19.

2.9K 303 13
                                    

Las últimas cajas con montadas al camión, y ahora si que es más que definitivo que nos mudamos, cierro la casa con llave, y desde aquí se ve casi igual, excepto que hemos quitado las macetas con flores del frente, y las persianas no están más sobre las ventanas. Los encargados de la mudanza cierran el camión, papá y yo nos montamos a su auto, y él arranca, el camión lo hace y nos sigue desde atrás.

Solo he ido dos veces a la nueva casa, y no es que recuerde muy bien el camino, así que trato de memorizarlo, pero todo eso se va a la mierda cuando Scott me envía una foto de él y los chicos con ropa divertida frente a mi nuevo hogar, le muestro la foto a mi papá y él sonríe encantado. Es obvio que una mano nos vendría muy bien, y más si son diez pares de ellas.

Llegamos unos minutos más tarde, papa estaciona, se baja del auto y los de la mudanza rápidamente comienzan a bajar las cosas. Son cuatro hombres, todos fornidos y sacados de una revista de moda en donde los hombres se ven sudorosos, pecaminosos y que follan como dioses. Pero son serios, y eso solo los hace más fascinantes, pero yo ya tengo lo mío, que de seguro vendrá más tarde para ayudarme a organizar mi habitación.

Saludo a los chicos, y ellos se muestran enérgicos y con ganas de ayudar, lo cual es muy bueno. Los de la mudanza terminan rápido, lo cual es sorprendente, ya que no es que tengamos pocas cosas entre nosotros dos. Papá habla unos momentos más con ellos, y luego les paga por sus servicios, se montan al camión de nuevo, y cuando se van, uno de ellos me guiña el ojo con una sonrisa ladina que lo hace ver demasiado bien. Pero trato de ser un buen chico, y solo sonrío inclinando un poco la cabeza.

Entramos, y comenzamos a organizar todas las cosas, yo me encargo de mi habitación, aunque solo armo la cama con ayuda de Scott y Liam, cuando terminamos, soy feliz, pongo el colchón encima y organizo lo que más pueda la cama en general, lo demás lo dejaré para esta tarde o mañana, la verdad es que estoy realmente cansado, bajo a la primer planta, y les ayudo a organizar la sala de estar, la televisión, (que para aclarar, mi padre ya la llamó su santuario, así que no creo que vaya a poder entrar mucho aquí) y la cocina. Cuando terminamos, me doy cuenta de que no soy el único que está sudoroso y cansado, aunque ellos sean criaturas sobrenaturales, siguen estando en cuerpos humanos.

Lydia nos sorprende con unas cajas de arroz chino, gaseosas y otras chucherías, y aunque yo no coma esto muy seguido que digamos, como dicen por ahí, uno al año, no hace daño. Nos sentamos en el porche de entrada que es grande, tanto que hasta con todos nosotros sobra espacio, papá y yo planeamos poner unas sillas aquí para cuando vengan los chicos, o nosotros decidamos pasar una tarde viendo el atardecer, al igual que en la antigua casa, estamos rodeados de bosque, si es que no es más, y me encanta.

Unos minutos después de comer y charlar un rato, los chicos se van, y papá y yo quedamos felices de saber que lo único por organizar son cosas pequeñas y nuestras habitaciones. Son las dos de la tarde, subo a mi habitación, y agradezco al cielo haber hecho la cama con anterioridad. Me quito la ropa quedando solo en bóxer, y me tiro a la cama, me duermo tan rápido que no alcanza a pasar un minutos completo.


•••


Una brisa suave y fría me recorre la piel haciéndome erizar, me acobijo y me acomodo de nuevo, pero abro los ojos de golpe al recordar que yo no he abierto ninguna ventana en mi habitación, es más no me he puesto a curiosear por ella para saber cuantas ventanas tiene. Me acuesto en la cama tapado con la cobija y veo que hay una ventana casi al pie de mi cama, está abierta y sin cortina, pero yo no la abrí. Un movimiento a mi derecha me pone alerta, y siento como el corazón se me dispara, utilizo lo más que puedo mis sentidos y escucho como una puerta a mi derecha se abre, las piernas y las manos me comienzan a temblar, trago fuerte y no despego la mirada del lugar en el que la puerta se ha abierto, luz sale de lo que parece una habitación, y una luego sale una forma conocida que me hace devolver la respiración de golpe.

Aquello Que Siempre Quise ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora