llevas contigo?” le dije enamorada de las palabras que acababa de decir. Sonrió, “Esa era mi siguiente pregunta, no te voy a ofrecer hoteles o restaurantes grandes. Pero quisiera hacer esa pausa con una persona que me conozca, que de verdad sepa quién soy, con quien no me da miedo abrirme, con quién me siento seguro”

Le sonreí, “Con una persona que sin importar donde estés, sabes que estás bien” le dije pensando en él y lo bien que me hacía. “Eso mismo, con una persona que me entienda en el silencio”

Sonreí, un poco halagada. Sin entender que estaba pasando, intenté sostener las lágrimas que pronto iban a caer por mis mejillas. Gastón me abrazó fuerte y me dio un beso en la mejilla, “No entiendo que pasa y no quiero entenderlo. Sé que contigo me siento bien y con eso me basta”

“Nos conocemos apenas dos meses casi tres meses” le dije un poco tímida, había que volver a la realidad.

Gastón solo sonrió y pasó sus manos por mi pelo, “ a pesar del tiempo, puedo decir que tú me conoces más que mis “amigos” de muchos años” me regresó a ver, con esa mirada de ternura, “Puedo decir que contigo me he abierto más que con las personas que voy compartiendo un año de mi vida en la universidad, o con mis panas del colegio que les conocí por 15 años” Gastón sonrió, “Si quieres hablar de tiempo, entonces te digo la verdad, pueden que sean solo 2 o 3 meses, puede que ni siquiera llega a la mitad de la mitad del tiempo que conozco a las otras personas” sonrió esta vez mostrándome su sonrisa perfecta, cogió mi mano y me le acercó a su corazón, “Siente esto” y me sorprendí al escuchar como sus corazón estaba yendo a mil por hora igual que al mío, “No es la primera vez que te digo, y capaz estés cansada de estas palabras, pero me gustas de verdad”

Una Sonrisa de VeranoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora