Los gritos de aliento y emoción me llenaron de una extraña alegría al ver como me cargaban en sus hombros gritando mi nombre. El punto ganador había sido a causa mía y estoy empezando a creer que fue pura suerte. No sé como fue que llegue a esa línea blanca, la cual por cierto no me sé el nombre ya que no suelo prestar atención a las clases de teoría.
Los chicos del equipo me elevaron y gritaron mi nombre en coro al igual que toda la tribuna de McKinley. Apareció un sentir alegre en mi pecho y no pude dejar de sonreír.
Habían pasado ya unos minutos desde que el equipo me había dejado en el piso y habían ido a cambiarse. Me quedé un rato observando la cancha en donde, por unos segundos, tuve la ilusión de ser un buen jugador. Voltee ligeramente con la intención de ir a los vestidores, pero una mirada choca con la mía. El chico porrista. Me sonríe y saluda con mano desde lejos mientras se acerca a mí con rostro amigable.
¿Les ha pasado que alguien los saluda y en verdad no estaba a saludándote a ti, si no al de atrás? Es vergonzoso, temo decir que lo digo por experiencia propia.
Veo hacia los lados algo confundido por si no había alguien detrás y choco miradas con él nuevamente. Cada vez se acercaba más y yo no sabia que cara poner, ¿Sonrío? ¿Le hablo? ¿Me hago el muerto?
—Hola—dijo con una sonrisa.
¡Responde, responde!
Sonrío ligeramente.
Duda—Te vi jugar, solo quiero decirte que tienes potencial, créeme que lo sé—hace una pausa y no respondo—¿Cual es tu nombre?
—Kurt—digo en tono bajo luego de unos segundos.
—Soy Blaine—sonrie y estira su mano. La estrecho.
—Un gusto—digo ligeramente mirándolo a los ojos y rompo el saludo quitando mi mano y bajando la mirada al sentir una especie de electricidad en mi.
Me mira algo curioso y ve a la cancha.
—¿Es la primera vez que juegas?
Asiento.
—Amo ver a los chicos jugar. La verdad, amo el fútbol americano, pero no nací para jugarlo. Tu lo haces muy bien—sonríe.
Este chico sonríe mucho.
—Solo fue suerte.
Niega.
—Fue más que suerte—me mira.
—¡Hey, Blaine! ¡Deja de coquetear!
Él voltea y puedo ver como el grupo de porristas lo ve esperando y riendo.
—Soy gay—me dice—Siempre están molestando cuando hablo con chicos—rueda los ojos divertido y se encoge de hombros ligeramente—supongo que ya debo irme.
—¡Blaine, dale tu número y vámonos!—grita una rubia detrás de él.
Me mira algo avergonzado y rápidamente desvía la mirada.
Puedo darme cuenta que intenta decir algo, pero se retracta y hace una mueca. Acomoda su bolso deportivo y extiende su mano hacia mi.
—¿Me prestas tu teléfono?
Frunzo el algo ceño confundido y él, aun con su mano extendida, eleva las cejas y asiente insistiendo. Le tiendo mi teléfono y espero a ver que hace.
Teclea unas cuantas cosas y me lo devuelve.
—Es mi... número—ve a las chicas detrás a los lejos y vuelve a verme—Nos vemos—dice no sin antes sonreírme por milésima vez.
Se aleja con su bolso al hombro y unos metros más allá voltea la mirada hacia mi y vuelve a sonreír. No puedo evitar mirar su parte trasera y sin querer muerdo mi labio.
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Popular gay
RomanceLa típica historia del romance entre el capitán del equipo de futbol y la sexy porrista suele ser interesante, solo que esta no es una de esas historias.