La habitación era un desastre, un completo desastre... la palabra desastre no hacía honor al verdadero campo de guerra que era la sala de estar.
El niño castaño de ojos azules estaba corriendo igual que un maniaco, desnudo y chorreando agua por toda la alfombra.
Daba igual, no era su maldita alfombra, el problema era, que tampoco podía dejar que el niño se resfriara o entonces la furia de todos los dioses iba a caer sobre él, estaba seguro.
Un Louis con menos de la mitad de su paciencia corría detrás del infante, con la toalla en las manos tratando de capturarlo y envolverlo.
El pequeño diablo le sacó la lengua y luego de eso continúo corriendo, riendo a carcajadas.
Louis suspiró cansado, dándose por vencido frenó, miró el sofá a su izquierda, bastante cómodo para su gusto, sin darse cuenta su cerebro le ordenó a su cuerpo simplemente tumbarse y lo hizo.
—Estoy demasiado viejo para esto. —se quejó, su rostro exudaba cansancio y rendición. No pensaba mover un dedo más. Esperaría pacientemente en el sofá mullido el regreso de su querido esposo, él arreglaría el desastre.
Su vista viajó al niño de cuatro años sentado en el sofá como una estatua. Louis enarcó una ceja.
—Al menos tú eres tranquilo. Gracias por eso.
El pequeño niño solamente lo miró, sin comprender a qué se refería y devolvió su vista al frente sin decir o hacer algo.
Era espeluznante. Louis no sabía que era peor, si el pequeño alborotador desnudo en la casa o el niño que parecía un zombie.
La puerta principal se abrió de golpe.
Un Harry preocupado apareció del otro lado y como una bala se disparó hasta llegar al sofá y acercarse a Louis.
—¿Que sucedió? —le preguntó inquieto, sosteniendo el rostro delgado entre sus manos y examinándolo de arriba a abajo para verificar que estuviera bien.
—¡Harry! —gimió, de manera extraña, algo entre una queja dolorosa y alivio mezclados. —¡Bendito sea el cielo! Voy a morir, ¡sálvame! —dijo dramático, un puchero acentuándose en su labio.
—Has estado solo menos de veinte minutos.
—¡Es suficiente para mí! —lloriqueó.
Louis obtuvo un récord de no comportarse como un niño durante cinco años.
A mitad de sus veintinueve salió con Harry a pasear, a mitad del camino, se detuvieron a comer en algún restaurante y Louis se quejó e hizo berrinche como un niño tonto porque él pidió su hamburguesa con papas fritas, Harry no lo había hecho, supuestamente no tenía ganas de comerlas, pero mientras charlaban y comían la mano del rizado se deslizaba al plato de Louis y tomaba una papa, hasta terminarlas y dejar a su esposo sin ellas.
Louis le reprocho tanto y se molestó aún más cuando lo vio reír por su molestia, casi había llorado de coraje y después de eso, su amante al parecer quiso contentarlo con abrazos y besos bastos, que rechazó, por supuesto.
Lo que no esperó en ese momento fue que uno de sus alumnos estaría cerca, observando la escena boquiabierto y que llegaría a la escuela la semana siguiente entusiasmado por contarle a sus amigos lo que había visto y lo divertido que era ver al profesor Tomlinson siendo tan infantil.
Que la mayoría de sus alumnos supiera que se comportaba de esa manera le avergonzó bastante; aunque Harry le había dicho que se tranquilizara y que no tenía nada de malo ser infantil Louis no estaba convencido, no logró persuadirlo y después de muchos meses intentando cambiar ese aspecto en él, lo consiguió, no por completo, pero al menos sus quejas ya no eran tan... melodramáticas.
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Sweet Desire ⁽ᴱⁿ ᴱᵈᶦᶜᶦᵒ́ⁿ⁾
أدب الهواةLouis tiene un novio muy guapo y simpático desde hace ya varios meses, su relación hasta el momento es de admirar, pero a Louis comienza a preocuparle un tema en especial; el sexo no es la parte más importante en una relación pero sí es una de las p...