1.

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Busco en mi bolso los materiales que necesito tratando de que mis dedos no se vuelvan gelatina, tomo el lapicero en mi mano, pero este se cae, lo tomo de nuevo y se vuelve a caer, una tercera vez lo intento y esta vez logro tomarlo, mis dedos están resbaladizos, estoy transpirando, pero ¿cómo no hacerlo? Es imposible, ¿cómo no hacerlo, cuando el dios griego ordenó con voz firme y ronca que sacáramos nuestros cuadernos y lapiceros? Es imposible.

Tomo varias bocanadas de aire tratando de tranquilizarme pero no puedo, no soy capaz de hacerlo cuando siento su mirada sobre mi atravesándome, espera ¿su mirada? Levanto rápido la vista y miro en su dirección, efectivamente, esta mirándome pero casi al instante aleja la mirada de la mía, ahora si que estoy nervioso, estoy temblando, casi que parezco estar en un terremoto privado.

Pongo el cuaderno de apuntes sobre la mesa y a un lado los lapiceros, el dios griego está leyendo algo en un libro.

Un momento después levanta la mirada y se queda pensando un momento ¿en qué? Su mirada baja hasta mi pero sólo una milésima de segundo se conecta con la mía, de pronto me pican los labios, de pronto quiero abalanzarme sobre él.

Se voltea y se dirige hacia el tablero, comienza a copiar, mientras que él lo hace observo como sus músculos grandes se tensan en su camisa y se marcan deliciosamente, lamo mis labios, mientras todos copian lo que el escribe en el tablero yo lo miro e imagino muchos escenarios con él. Ahora, ni que decir del trasero que se le marca en los pantalones. ¡Madre de Dios!

Aun no puedo creer que haya cambiado tanto, recuerdo cuando era más joven y lo lindo que era, aunque ahora esta mucho mejor, aun recuerdo cuando hablábamos y cuando reíamos y jugábamos por horas, él es mayor que yo, pero eso no importaba, recuerdo como a veces rechazaba salir con sus amigos solo por jugar conmigo, pero todo eso cambio, él cambio, pero lo entiendo perdió a su familia, pero lo más doloroso es que perdió a su madre, y se como se siente eso ...

—¡Stilinski! —Un grito me saca de mis pensamientos.

Miro hacia todas las direcciones hasta que veo que es Derek quien me llama, trago saliva al ver su expresión sería, aun así estando enojado se ve malditamente caliente.

—Lo siento, me distraje un poco —Susurro quedamente.

—Si eso noté, después de que terminen las clases, ve a mi oficina —Me ordena el dios griego con voz firme pero sin gritar.

—Esta bien —Le digo en un tono casi sumiso, ¿cómo no contestarle de esta manera? Si habla con su voz grave y ronca, de seguro que si me pide que limpie la institución entera solo, lo haría sin titubear.

—Ahora, copia lo que hay en el tablero —Apunta con su dedo hacia atrás, yo asiento y comienzo a hacerlo.

¿Qué querrá en su oficina? -No lo que quieres, Stiles- Responde mi subconsciente, maldito.


•••


Tomo una de las bandejas azules y sigo la fila, tomo unas papas fritas, arroz de pollo, ensalada de lechuga y una Coca-Cola, Scott también toma lo mismo, vamos hacia la mesa donde siempre nos sentamos, esta casi al final de la cafetería, nos sentamos y casi al instante llegan Lydia, Jackson, Malia y Allison, Liam debe de estar comiéndose la boca con Peter, aunque es algo que suena asqueroso debo admitir que esos dos son tiernos juntos cuando se lo proponen.

—¿Qué hay chicos? —Saluda Jackson, extrañamente hoy no esta tirando lanzas con sus ojos.

—Todo bien —Respondo mientras comienzo a comer.

—Sí, todo bien, Stiles por poco tiene un orgasmo viendo a Derek escribir —Me atraganto con la gaseosa, y escupo un poco, maldito latino.

—Eso no es cierto, sólo miraba sus músculos llamarme disimuladamente —Digo con vergüenza, Lydia me mira cómplice y ríe.

