• Cap 21•

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Observaba sus brazos y muñecas, todos llenos de tatuajes. Estaba asustada, eso no era normal. Temía por su identidad y su trabajo.

La gente la miraba extraño, pues notaba los diversos dibujos en su cuerpo. Tenía constantes pesadillas y sueños para nada lindos. Sueños en los que todo París poseía máscaras. Pesadillas en donde su país estaba en guerra; policía versus akumas.

Comenzaba a creer que el mundo era una fachada a favor de otra fachada. Que la gente realmente mala no existía, sólo existían la gente falsa, quien creía que ser cruel y malvado era algo que te haría superior. Ella comenzaba a entrar en el porcentaje de los malévolos, dejaba de lado toda ayuda a la que antes recurría. O toda actividad solidaria, ya no era de su interés. Veía gente derrumbarse y sólo podía reír. No era una risa dulce.

Pronto sus propósitos cambiaron. Era una verdadera akumatizada. Presentó una carta de renuncia a la policía, burlándose del jefe y todos sus compañeros. Gabriel Agreste solicitó su asistencia en la mansión; le propondría un buen trabajo. Marinette firmó todo, afirmando trabajar en la empresa Gabriel. Sonreía inocente, la sonrisa más falsa que ahora tenía. Y la más real, maldad pura.

Mataba noche por medio, ¿quién diría que ella terminaría así? Se miraba al espejo y activaba su akuma que permitía su invisibilidad ante los demás. Salía a la calle en esas condiciones, tranquila de matar a cualquiera. Enterraba cuchillos, disparaba, corría. No era nada más que eso y es que ¿qué mas podía hacer? Nada. Era feliz, con o sin la compañía de Chat Noir. Con o sin Adrien, ella seguiría con el alma más fría que nunca llegó a imaginar.

— Marinette, espera. Déjame explicarte. — tomó su brazo, esperando a que volteara y ver sus ojos azules. Sin embargo, solo vio la furia y tristeza en su interior. — Ella no es nada mío. Debes creerme.

— ¿Por qué lo haría? Cuando me conociste sólo era la chica policía a la que le temías. Era y soy insignificante para ti. — se soltó de su agarre, soltando las lágrimas de sus ojos tan pronto como pudo. Cruzó la calle, sin mirar. Solo quería huir. Cruzó otra calle, esta vez escuchó un grito y la explosión de dolor en ella.
– ¡Marinette! –y todo negro. [Maldito karma...]

Romance Asesino [En edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora