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Escuché un golpe en la puerta por lo que empujé lejos al Eduardo, miré su rostro, tenía los labios hinchados, me toqué los míos y yo igual los tenía así ¡Dios mío! ¿Qué mierda estoy haciendo? Ahora quien sea que esté detrás de la puerta sabrá la mierda que estuvimos haciendo. Otro golpe sonó en la puerta. El Eduardo fue a abrirla. Por la cresta, esto con el Eduardo tiene que parar de una vez por todas, tengo que controlarme, ya soy una mujer grande y una mujer casada no puedo andar haciendo estas cosas.

―Buena compadre ya llegamos a ayudar con el carrete―escuché la voz de un hombre, miré hacia la puerta y ahí venía Eugenio, Edson y Marcelo, los amigos más cercanos del Charlie. Había olvidado que el Eduardo había dicho que ellos igual iban a ayudarnos―Trajimos el copete que nos pediste―dijo Edson. Ahí fue cuando me fijé que cada uno traía una caja enorme de copete entre sus brazos.

―Hay más en el auto hueón, anda a buscar las cajas― dijo el Eugenio. Dejando una caja en el piso―Hola Mati― se acercó y me dio un beso en la mejilla.

―Hola Eugenio―contesté― ¿Cuánto copete trajeron? ―pregunté. Si se supone que íbamos a hacer solo un asado familiar, no era necesario tanto alcohol.

―Como seis cajas―respondió el Marcelo. Ni siquiera iba a haber tanta gente. Y trajeron ¡Seis cajas enormes de alcohol! El Edson y el Eugenio salieron por la puerta a buscar más cajas, pero el Marcelo se quedó ahí mirándome fijamente.

―¿Por qué me miras de esa manera? ―le pregunté. Su mirada me intimidaba, él era el único que sabía lo que había pasado con el Eduardo aunque yo le prometí que nunca más iba a pasar, pero ahora que me miraba así sentía que sabía todo lo que había pasado justo antes de que ellos llegaran.

―¿Qué onda con el Eduardo? ―preguntó directamente. ¡Mierda!

―Ninguna onda Chelo, si yo ya te dije que le pedí alejarnos y que lleváramos una relación cordial solo por el Charles. ¿Por qué la pregunta? ―me estaba haciendo la tonta, es que sentía que si le decía que le seguí el beso al Eduardo, él iba a estar decepcionado de mí y no quería decepcionar a mi amigo.

―Porque la culpa está escrita en todo tu rostro, pero si tú dices que no ha pasado nada más con él, te creo―dijo encogiéndose de hombros.

―Oye Chelo, anda a buscar la caja que queda en el auto po hueón, haz alguna hueá―dijo el Edson, el Marcelo asintió y fue en busca de la caja―Oye Mati ¿Dónde puedo poner la carne?

―No sé, yo creo que en el refrigerador por mientras―dije. Caminé hacia la cocina que me había mostrado el Edu con el Edson detrás de mí, ahí los dos metimos la carne al refrigerador.

Luego de eso comenzamos a sacar las mil cervezas que traían de las cajas y bueno también los piscos y whiskies, estos hombres se fueron al chancho con tanto copete, no eran tantas personas invitadas al cumpleaños del Charles, eran a lo más cuarenta, no creo que tomen tanto. Aunque bueno uno nunca sabe.

Cuando la hora del cumpleaños sorpresa del Charles se acercaba con los chiquillos comenzamos a hacer el asado, bueno yo no hacía nada porque como todos saben soy un asco en la cocina, yo creo que si me mandan a hacer un asado no podré ni prender el fuego, por suerte los chiquillos sí sabían hacerlo y por chiquillos me refiero al Edson, Eugenio y Marcelo porque el Edu era un asco para esto igual.

El timbre de la casa sonó, lo que indicaba que alguien había llegado espero que no sea la tía Mariana con el Charles porque aún no llega ningún invitado.

―¡Yo voy a abrir! ―exclamamos el Eduardo y yo al mismo tiempo como si hubiésemos estado sincronizados. Los dos nos quedamos mirándonos a los ojos, como retándonos con la mirada para ver quién iba a abrir.

Unfaithful | Eduardo Vargas | Charles AránguizDonde viven las historias. Descúbrelo ahora