¡Hola! Si, si, no tengo perdón de Dios por mi tardanza, pero porfavor, pendonenme.
Espero que les guste este nuevo capitulo.
Le di un nuevo giro a la placa, buscando buscar el engaño, la mentira oculta tras lo que parecía ser una inminente verdad.
––Ni en un millón de años aceptaré ––aseguré reacia a abandonar mi postura.
Frente a mi, una docena de los mas altos cargos del Hospital me miraban ceñudos y sin ningún intento de disimular su desaprobación a mi actitud.
Casi escuchaba sus voces en mi cabeza diciendo “¡Dios mio! ¡Qué mujer mas desalmada! ¿No le da vergüenza?”
¿Verguenza? Eso era lo que menos sentía dadas las circunstancias. Un leve carraspeo resonó y todos nos giramos hacia el dueño de el.
––Quiero que esté conciente de que desobedecer una orden como esta acarreará su expulsión inmediata del programa. No acepto tener en mi hospital a una pasante irrespetuosa, desobediente y que no esta comprometida con ayudar a todos los pacientes que pueda. Y menos si lo hace por una causa de poca importancia.
Oh no, el no había dicho eso, ¿o si?
Bastardo infeliz.
––¡¡¿Poca importancia?!! ––chillé como una urraca––. ¿Poca importancia? ¡Usted no sabe nada! ¿Cómo se atr...?
Alguien tosió y me detuve para fulminarlo con la mirada. Todos estaban impresionados y de pronto un zapato conectó con mi pie. Pegué un brinco y me encontre con Cesar mirandome con el ceño levemente fruncido.
––Oh, disculpame. ¿Te he golpeado? ––¿En serio? Dudaba seriamente que lo lamentara, y sobretodo que no lo hubiera hecho a proposito y no en un intento por callarme antes de que abriera mas la boca––. Lo siento. Ha sido un accidente. ¿Te ha dolido?
Mi enfado se multiplicó por mil.
¡Era un descarado cinico! Además de hacerme perder el hilo de mi conversación, había logrado hacerme hacer el centro de atención. Cosa que odiaba.
––Un poco ––siseé––. No se preocupe.
Cesar sonrió mostrandole a todos una faceta falsa.
––¡Vaya! Para ser una desalmada abandona-enfermos-sin-memoria es muy educada.
Mi mandibula cayó y puse sentír como se disparaba la tensión en el aire.
––¿Una qué? ¿Cómo me has llamado? ––gruñí mientras devolvía la patada de una forma poco discreta––. Oh, lo siento. ¿Te he lastimado?
Le vi abrir la boca para replicar y tensé mis musculos a la espera de un nuevo golpe bajo. ¡Esta vez no me iba a atrapar con la guardia baja!
ESTÁS LEYENDO
AMNESIA
RomanceLa suerte resulta algo caprichosa, todos la buscan, pocos la consiguen. Los traumas nunca se olvidan, y aunque todos dicen que debes superarlo, ¿qué saben los demás lo que es vivir algo que no puedes superar? Hay heridas que nunca curan, y Natalia...