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Sus labios eran cálidos, dulces y adictivos. Eramos solo él y yo en el vacío. Mis manos tocaban el piso helado a los lados de su cabeza y una parte de mí me pedía que no terminara nunca. Y ese fue mi primer beso.

Me separé, por falta de aire o algo así. Me miró a los ojos, su mirada me penetró y por unos momentos me sentí desnudo. Aparté la mirada avergonzado, mis mejillas ardían y yacían rosadas dandole un aspecto vulnerable a mi rostro, mientras que una pequeña sonrisa se asomaba en el de él. Me aparté y senté a un lado acomodándome la mochila mientras él observaba cada movimiento que yo realizaba. Le extendí la mano y él con gusto la tomó. Se enderezó y mojó sus labios a lo que desvié la mirada mientras ideaba un plan para escapar.

—Tengo que irme.

—Kurt—me llamó y tomo mi mano evitando que me aleje—¿Lo de mostrarme la escuela sigue en pie?

Dudo.

—No..., yo—sigo dudando—no lo creo, perdona.

Camino a lo largo de los pasillos vacíos mientras trato de averiguar que hice. Estupido Kurt.
Entonces miro hacia atrás con la ilusión de verlo seguirme, pero ¿adivinen que? Se había ido.

•••

—¿Que te besó?—grita Mercedes emocionada a lo que se tapa la boca riendo.

—Algo así—le respondo mientras sacó mis apuntes de biología

—No, Kurt, en cuestión de besos nunca hay un "algo así"—explica—¿y que pasó?—alarga sonriendo—Quiero saberlo todo ya mismo—exige.

—En resumen, me separé y huí—lo pensé. Tal vez fui un idiota.

—¿Como que huiste?—frunce el ceño asombrada—Creí que te gustaba.

Veo a la anciana profesora pasar y dirigirse a su escritorio.

—Perdón por la demora, chicos—se acerca a la pizarra y escribe ADN.

Miro a Mercedes para que me ponga atención y uso un tono más bajo.

—Me gusta, pero... es que no lo sé. Es lindo y sus ojos son como—suspiro—su espalda y esos labios—digo mientras los imagino—yo solo... no lo sé.

—Pareces niña hablando del niño que te gusta—la miro amenazante. Y si las miradas mataran... Ella eleva las manos en son de defensa y sigue—No vayas a perder tu oportunidad, Hummel.

—No quiero hacerlo—digo y recargo mi rostro en el brazo que estaba apoyado en la carpeta.

•••

Oí que hoy eran las audiciones de porristas para las de primer año, una fila interminable de niñas se extendía por todo el pasillo hasta llegar al gimnasio y de ellas, solo el 3% solía entrar. Las demás regresan a sus casas resignadas y con sueños destruidos por Sue, en verdad es una mala persona. Las niñas en faldas cortas reían y cuchicheaban siendo algunas objetivo para los chicos que pasaban. Pasé junto a ellas prestándoles mínima atención con la cabeza en alto y mis libros junto a mi pecho. Yo podría ser una buena porrista.

Oí mi nombre en un susurro el que se convirtió en un llamado al cual respondí volteando. Busqué con la mirada y segundos después un jalón me llevo a la sala de audiovisuales. Me giré desconcertado y ahí estaba de nuevo. Su cabello brilloso y sedoso me deslumbró e intente no caer ante su sonrisa.

—¿Que crees que haces?—reproché.

—Quería hablarte—dijo calmado.

—Escucha, no sé que paso en el pasillo, ¿Si? No quiero llamarlo error, pero tal vez fue eso—no podía mirarlo a los ojos—Soy gay, Blaine, pero no puedo ir por los pasillos gritando al aire que eres mi novio. Por fin tengo una buena reputación, no me golpean, no me insultan ni tiran a la basura y estoy en el equipo de fútbol junto a los populares—empiezo a hablar más rápido—Ni yo sé que está pasando en mi vida. Quiero creer que todo está bien, pero-

¿y adivinen qué?

Popular gayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora