En la secundaria McKinley lo nuevo se asomaba. Él no sabía como reaccionarían ante lo diferente ¿Y quien lo haría? El mundo le teme a lo diferente.
El equipo de fútbol del año pasado había molido a golpes a un chico porque veía Grey's anatomy, ellos eran muy bestias aveces. Le dijeron al chico que las series son para nenas y que si quería ser doctor debía ir a una universidad y no ver series de romances en hospitales.
Todos tenían secretos, cosas ocultas que, por temor, no se atrevían a rebelar. Pero aun así criticaban a los demás. En fin, eran todos unos hipócritas. Iban por ahí metiendo perdedores a la basura y tirándoles granizados en la cabeza como si fueran lo mejor de lo mejor, pero nadie podía reprocharles lo que hacían.
Luego estaban las porristas, las chicas fresa que no comían un gramo de harina. Los del equipo de futbol y ellas, hacían una buena pareja. Eran totalmente, el uno para el otro. Más superficiales que el colorante.
Pero que más da. Así es la secundaria.
Entre uno de los marginados, se encontraba Kurt. El chico callado que nadie conocía. Muchos decían que tenia pensamientos suicidas y cosas por el estilo. Algunos decían haberlo escuchado cantar en la duchas después de educación física, por lo que ganó su primer granizado.
—Hey Hummel—dijo el moreno jugador de fútbol con un vaso rojo en la mano, acercándose hacia él junto con el capitán y otro jugador detrás.
Kurt cerró los ojos y sintió el frío correr por su espalda, pecho y ciertas partes por lo desnudo que estaba. En su mente los maldecía, su dia ya llegara, se dijo asi mismo. Levanto la cabeza y vio al capitán, Finn Hudson, mirando hacia un lado del vestidor. El era un cómplice y el único de los chicos que le caía bien, muy bien se podría decir. Una vez había salvado su chaqueta favorita de caer en la basura.
Kurt quedo inmóvil por un momento, pero al escuchar las risas resonar en los vestidores, salió corriendo a las duchas, otra vez.
•••
Al entrar a la cafetería busque a Mercedes con la mirada. La divisé y me acerque a la cola de comida donde la encontré sirviéndose una especie de papas fritas en bolita, sus favoritas.
Mercedes es mi mejor amiga desde los 10 años. Siempre ha sido la llenita de color que pone a todos en su lugar. Bueno, hasta que entramos a la secundaria.
—Escuche que te tiraron un granizado—la cola avanzó.
—Si, aun tengo colorante en el cabello—respondí. Ew—Pensé que intentabas hacer dieta, amiga.
—La estoy haciendo–me miro con esa mueca característica de ella—Debo comer vegetales ¿verdad? Pues las papas son vegetales y estas bolitas están hechas de papas.
Excelente excusa.
—Si—refuté—¡Fritas!
Rodó los ojos y se dirigió a la mesa donde se encontraban Tina y Artie.
Artie esta en silla de ruedas y Tina es muy servicial, por lo que son cercanos.—Ho-ho-hola chicos—tartamudeó Tina.
Agradezco poder sentarme con ellos en el almuerzo. De por si me consideran un perdedor y comer solo, solo aumentaría esas expectativas.
Estamos en la segunda semana de nuestro segundo año y no nos ha ido tan bien a nivel social. Se puede notar claramente porque estamos sentados en la esquina de la cafetería, junto a los chicos raros de cabello largo y rizado.
—Escuche que abriran las inscripciones para el equipo de futbol—hablo Artie.
Lo mire de forma extraña. Nadie aquí quiere entrar a ese equipo de idiotas.
—Me tiraron un granizado hoy, no gracias.
—Escuche que buscan un pateador—eleve las cejas en forma de "interés"
Me miraron y nadie más habló.
—¿Como les fue hoy, chicos?—espere su respuesta pero nadie habló.
Me resigne a comer la ensalada de la cafetería con el tenedor plástico. Al rededor todos platicaban, la bulla resonaba en la gran sala y yo solo estaba sentado, ahí, aislado.
Voltee y dirigí mi mirada hacia el centro del comedor donde se encontraban Finn y sus amigotes. Él era muy tierno, todas las chicas suspiraban cuando pasaba por los pasillos, con sus dos metros de altura y sonrisa encantadora. Y aunque no era un tipo sexy, atraía como el metal a un imán.
Mientras lo veía me tope con la mirada de una chica de cabello marrón y nariz enorme, me devolvió la mirada desafiante y se volteo mientras seguía haciendo unos carteles raros.
La había visto un par de veces por los pasillos caminando a mil por hora de salón en salón. Una vez escuche que es miembro de la mayoría de clubs y le suben nota por eso. Que estrés.
El timbre sonó y me dirigí a mi ultima clase. Tenia inglés con el Sr. Shuester. No se si solo era yo pero tenia la impresión que parecía un Justin Timberlake viejo.
«SIGUIENTE CAPÍTULO 31 DE MARZO»
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Popular gay
RomanceLa típica historia del romance entre el capitán del equipo de futbol y la sexy porrista suele ser interesante, solo que esta no es una de esas historias.