Primero. ⁽ᴱᵈᶦᵗᵃᵈᵒ⁾

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Harry cepilló su cabello hacía atrás y al sentir lo corto que estaba bufó molesto ¿Cómo pudo pensar que cortarse el cabello sería una buena idea? Stan lo miró de reojo colocándose la chaqueta encima.

—Los chicos y yo iremos al bar. Deberías venir. —Harry negó, tecleando algunas cosas en el ordenador.

—Estoy cansado. Tal vez otro día. Gracias por la invitación de todas maneras. —Stan negó con la cabeza y tomó la perilla de la gran puerta de vidrio.

—Necesitas salir más, Harry. Conocer gente, no lo sé... Tal vez hoy puedas encontrar a alguien interesante.

Harry quitó los lentes de su rostro y refregó sus ojos, le ardían debido al tiempo frente a la pantalla del ordenador.

Siempre eran las mismas conversaciones con este chico intentando convencerlo de conseguir pareja y Harry negándose sin pensarlo ni un segundo.

Stan aún no entendía la seriedad de su empleo, nadie nunca en su sano juicio mantendría una relación estable con él.

—Ya hemos hablado de esto, además, alguien tiene que cerrar ¿no?

—Estas muy metido en el trabajo, Harry. No es sano ver tantas personas desnudas frente a ti toda la semana y abstenerse tanto a follar de vez en cuando. No está mal, Harry, en verdad que no.

—Se le llama ser profesional. Anda Stan, vas tarde. Me quedare un rato más.

—Son las ocho de la noche. No hay nada por lo cual quedarse. Cerrar temprano un día no hará daño. —Harry volvió a colocar sus gafas sobre su rostro y alzó una ceja divertido.

—Hasta luego Stan. —habló en burla. El chico torció la mirada, mas no oculto su sonrisa y derrotado una vez más salió por la puerta directo a perderse en alcohol y ahogarse entre un par de tetas jóvenes.

Harry movía ágilmente sus largos y delgados dedos sobre el teclado, mirando directamente la pantalla, contestando e-mails y dudas de algunos alumnos. Sobó el tabique de su nariz, el peso de los lentes le hacía doler la cabeza. Necesitaba unos de contacto cuanto antes.

El sonido del teléfono lo hizo saltar en su lugar. Bufó y tomó la bocina, aprovechando para quitar los pesados lentes de su rostro.

—Habla Harry Styles.

B-buenas noches... —la voz aguda sonó nerviosa detrás de la bocina. —¿Hablo a l-la escuela Sexually?

—Así es, señorita. Dígame, ¿en qué puedo ayudarla?

No recibió una respuesta inmediata, pero las voces al fondo discutiendo en un tono de voz bajo le indicaron que la llamada telefónica continuaba.

El sexólogo espero pacientemente en la línea.

No soy... No soy una chica, señor. —Harry quedó mudo y tragó saliva.

Por supuesto, no era una chica y él tampoco era un señor, pero no lo dijo en voz alta.

—Oh. Lo lamento mucho. Es... el cansancio. —se maldijo mentalmente y con la mano libre comenzó a cerrar cualquier programa en el ordenador. —Dígame en que puedo ayudarlo.

Ofreció después de un corto periodo de tiempo en silencio. Harry no estaba incómodo, estaba acostumbrado a que las personas llamaran avergonzadas y nerviosas, al fin y al cabo ¿quién no llamaría así a una escuela de sexo? Él lo haría, claramente.

B-bien yo ammm... Seré directo ¿Bien? Yo... Me gustaría poder, dar el siguiente paso con mi pareja.

—Entiendo.

Sweet Desire ⁽ᴱⁿ ᴱᵈᶦᶜᶦᵒ́ⁿ⁾Donde viven las historias. Descúbrelo ahora