17. Viva

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¿Existía algo llamado destino, suerte? ¿Vale la pena luchar contra él? ¿El destino lo forjamos nosotros o solo vamos dando tumbos intentando huir de una realidad inexorable? Era una de las tantas cuestiones existenciales que daban vuelta en mi mente ahorita. Tenía dos cuestiones importantísimas de las cuales ocuparme, ambas de carácter urgente. Bueno, eran tres pero Matías y sus muy fundadas sospechan eran el tema menos grave.

Mis dedos teclean impacientes en la computadora. Confieso no ha sido fácil. Confieso que ha sido infernal. La verdad empuja mi conciencia hacia abajo, al piso, muy hondo, muy profundo. ¿En qué momento había quedado presa en este entretejido mundo de mentiras donde ya ni sabía que versión le había dado a cada miembro de mi circulo cercano?

He sido inconsciente e irresponsable, volviendo a poner la integridad de quienes me rodean en peligro. Mauricio es un asesino, un hombre que mata a sangre fría y que no tiene ningún tipo de escrúpulos. Parte de mi lo sabe, pero otra parte es débil, es benévola e humanitaria y no quiere dejar a su suerte a alguien que en este momento se encuentra débil, solo y perdido.

-¿Qué haces?

Matías metido en un boxer negro ajustado y una taza de humeante café negro bajaba por las escaleras. Sus ojos hinchados por el sueño y enrojecidos me miran tras tupidas pestañas negras.

-Estoy buscando información sobre las principales pruebas de V.I.H -respondo mientras mis ojos devoran la información. Como una cruel casualidad Shows Most Go On se traga el silencio que me rodea-. Necesitamos saber lo más posible para ayudarlos, retrovirales, todo eso. El apoyo es muy importante para ellos. Más que las consecuencias fisicas el VIH causa una depresión horrible. No quiero eso para ellos.

Matías deposita la taza caliente sobre mis manos, pausandome de momento. Apoyó el mentón en el hueco entre el cuello y el hombro, soplando aire caliente como un dragón. Sus brazos me rodearon y cerré los ojos rendida a su contacto, a su calor. El corazón se me hinchaba lleno de un calorcito maravilloso.

-Eres la mejor amiga que cualquiera pudiera tener. Soy un hijo de puta con suerte de que hayas decidido aceptarme.

Ay lo adoro.

Acepté su elogio un poco avergonzada. Me parecía ridículo como me avergonzaba que me tirarán flores.

-Gracias por estar conmigo -apoye mi peso en tu torso y disfruté aún más del calor que se expandía y nos envolvía. Solo interrumpido por el desazón que me producía la situación de Franco y Antonio. ¡Y ni olvidar a Mauricio! Otra mierda que me explotaba en la cara-. No sé qué hacer para ayudarlos. Necesitamos encontrar an Antonio. Lo más seguro es que se haya hecho la prueba, pero nadie sabe nada de él.

No podía ver a Matías pero percibí como fruncía el gesto.

-No estoy seguro de que se haya hecho el examen -respondió bajito, evitando alzar la voz y despertar a nuestro afectado huesped-, si supiera que tenga una mierda así estuviera cavando un hueco en la tierra para meterme y salir nunca. Tomando en cuenta que bueno... Lo más seguro es que de positivo.

Cerré los ojos apesadumbrada. Mierda. VIH. ¿Cómo llegamos a esto? La pena y el pesar se sentía casi palpable en ese espacio reducido. Quería llorar, quería gritar. Quería abrazarlo y protegerlo de toda la porquería que se le venía encima. El mundo era una perra y iba a querer tragárselo.

-Es muy díficil que de negativo. Más que nisiquiera sabíamos que había algo de qué preocuparse -el asintió dándome la razon-. Y todos sabemos que ellos pasaban la vida follando. Es... Es muy jodido todo.

-¿Qué es lo último que sabemos de Antonio? ¿Cuando se enteró? ¿Cómo llego la pelea?

Inmediatamente puse cara de culpable. Franco entro en un especie de trance donde solo lloraba y se fustigaba, arrastrándome a mí también a la miseria donde solo quería tirarme al suelo, revolcarme y llorar con el.

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⏰ Última actualización: Jun 02, 2020 ⏰

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