—¿Así qué es cierto? Derek regresó —Dice Allison mientras come como si no hubiera un mañana, vaya la chica tiene hambre.

—Sip, volvió —Digo, de pronto siento mi cara caliente, ¡Que vergonzoso es esto!

—Disfrútalo —Me dice Lydia al oído. Solo le respondo con una sonrisa y mejillas sonrojadas.

Pero no sé como hacerlo, y mucho menos ahora, cuando parece más inalcanzable que antes.


•••


Guardo los cuadernos en mi mochila y cierro todo bien, tomo los libros y los pongo bajo mi brazo, salgo del salón y camino directo hacia mi casillero, lo abro metiendo la contraseña y guardó ahí mis libros, ya la jornada acabo lo que significa que debo ir a la oficina del dios griego para hablar con él.

Cierro mi casillero y me monto la mochila en el hombro, siento mi corazón palpitar fuerte dentro de mí, estoy nervioso, muy nervioso, quiero ir a la oficina de Derek, pero a la misma vez no, siento miedo y temor pero, ¿a qué? Eso no lo sé, pero tengo muchos nervios, siento mis manos sudar y mis piernas temblar como una gelatina.

Camino por el pasillo derecho opuesto al de los baños y sigo en línea recta, su oficina queda al lado de la sala de maestros, camino y sigo por el pasillo para llegar a las escaleras, subo y giro a la izquierda, paso por la sala de maestros y luego me quedo frente a la puerta de la oficina del dios griego, trato de calmar mi respiración, pero me es imposible, joder Stiles, es Derek, él no muerde (Aunque quisiera que lo haga); pero desechó el pensamiento no queriendo que otra cosa abajo se alborote.

Doy tres toques y espero un momento, oigo pasos acercándose, mis nervios aumentan, creo que en cualquier momento caeré inconsciente, respiro hondo y cierro mis ojos, inhalo y exhalo, abro los ojos de nuevo.

La puerta se abre y la cara de Derek aparece por un lado, un suspiro involuntario sale de mi boca, Derek me mira serio y abre la puerta para dejarme pasar.

Entro casi que rosándole el pecho con el brazo, el olor de su colonia entra por mis fosas nasales y me llega hasta el alma, que huele delicioso por Dios.

—Hola, Stiles —Me giro hacia él y veo que aun sigue en la puerta —Toma asiento, por favor— Yo obedezco y me siento en una silla café muy cómoda que hay al frente de una mesa de estudio.

—¿Querías verme? —Pregunto tímido, le estoy tuteando ¡Estoy tuteando al dios griego!

—Si, te necesitaba para hablar contigo sobre tu distracción hoy en mi clase —Me dice serio. ¿Cómo pretende que no me distraiga, cuándo esta tan jodidamente bueno?

—Lo siento por eso —Digo mirándolo, ahora tengo la oportunidad de observarlo más de cerca, veo como sus ojos son resaltados por esas cejas gruesas y bien perfiladas, sus labios son enmarcados por su espesa barba, como quisiera probarlos —Estaba pensando en sus brazos —Digo mirándolo atontádamente. ¿Sus brazos? ¿¡Dije sus brazos?! —¡Lo siento! Quise decir mis brazos, es que estoy algo quemado por el sol y quería ... ¿aclarar su tono? —Que bien Stiles, ahora si que eres un completo idiota. Derek me mira con una expresión divertida que trata de ocultar, bastardo, pero uno que esta muy bueno.

—En lo que sea que estuvieras pensando, no quiero que te distraigas en clase, Stiles. Están atrasados casi un mes y medio, y necesito que se pongan al día porque los exámenes de fin de periodo están muy próximos a venir —Asiento y de nuevo me he quedado embobado viendo la manera en la que sus labios se mueven al hablar, como al pronunciar ciertas palabras, sus dientes de conejo salen y sin tener sentido alguno, lo hacen ver más sexy.

—Sí, está bien. Trataré de que no vuelva a pasar —Él asiente, y unos momentos después de dice que puedo irme. Esta vez me abre la puerta y se queda lo más lejos de mi posible.

Aquello Que Siempre Quise ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora