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El sol ya entraba por la ventana de la habitación y me daba en los ojos. Me estiré en la cama, tenía flojera. Luego abrí los ojos lentamente me encontré con un pote de helado en mi velador. Estaba un poco desorientada, ¿Qué había pasado ayer? ¡Mierda! ¡Con el Eduardo nos dimos un beso! Me senté abruptamente en la cama, tanto que me mareé. Miré a mi lado y ahí estaba el Eduardo durmiendo encima de las tapas.

―Eduardo, despierta― lo moví. Él regañó y luego agarró un cojín y me lo tiró por la cabeza para luego hundir su cabeza en otro cojín. Rodé los ojos― Yapo Eduardo― lo moví otra vez.

―Mamá no quiero despertar― dijo. Bufé. Idiota.

―Eduardo yapo, soy yo la Mati... tienes que despertar― dije pegándole con el cojín que él me había tirado. Él se quejaba― tienes que ir a entrenar― no sé si era verdad, pero el Charles siempre se iba como a esta hora. Apenas hube dicho eso el Eduardo abrió los ojos y se sentó en la cama para mirar su celular. Luego me enfrentó con la mirada.

―Hoy tengo el día libre, mentirosa― me acusó. Rodé los ojos.

―No me importa Eduardo, solo sé que te tienes que ir... y que lo que pasó anoche no puede volver a ocurrir nunca más― Dios ¿Qué fue lo que hice anoche? Engañé a mi esposo y con ¡Su amigo! Soy lo peor.

―Pero si anoche no pasó nada Mati― se rascó la cabeza― fue un simple beso, nada importante― maldito, idiota ¿Cómo que nada importante? Con el cojín que tenía en la mano lo comencé a golpear.

―Idiota, ¿Acaso no ves que esto es un desastre? ¡Eres el mejor amigo de mi esposo! ¡Y te aprovechaste de que estaba vulnerable y triste! ― le dije.

―Mentira, no me aproveché de ti, lo disfrutaste y no lo puedes negar― dijo guiñándome el ojo y alejándose de mi alcance para que no lo siguiera golpeando.

―Uyyy, te odio, ¡Eres tan inmaduro! ¿Acaso no ves que estoy casada? Y con tu amigo más encima... Mierda, mierda ¿qué haré ahora? El Charles me va a dejar― un nudo se formó en mi garganta. El Charles se iba a querer separar de mí y yo no sé qué haría sin el Charles...

―Matilde, cálmate mujer, el Charles no te va a dejar porque te ama y porque ni tú ni yo le diremos nada― dijo el Eduardo.

―Pero... pero...―él me hizo callar. Yo tenía que decirle al Charles porque la honestidad era importante en el matrimonio y yo soy pésima para mentir, además no podría ocultar esto...

―Nada de peros, ¿Tú lo amas? ― preguntó. Asentí. Eso era obvio― bien entonces, no tienes para qué hacerte problemas. Olvida que esto pasó como yo lo haré y todo seguirá tal cual está. ¿Okay?

―Okay. Ahora vete antes de que llegue el Charles― le dije. En verdad no sabía si el Charles iba a volver a la casa... pero quería estar sola, necesitaba pensar...

―Está bien, me voy― dijo tomando su chaqueta desde el respaldo de una silla― Chao Mati― me dijo. Luego se acercó a mí, lo miré con pánico quizás me iba a besar otra vez, pero solo besó mi mejilla, suspiré aliviada.

―Chao Eduardo― le dije. Él se alejó y salió por la puerta de mi habitación, luego sentí la puerta principal ser cerrada. Cuando lo hizo me tiré en la cama y me dediqué a mirar el techo.

Aún no comprendía cómo es que pasó lo que pasó. ¿Por qué dejé que el Eduardo me besara? Fue como si mi fuerza de voluntad haya desaparecido y mi cuerpo se hubiese encendido. Dios. Definitivamente enloquecí...

Comencé a ordenar la casa y con eso me refiero, a que borré todo rastro de que el Eduardo se había quedado anoche conmigo, nadie tenía que saberlo... nunca.

Unfaithful | Eduardo Vargas | Charles AránguizDonde viven las historias. Descúbrelo ahora