Aquello Que Siempre Quise ©

9.

—Señor Stilinski, ¿tiene algo que aportarle a la clase? —Harris me llama desde su asiento frente a la clase, suspiro con desgano, y volteo a mirarlo.

—No, señor.

—Bueno, entonces estese en silencio, y no interrumpa de nuevo, o sino, bien pueda y va hacia la oficina del coordinador —La ganas de rodar los ojos me llenan, pero me contengo de hacerlo, sabiendo que provocaría algo peor. Solo asiento.

Scott me lanza un papel a la mesa, y lo abro mirando antes hacia el flacuchento de lentes que es mi profesor de matemáticas. Volteo a mirar a Scott y asiento. La clase pasa lento, el ardor en mi estómago comienza con algo lento, y las manos me empiezan a temblar igual que hace dos días, y las ganas de lanzarme por esa ventana y quedar en un hospital son grandes, o de lanzar a Harris y que quede de hospital por unos seis o siete meses también suena tentadora, pero afortunadamente, a los dos minutos siguientes suena el timbre de fin de clase, antes de que me pueda decir algo, salgo del salón.

Scott se encuentra conmigo en el pasillo y ambos vamos directo al parqueadero, aunque las clases aun no acaban, creo que lo mejor es hablar con Deaton de una vez.

—¿Está pasando de nuevo? —Me pregunta Scott y solo asiento, me sostengo el vientre con las manos y siento como la energía se dispara por mi cuerpo. El miedo también lo hace y el sudor comienza a brotar de mis poros. No otra, no otra vez, es en lo único que pienso —Calma, ¿sí? Te juro que iré lo más rápido que pueda, ¿está bien? —Asiento de nuevo, no creo ser capaz de hablar sin pegar un grito en el proceso.

Llegamos al estacionamiento, y le paso las llaves de mi coche a Scott, mi cuerpo se tambalea y me sostengo de una pared a mi lado, pero no se como, ni porque, mi mano le hace un hueco al concreto. Scott me mira alterado, y me ayuda a subir al coche, la energía se junta con el dolor y me tapo la boca con las manos para evitar gritar. ¡Mierda!

Scott arranca, y no le presta atención a los coches que le pitan por lo atravesado y rápido que va, solo se concentra en conducir y llegar a la veterinaria, soy apenas consciente de que hemos aparcado, cuando dos brazos musculosos me cargan y me llevan hacia la puerta trasera.

—»¿Deaton? —Scott pega un grito que hace brincar, me deja encima de una mesa, y unos segundos después se escucha la voz de Alan.

—¿Scott? ¡¿Stiles?! —Se muestra sorprendido y hasta asustado cuando me ve sobre la mesa. El mundo se está haciendo borroso, y siento como todo tiembla, me miro las manos y están peor de lo que creí, el estómago me arde demasiado y la cabeza comienza a palpitarme. 

—Disculpa que hayamos venido sin avisar, pero, no sabemos a quien más llamar. Stiles ... No sé que le pasa, pero, tienes que verlo por ti mismo —Deaton se acerca, y me toca el cuello, pero aparta la mano al instante.

—¡Diablos, estás ardiendo! —Me mira preocupado, y luego parece impactado por algo —¿Algún hombre lobo lo mordió? —Scott niega y se acerca también a mirarme, su cara se trastorna, y está demasiado preocupado.

—¿Qué pasa? ¿Por qué miran así? —Soy apenas capaz de hablar, y el ardor aumenta a un punto insoportable. Soy consciente de que estoy gritando y que Deaton se mueve para allá y para acá, Scott está llorando, y mi mundo comienza a temblar más fuerte, me aferro a la mesa y lo último que sé, es que se ha partido por donde la he agarrado. Luego todo se hace negro, y yo quedo en la inconsciencia.

•••

Una mano sobre la mía es lo que me hace despertar, estoy en la misma habitación que hace casi un mes cuando me desmayé estando en casa de Scott. Miro hacia abajo, y veo una mata de cabello negro acostado a mi lado derecho, una mano está agarrada a la mía, la aprieto y Scott se levanta de un salto, mira desorientado hacia todos los lados, y luego mira nuestra manos juntas. Cuando junta su mirada con la mía, sus ojos se llenan de lágrimas y viene a abrazarme, me agarro a su cintura y correspondo el abrazo estando aún dormido.