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  « Aquello era más que besarse. » 


— Saca tu lengua. — ordeno.— Abre tus labios y saca tu lengua.

Su mirada se llenaba de deseo.

Permití que su voz se calase en mi interior, dejando que me mandase y que mi cuerpo respondiera a él.

Obedecí, abriendo apenas mis labios arrimando con timidez mi lengua cuando él rápidamente se adelanto y en un arrebato de deseo y ansiedad lamió mis labios y mi lengua con la suya.

Impregnándome su sabor, marcándome con sus besos recorría mi piel con su lengua y mordía levemente en lugares que estremecían mi espina dorsal.

No me mordía con la intención de algo más, solo saboreaba mi piel y me dejaba marcas.

Jugaba conmigo. 

Me hacía experimentar. Pasaba de mis labios a mi cuello, a mis oídos, a mis labios de nuevo y usaba su lengua de guía reconociendo cada lugar dentro y fuera de mi. 

Era verano en mi interior: caluroso y ardiente. 

Quemaba, mi piel quemaba en cada beso que el propinaba sobre mi piel. 

El aire se volvía pesado, intenso.

Se sentó a horcajadas sobre mi y enredo sus piernas en mi cintura. 

¿Cuando me volví así

  — Bésame— ordeno jadeante. — Tócame. 

¿Cuando fui alguien obediente

Sus palabras hacían eco, se repetían en mi interior y obligaban a seguir sus ordenes. 

Me obligaba a mi mismo, yo quería hacerlo. 

Quería besarlo, quería tocarlo. 

Lo deseaba. 

Lo deseo.

Moví mis manos con cuidado a su rostro, él llevaba sus ojos cerrados inclinando su cuello hacia atrás esperando por mis caricias. 

Al tocar su piel lentamente note como se erizaba y me sentí lleno de poder. 

Exponía su piel ante mi. Yo jamás sería tan valiente, pero él era diferente. Tan distinto a mi el se ponía en mis manos sin miedo a caer y yo en cambio le miraba gozar temiendo que el se arroje al vació desde entre mis dedos. 

Yo no podía entregarme como él hacia.

Yo temía, pero verlo satisfacerse con mi piel me hacia desear dejar ser preso del dolor y permitirme aquel placer.

Tome con seguridad su rostro entre mis manos y me acerque a el.

Me estaba dejando caer al vació. No, al contrario. Caminaba al borde del mismo, lo contemplaba con la seguridad de que alguien no me dejaría caer:

Taehyung. 

Nos estábamos rozando, mucho, estábamos muy, muy, cerca. 

Lo necesito. 

Mire sus labios antes de cerrar mis ojos y lo besé como si fuera lo último que hiciera en mi vida. Como si vida dependiera de ello.

Nos besamos, pero aquello era más que besarse. Era como comer cuando has estado hambriento, como beber cuando has estado sediento  

Gimió, gimió ante mis toques, ante mis besos. Era la gloria.

Enrede mis dedos en su cabello, las hebras se deslizaban entre mis manos siendo lo más suave que jamás haya tocado. 

Hemophobia | VKook EDITANDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora