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A la mañana siguiente nos despertamos y nos dimos cuenta del enorme error que habíamos cometido, bueno... del enorme error que especialmente YO había cometido, había engañado a mi esposo y peor, me había acostado con su mejor amigo.

Ese mismo día me prometí a mí misma que algo como eso nunca más iba a suceder y es que, el Charles era demasiado buen esposo y yo era una zorra, que más encima se acostaba con su mejor amigo. Así que desde ese día ignoré al Eduardo lo más que pude, casi ni le hablaba cuando él iba a la casa y no respondía sus mensajes, y yo sé que eso le dolía, le dolía y mucho, porque él me decía que me quería, es más, me decía que me amaba, pero yo no podía estar con él, yo estaba casada y tenía un esposo al que amaba mucho y al que no iba a dejar, y sé que en ese momento cuando nos acostamos le dije que también lo amaba, pero lo dije por la calentura, porque al que yo amaba era a mi esposo...

Mi plan de ignorarlo no duró mucho, por lo menos no hasta que los chiquillos ganaron el campeonato de apertura ese año. Estaban todos muy felices, en especial mi esposo hermoso y es por eso que él ofreció la casa para hacer un súper carrete de celebración ese día. Pero como ya es costumbre, terminó muerto de curado, no tenía nada de resistencia. Y es por eso que entre como tres tipos, incluido el Eduardo lo tuvieron que ir a acostar a la cama. En parte, como que ya estaba aburrida que el Charles siempre se curara y me dejara sola con sus amigos, pero esta vez estaba muy bien acompañada y es que el Eduardo se quedó conmigo hasta que todos los invitados se fueron y después me ayudó a ordenar un poco y a lavar las cosas y bueno... esa noche volví a hacer lo que me prometí que nunca iba a volver a hacer, me acosté con el Eduardo nuevamente. Y de ahí simplemente no le pude poner un fin a esto, era como vivir eternamente en un círculo vicioso, me convertí en una maldita infiel, cada vez eran más recurrentes y frecuentes las salidas con mis "amigas" o bueno, eso era lo que le decía al Charles para que no sospechara que yo le estaba siendo infiel con su mejor amigo.

Ninguno de los dos sabía cómo parar esto en lo que estábamos metidos, hasta un cálido día de Enero del 2012, en donde el Eduardo me citó a un café en horas de la tarde, sabía que algo había pasado, ya que nunca nos veíamos en el día y menos en lugares públicos.

―Hola―le dije cuando llegué al café y lo divisé medio escondido dentro de toda la gente que se encontraba ahí. Los chiquillos se habían vuelto algo famosos después de haber ganado la Copa Sudamericana del 2011, ahora no podía salir en paz con el Charlie siempre llegaba alguien a pedirle un autógrafo o una foto y me imagino que al Eduardo le pasaba lo mismo por eso estaba ahí todo camuflado.

―Hola―me respondió él y me dio una de esas sonrisas que tanto me gustaban. Era como contagiosa su sonrisa.

― ¿Podemos ir al grano? ―le dije algo ansiosa, necesitaba saber qué estaba pasando―Sé que algo pasa porque es raro que me cites aquí y a esta hora―él solo me miró y suspiró.

―Me voy Mati, me llegó una oferta de Italia y no la puedo rechazar―dijo soltando la bomba. Sentí como una pequeña opresión en el pecho y es que, yo sabía que algo así podía pasar porque los chiquillos eran muy buenos y sabía que tenían hartas ofertas en el extranjero, de hecho hasta el mismo Charles tenía muchas ofertas, pero las había rechazado todas porque decía que no pensaba moverse de Chile, al menos no hasta que yo terminara mi carrera, ya que decía que no soportaría estar sin mí... y yo siéndole infiel. Y no sé por qué razón, pensé que el Eduardo haría lo mismo, o sea, no éramos nada, pero no sé, me dolía el saber que ya no lo vería con la frecuencia de antes, ya que primero que todo, era algo así como un amigo... y era obvio que lo iba a extrañar...

― ¡Qué buena noticia! ―le dije fingiendo una sonrisa radiante y es que ya casi me salía natural, me había convertido en una mentirosa profesional, sobre todo cuando se trataba de mentirle a mi esposo, al Charles―No sabes lo mucho que me alegro por ti―esa "alegría" se sentía tan falsa.

Unfaithful | Eduardo Vargas | Charles AránguizDonde viven las historias. Descúbrelo ahora