Capítulo 8

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Hospital de Miami

4:45 a.m.

Habitación 110


"Creo que conozco y sé dónde encontrar a Nicole Smith"... Una oración que resonaba como si gritaras al vacío, tal como si un eco envolviera la fría habitación del hospital. Hubo un silencio. Nadie lloró, nadie habló, nadie comentó, solo silencio; de esos que sabes que ocurren cuando se ha dado un disparo al aire. La diferencia es que fue una simple oración disparada de mi boca, compuesta de esperanza, pero también de incertidumbre. Me sentí sofocada, mi pecho dolía, mis piernas junto con mi cuerpo comenzaron a temblar y me sujeté fuertemente de la camisa de Marie para no caer tendida en la silla de ruedas.

Me sujetó...

– ¡TATI! –Dijo exaltada Marie preocupada mientras me sostenía la cabeza y el cuerpo para no desplomarme. Me sentía mareada– Calma mi niña –Es una persona robusta y fuerte... Me levantó de un solo tirón

Caminó conmigo en brazos y me recostó al lado de Juliet quien la sentí arrimarse para que yo pudiera acostarme. Cerré los ojos por completo. El cansancio, el malestar, la pesadez, el embarazo... Me sentía en desconcierto y así, tras sentir un calor humano, de esos que te llenan de confort, de ese que te da seguridad. Me desplome y la inconsciencia invadió mi cuerpo haciéndome caer en una profunda oscuridad.


Hospital de Miami

9:58 a.m.

Habitación 110


Abrí los ojos lentamente, siendo irritada por la luz que resplandecía por la ventana. Gruñí. ¿Qué hora serán? ¿Dónde me encuentro? pregunté a mi mente en desconcierto, intenté moverme, pero un cuerpo a mi derecha me lo impidió... Giré mi cabeza a ver de quien se trataba para encontrarme con Juli, a mi izquierda había una Marie recostada de la silla, se le veía incomoda. Entonces caí en cuenta, recordé lo de anoche ¿Y ahora que se haría?...

–Buenos días –dijo una Marie con voz de recién levantada–

–Buenos días– respondí tímida–

–No hay de qué preocuparse pequeñaja –dijo como si me leyera la mente... se levantó de la silla y se acercó a mí– No hablaremos más del asunto hasta que estemos en casa –acarició mis cabellos– sigue durmiendo un poco más mientras me encargo de traerles el desayuno –Me guiñó. Asentí, viendo como Marie se terminaba de desperezar para irse–

– ¡Mari! –dije en un susurro un poco alto antes de que ella abriera la puerta. Ella volteó. Mordí mi labio–

– ¿Y mi hermana? Hoy hay que ir por ella, se supone que iba a ser a las 8:00 a.m. ¿Qué hora son? –Disparé todo rápido, haciendo reír a Mari–

–A ver locomotora de palabras, son las –Vio su reloj– 10:00 a.m. –Abrí mis ojos de sorpresa, levantándome de golpe–

– ¿A dónde crees que vas? –Sonó la voz de Juliet riendo a mis espaldas– Calma cariño, ya llamamos al instituto diciendo que estábamos comprando una nueva cama y cosas para Lucia, que tú estabas en un chequeo médico porque habías sufrido de la tensión por el embarazo y que en la tarde pasaríamos a recogerla. ­–Terminó de decir para hacer que me recostara sintiéndome mal por dejar todas mis responsabilidades a estas dos personas–

–No te sientas mal Flaquita –Dijo Marie haciéndome abrir los ojos de golpe–

– ¿Cómo me has dicho? –Pregunté asombrada haciendo que Marie pusiera cara de confusión–

Caminos Encontrados.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora