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Luego de aquel incidente con el Eduardo, el Charles comenzó a traerlo bastante a la casa, al principio me caía súper mal, porque nunca me pidió perdón por el pelotazo, pero tuve que dejarlo ir, era obvio que nunca lo iba a hacer. Igual el tipo era muy bueno para el hueveo, pero era demasiado infantil e idiota.

No me caía ni bien ni mal ahora, solo lo toleraba porque era amigo del Charles. Y eran como súper buenos amigos, el tipo prácticamente viví en mi casa, venía con el Charles casi todos los días, aunque igual era molesto que estuviera todos los días aquí porque no nos dejaba vivir nuestra vida de pareja con el Charlie, lo peor es que el muy idiota se iba a altas horas de la noche y el Charles se iba directo a la cama cuando el estúpido del Eduardo se iba, no nos daba ni tiempo para regalonear.

Hoy desperté más temprano de lo usual porque el Charles se había ido a entrenar y me despertó para despedirse de un beso. Sí es más lindo mi amorcito. Luego de eso no pude volver a dormir. Así que decidí levantarme para ir a tomar desayuno mientras escuchaba la radio.

Mientras me aburría en la casa recibí un mensaje de texto de mi amorcito diciendo que el Eduardo vendría a almorzar. Suspiré. ¡Qué novedad! ¿Acaso ese hombre no tenía casa? Me tenía un poco chata ya, debería conseguirse una polola o algo para que nos dejara en paz al Charles y a mí. Lo único bueno que tenía ese hombre era que el Charles se reía caleta con él, y ver al Charles reír era un espectáculo digno de ver, era tan hermosa su risa, pero él se reía muy poco, de hecho con el Eduardo es con quién más se ríe y no se vale yo debería ser quién lo haga reír no ese idiota, lo malo es que yo no soy chistosa ni nada por el estilo...

Como el idiota venía a comer tenía que preparar algo, y como todo el mundo sabe soy un desastre en la cocina, los días anteriores mi mamá me daba de la comida que ella preparaba, pero hoy no sería posible porque se fue a la playa junto a mi hermana y mi papá, así que tendría que arreglármelas sola.

Comencé siguiendo una receta que me dio mi mamá de cómo hacer pollo con arroz. La seguí al pie de la letra, todo iba perfecto, aunque cuando metí el pollo al horno me quemé mi pobre dedo, así de estúpida. Cuando ya estuvo el pollo en el horno y el arroz cociéndose me dediqué a mirarlos cada un segundo para que no se quemaran, pero al parecer no se cocían nunca, así que me fui a sentar frente a la televisión para que el tiempo avanzara rápido.

Un olor a quemado me hizo abrir los ojos ¡MIERDA! Me quedé dormida en el sillón. Me levanté rápidamente y corrí hacia la cocina donde no se veía nada y solo se respiraba humo. Abrí las ventanas para que el humo se fuera, solo espero que el sensor de humo no se haya activado... Me dirigí al horno y abrí la puerta de éste. Me puse unos guantes y saqué el pollo, estaba rostizado. Apagué la cocina y el arroz estaba completamente quemado. Soy un puto desastre.

No me quedó más remedio que llamar a mi madre, tenía que cocinarle algo rico al Charles. Más encima la señora no contestaba. Después de llamarla como tres veces contestó.

―¡Mamá hasta que al fin contestas! Te necesito― ni siquiera esperé hasta que dijera hola, es que estaba desesperada.

―¡Mamá la Matilde te necesita! ― escuché gritar a la voz de mi hermana― ¿Qué problema tienes querida hermanita?

―Problemas domésticos Antonia, por favor pásame rápido a la mamá― mi hermana bufó― yapo apúrate.

―Ya, cálmate hueona. Mamá apúrate que esta mujer está desesperada―dijo la Antonia― Después hablamos hermanita― se despidió.

―¿Aló hija? ¿Qué pasó? ― preguntó mi mamá. Tenía voz de preocupada por mí, quizás qué rollos se estaba pasando.

―Es que mamá se me quemó el pollo y el arroz y el Charles llegará como en media hora no sé qué hacer de comida, ayúdame mami por favor― mi mamá suspiró.

Unfaithful | Eduardo Vargas | Charles AránguizDonde viven las historias. Descúbrelo ahora