Cap 19: El dragón y el fénix.

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 Theo escuchaba con detalle todo lo que el humano hacia, no confiaba nada en él y no iba a dejar de vigilar cada uno de sus pasos buscando alguna falla en su mascara que le permitiría ver sus verdaderas intenciones. Había vivido más de mil años, ya conocía de la naturaleza humana y de sus hábitos engañosos y sanguinarios. El dragón miro a Sebastian con preocupación, el pobre había sido cortado por la hoja de una filosa katana de cazador. Los dos estaban tan concentrados en lo que hacia Adam que se sobresaltaron cuando escucharon la puerta de la habitación abrirse. Muerte se deslizo en la habitación con el ceño ligeramente fruncido, mirando a los dos nuevo con molestia y suspicacia.

 Theo era un hombre de piel canela y de rebeldes cabellos rubios cenizas, sus ojos rasgados eran de un cálido naranja rojizo; el dragón tenia una pequeña cicatriz en la quijada dándole un aspecto aun más fiero y salvaje del que ya tenia. Usaba una camisa blanca con lazos y un pantalón rojo ajustado, junto con un cinturón negro que sostenía una hermosa espada medieval que brillaba cual plata. Usaba botas de cuero negro con hebillas doradas, su cabello rebelde le hacia parecer como un fiero león de ojos rojizos. Era valiente, pero ante el ser que acaba de entrar él se volvió repentinamente cobarde y dócil.

 Sebastian era un hombre de largo cabello negro azulado amarrado en una cola baja, sus vacíos ojos violetas eran muy profundos, vacíos e intimidantes y su pálida piel le hacían parecer como un muerto. Su cara era el rostro de un hombre aristocrático, tenia músculos pero no se notaba por lo esbelto que era. Sebastian usaba una remera manga larga y un pantalón suelto de ceda negra junto con un par de botas de cuero negro, sobre la remera llevaba una túnica blanca sin manga manchada en la espalda por la sangre de la herida que tenia el Fénix y ajustada en la cintura por un cinturón de cuero marrón. En su cuello llevaba una bufanda de lana blanca, muy larga y que le hacia ver extrañamente elegante.

- ¡Adam! - exclamo Muerte viendo como el humano salia del baño con una toalla húmeda entre sus manos.

- Ah, hola Muerte - decía el joven sonriendo alegremente al malhumorado ángel, ignorando la molestia del jefe de las parcas - pensé que te vería en la biblioteca, pero ya que estas aquí... ¿Me podrías ayudarme? - le pregunto haciendo ojos de cachorro.

- Esta bien, pero limpia la herida antes - decía dirigiendo su mirada a Sebastian, quien le devolvió la mirada sin expresión en su rostro - no pienso mancharme las manos de sangre - susurro mirando con asco el liquido rojo que emanaba de la herida - ¡Y tú! ¡Ven aquí! - le ordeno al dragón, quien se acerco obediente mente al poderoso ángel de la muerte.

- Jejeje, no seas tan rudos con los heridos - decía Adam con una gota en la cabeza viendo como trataba al dragón rubio.

- Luego hablaremos Adam... - murmuro con un aura de amenaza a su alrededor causando un escalofrió en Theo y Sebastian, pero el humano solo sonrió y asintió.

 Adam ayudo al Fénix a sacarse el cinturón y la túnica blanca luego hizo que el peliazul se recostara boca abajo en la cama, levantándolo un poco la remera para dejar al descubierto la herida que tenia en la espalda. Con mucho cuidado comenzó a limpiar la sangre con la toalla tratando de no tocar mucho la fea herida que tenia el Fénix en su espalda. Muerte observaba de reojo todo lo que el humano hacia curando sin ganas las heridas del dragón, quien le observaba haciendo una mueca rara con su labios (parecía un perro apaleado).

 Después de que el castaño hubiera limpiado la horrible herida, Muerte la curo de mala gana rogando en lo más profundo de su mente que al Fénix le de una fuerte infección y desapareciera.

 Cuando el Dragón y el Fénix estuvieron completamente curados, Adam le enseño la habitación que ahora seria de Theo intentado ignorar la fría mirada que él ángel le dirigía de vez en cuando, que le siguió en todo momento para evitar cualquier tipo de desastre. Sebastian se durmió tranquilamente sobre la cama, ya curado y limpio, mientras que su compañero se fue a dormir a su nueva habitación estando atento y precavido a cada sonido que había en la mansión.

 Una vez que los nuevos estuvieron cómodos en sus cuartos, Muerte tomo a Adam de su muñeca con un agarre firme y luego lo arrastro hacia la biblioteca ignorando olímpicamente a Demert, quien esperaba al humano para así poder irse a dormir sin molestar a nadie y, de paso, preguntarle sobre el rubio y el peliazul herido que el castaño había traído.

 El ángel entro en la biblioteca azotando la puerta y arrastrando consigo a un desconcertado castaño importándole muy poco que hubiera heridos que necesitaban descanso en la mansión, a él solo le importaba tener una muy buena charla con el humano.

- ¿Por qué los trajiste? - le miro fijamente cerrando cruelmente la puerta en la cara del perro infernal cuando este intento seguirlos.

- Necesitaban ayuda, no podía dejarlos ahí tirados - explico tranquilamente mirándole con disculpas, intentando no alterar a Muerte más de lo que ya estaba - intenta llevarte bien con ellos, puede que encuentres algo que tengan en común y se hagan buenos amigos. Nunca se sabe.

- ... - el ángel miro al humano con cierta molestia. Adam era el único amigo que él tenia, era alguien muy especial y querido, pero aveces le desesperaba tanto la bondad que caracterizaba a este hombre en particular que le daban ganas de darse cabezazos contra alguna pared o mesa o incluso zarandear al menor para ver si así le entraba algo de sentido común en esa cabeza castaña - supongo que no tengo opción - murmuro soltando un fuerte suspiro de puro irritación - pero no prometo nada - pero Adam ignoro eso ultimo, el chico se había lanzado para abrazar a su amigo, quien sonrió de medio lado acostumbrado a esas muestras de cariño de parte del castaño.

- ¿Sabias qué eres el mejor? -  abrazo con fuerza al mayor escuchando la suave y tranquila risa del ángel, algo muy extraño de escuchar viniendo del ángel de la Muerte. 

- Si, hace mucho que lo sé - suspiro sonriendo de medio lado disfrutando de ese cálido y raro momento sin los ojos curiosos de esos chuchos.

Una manada diferente (Yaoi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora