• Cap 4 •

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— ¿Adrien? ¿Qué haces aquí?

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— ¿Adrien? ¿Qué haces aquí?

— Ho-hola, Mari.

— Hola, Agreste. — sonrió tiernamente mientras el rubio jugaba con sus manos. — ¿Por qué estás tan nervioso?

—  Necesito tu ayuda.

— Claro, ¿qué necesitas?

— Verás, es algo... complejo. — titubeó apartando la mirada. 

— No entiendo. — buscó sus esmeraldas, en un intento de ver en sus ojos lo que realmente pasaba.

— Mi ex me persigue. — explicó, mirándola suplicante.

— Wow, ¿quieres una orden de restricción? Creo que eso...

— ¿Te importaría ser mi novia falsa? — las facciones de la joven se desfiguraron, dudas recorriendo su mente respecto a la propuesta que el modelo le había planteado. 

— ¿P-por cu-cuánto sería eso? — con los nervios a flor de piel, un suspiro abandonó los labios del ojiverde.

— No lo sé, supongo en lo que la mujer me deje en paz. Disculpa que te pida esto, sé que nos hemos visto 3 o 4 veces, pero no te lo pediría si no fuera necesario. — todos en la recepción se mantenían callados, escuchando la extraña petición del famoso. La azabache se acercó lentamente a él, para luego terminar cerca de su oreja.

— Creo que deberíamos ir a otra parte, arruinas mi reputación de soltera. —susurró en tono divertido.

— Lo que diga, mon cherie. — respondió de igual manera con una sonrisa.

— Alya, ¿me cubres? — pidió la azabache, a lo que la morena asintió con la cabeza. — Si Damocles pregunta, dile que fui a comprar  croissants. — sonrió y ambos salieron.

— ¿Damocles? –preguntó confundido el rubio.

— Mi jefe, un hombre robusto, amante de los croissants.

— Vaya, no soy el único. — la miró de reojo mientras ella giraba su vista hacia él. — Sobre lo que te dije en la comisaría...

— Emm, supongo que... — el rubio miró al frente, donde se hallaba el motivo de toda aquella locura.

—  Lo siento, ¿sabes actuar?

—  Sí.

— Bien, finge ser mi novia, ahora, te lo suplico.

— ¿Okey?

— ¡Adrien! — la voz mas chillona de la chica se escuchó. El modelo tomó rapidamente la mano de la joven policia y sonrió.

— Lila, que gu-gusto verte. — [Que pesadilla]

— ¿Quién es ella? — señaló con notoria molestia a la azabache.

— Su/Mi novia. — hablaron al unísono.

— ¿Una policía? ¿Contigo? Demostración, por favor. –aplaudió dos veces, indicando que era una orden que seguro no cumplirían. Adrien se acercó lentamente a Marinette, quien se mantenía inmóvil.

— Lo siento. —susurró cerca de su rostro y la besó. La chica seguía estática, pero aún debía seguir con la actúación. Además, el chico le gustaba, debía aprovechar. Cerró los ojos y continuó aquel beso inesperado.

— ¡Basta! —gritó Lila. — Amore mio, no tienes que utilizarla, yo te perdono.

— ¿Utilizarla? Para nada. Yo... — pasó su brazo por los hombros de la azabache, resaltando sus palabras.— Amo a esta chica. Y ni en tus sueños estaré contigo. Sabes bien que era obligación, pero tengo 24 años y soy independiente, mi padre no me dice que hacer ya. Vamos, princesa. –tomó su mano y caminó tranquilamente con ella por la calle.

— ¡Adrien! ¡Ven acá!

— ¡Ciao, Lila!

— ¡Esto es tu culpa, Dupain!

—  ¿La conoces? — preguntó asustado el rubio. Ella señaló su placa; su nombre completo estaba ahí.

Romance Asesino [En edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora