17.

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Tres semanas después...




—¿Estás seguro, papá? —Él me mira dudándolo un poco, pero algo en su mirada me dice que realmente está emocionado y esperanzado en esta idea super loca y que ha salido de repente.

—No, no estoy seguro, pero esto es algo bueno y positivo para nosotros —Sus ojos se llenan de lágrimas, pero es fuerte y no derrama ninguna. Es mucho más fuerte de lo que yo no he podido ser. Asiento a sus palabras, le aprieto la mano indicándole que le doy mi apoyo y me recuesto contra su hombro. Él me besa el cabello y me abraza fuerte. 

—Empecemos de nuevo —Le susurro al oído, eso hace que suelte lo que por tanto tiempo ha estado guardando en su pecho. Luego de unos cuantos minutos, se limpia las lágrimas y vuelve a abrazarme.

—Eres lo más importante para mi en el mundo, nunca te atrevas a dejarme —Yo también lagrimeo un rato, y luego ambos respiramos hondo. Los papeles frente a nosotros ya no parecen tan grandes, y se ven menos miedosos, ahora tienen pinta de esperanza. Él parece hablar con sí mismo y asiente, toma las hojas y pone su firma en ellas. Ya está, nuestra casa esta vendida.

A papá se le ocurrió la idea de vender la casa desde hace una semana, al principio pensé que estaba bromeando, pero luego cuando estábamos cenando se derrumbó frente a mis ojos, y recordé que ese día era su aniversario con mamá, estarían cumpliendo veinte años de casados. Esa noche dijo que necesitábamos un cambio, olvidar, pero no dejar ir. Sus palabras fueron algo como: Ella nunca se irá de mí, porque es lo que más he amado en el mundo después de ti, pero ya no está y a pesar de que fue hace seis años, aun no logro olvidarla, y sé dentro de mí que ella hubiera querido que siguiera adelante con mi vida, y estando contigo para protegerte, así que es algo que debemos hacer, tanto tu como yo.

Lloré cuando caí en cuenta de que tenía razón. En estas cuatro paredes he pasado mi vida entera, aquí aprendí a amar, y a ser amado, y los recuerdos son hermosos, unos más que otros, pero es momento de soltar a mamá, y dejar que descanse, y hacerlo yo. Y aunque, la idea me de nostalgia y hasta duela, sé que es lo mejor para ambos. Además, la casa que papá ha conseguido para nosotros es hermosa, también es de dos plantas, un patio trasero gigante ¡que tiene piscina!, un cobertizo en donde se puede hace un refugio, o poner instrumentos para asados. Tres habitaciones, más grandes que estas, paredes color beige, cocina integral, baños espaciosos y muy bonitos. En fin, es una casa hermosa, y es perfecta para nuestro nuevo comienzo.

La verdad es que, antes era egoísta, y no quería que mi padre se enamorara de nadie excepto de mamá, y creo que él lo sabía, pero ahora, él necesita a alguien que cuide de él, y a quien el pueda cuidar. Una mujer que se preocupe por él, que lo quiera y que decida pasar el resto de sus días con él, se que mamá hubiera querido eso para él.

—Está hecho, ¿cuándo nos mudamos? —Él se ríe por mis palabras, y ahora que lo pienso, un cambio me emociona, y me hace feliz. He encerrado a mamá en estas cuatro paredes, pero ella siempre estará conmigo, y con papá.

—Aun tenemos que hacer algunas reparaciones aquí, pero, espero que para la otra semana ya estemos montando las cosas dentro del camión de la mudanza —La casa que papá ha comprado está aun más cerca de la de Scott, queda a una cuadra de la suya, por lo que vernos será aun más fácil de lo que ya es.

Papá recoge las hojas y junta con una grapadora, luego se va hacia donde los nuevos dueños. Es la familia de una de las secretarias que trabaja en la estación en la que papá es jefe. Ella se dio cuenta de que papá quería vender la casa gracias a Chris Argent, y fue la primera en darle una oferta a papá por ella, pero era algo muy bajo, ya que papá gastará bastante dinero en unas cuantas remodelaciones, así que ella dobló la oferta y fue ahí cuando papá no pudo negarse, dejaría bastante ganancia, y le ayudaba a completar el dinero para la otra casa.

Aquello Que Siempre Quise ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora