Cap 8: Muerte y los lobos gemelos.

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- Es tu turno - decía el humano mirando ahora al lobo negro, este aplasto las orejas contra su cráneo y le mostró los dientes - no me gruñas, lo único que quiero es curar esa fea herida en tu pata - le dijo mientras tomaba un nuevo algodón con desinfectante y limpiaba la mordedura que tenia el animal; este se tranquilizo al no sentir dolor o ardor en su herida cuando el algodón toco su carne expuesta - no hagas movimiento bruscos - le recomendó mientras vendaba la herida con un poco de fuerza - listo, vendré mas tarde con un poco de carne para que coman.

 Adam guardo todo una vez que termino y luego se dirigió hacia la habitación en donde se encontraba Muerte, dejando la puerta del cuarto de los lobos entreabierta por si querían salir a investigar o para que no se sintieran atrapados.

 Entre Demert y él lograron bañar, curar y limpiar las heridas del ángel, quien dormía profundamente desde que lo sacaron de aquella horrible cueva. Luego de curar al jefe de la parcas se dirigió a la cocina para darles algo de comer al par de lobos heridos, quienes casi le saltaron encima por sacarle el trozo de carne que llevaba en sus manos.

- Ya no aguanto mas - murmuraba el perro mientras comenzaba a caminar rumbo al cuarto del humano, quien le seguía arrastrando los pies, él solo quería darse un relajante baño e irse a la cama.

A la mañana siguiente.

 Adam dormía plácidamente en su cama con el perro durmiendo en sus pies, se sentía tan cómodo y calentito que no quería levantarse ni para desayunar, o al menos eso tenia pensado cuando escucho el inconfundible gruñido de Demert, quien parecía muy molesto. El humano se giro y miro a lo que el sabueso gruñía con tanto fervor, encontrándose con uno par de bolas de pelos sobre la cama.

- ¿Que hacen ustedes aquí? - pregunto extrañado al ver al lobo blanco y al negro recostados a su lado izquierdo de la cama, ambos parecían divertidos molestando al perro, quien se encontraba ahora en el suelo con cara de ofendido.

- Adam - le llamo una voz espectral, el humano se giro con ambas cejas alzadas en una mueca de sorpresa al ver al ángel de la muerte sentado en una silla, con un libro en mano y vistiendo elegantemente una camisa blanca junto con un pantalón de gabardina negro y unos zapatos de cuerpo negro - si querías mascotas debiste tener gatos - decía mirando a los dos lobos y al perro como si fueran cucarachas.

- Oigan, no pelen - les pidió cerrando sus ojos en una muestra de cansancio, ya se había olvidado lo frío y antisocial que podía llegar a ser Muerte - ¿se sienten mejor? - les pregunto con una ceja alzada, los lobos se miraron entre ellos antes de aullar como afirmación mientras que el ángel simplemente asintió mirándole con sus filosos ojos violetas - que bien, ahora fuera, quiero seguir durmiendo - los corrió mientras se volvía a recostar en la cama y se tapaba con las colchas hasta la cabeza.

 El lobo blanco se arrastro hasta donde se encontraba el humano y busco con su nariz la mano del castaño, tomo con su hocico la muñeca y mordió suavemente en un intento de que le preste atención. Muerte fulmino con su mirada de hielo al lobo blanco, quien aplasto sus orejas en el cráneo y se alejo de Adam con miedo al señor de la muerte.

- Sarnosos - murmuraba con asco el ángel mientras se ponía en pie y se acercaba al humano, quien se destapo y miro al ser sobrenatural con una ceja alzada.

- ¿Te quedaras? - le pregunto mirándole seriamente, Muerte lo pensó unos segundos antes de asentir. Ya no tenia un lugar al cual ir, ya no quería seguir vagando sin rumbo y de que humanos asquerosos busquen su poder para su propio beneficio, pero con Adam era diferente, ese pequeño humano siempre le hacia sentirse bien, como si estuviera en casa, ademas de que el castaño nunca le tuvo miedo ni le trato como un monstruo, él le trataba bien y se preocupaba por su persona, Adam era el único ser humano que en verdad adoraba, después de todo, Adam se había ganado el cariño de la muerte - ¡Genial! - grito con felicidad sobresaltando a los caninos y haciendo sonreír levemente al ángel.

- ¿No piensan presentarse o es que no tiene educación? - les pregunto Muerte mirando con indiferencia a los dos lobos y al Hellhounds, quienes se contuvieron para no gruñir al jefe de las parcas.

 Los lobos se miraron entre ellos antes de empezar a cambiar; sus garras se transformaron en dedos y manos humanas, sus feroces fauces con sus grandes colmillos se convirtieron en labios y dientes inofensivos, sus pelajes desaparecieron dejando en su lugar piel lampiña.

- Gemelos - murmuro Adam al ver a los gemelos casi idéntico que habían tomado el lugar del lobo blanco y el lobo negro, tenían la apariencia de jóvenes de 29 años: ambos tenían el cabello castaño y la piel pálida, sus grandes ojos pardos miraban al humano con diversión. Lo único que los distinguía era el pequeño mechón negro o blanco que pasaba por el flequillo, sus cabellos eran alborotados y a simple vista, parecían suave al tacto.

- El es Jeorge - señalo el gemelo que tenia un mechón negro.

- Y el es Abel - decía el gemelo con el mechón blanco señalando al que tenia el negro.

- Y ambos somos Hombre-lobos de primera generación - dijeron ambos al mismo tiempo con una sonrisa divertida.

Una manada diferente (Yaoi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora