Prólogo.

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Agarro mi mochila y salgo rápido de casa tratando de no tropezar en el camino hacia mi Jeep, abro la puerta apurado y me meto dando un portazo, meto la llave y la giro esperando el ronroneo, pero en vez de eso, recibo un maldito resoplido por parte del cacharro.

—¡Oh, vamos! funciona, maldición, voy tarde —Le doy un golpe al volante. Desde que compre éste Jeep, a veces para hacerlo encender se convierte en una lucha. —Vamos enciende —Giro nuevamente la llave, y al tercer intento funciona —¡Eso! —Como dice el dicho, el tercer intento es el vencido.


•••


Entro rápido sin prestar mucha atención a las voces que me riñen por pasar por su lado casi a tropezones, veo en mi línea de visión mi casillero y corro más rápido para alcanzarlo.

Pongo el código y como siempre, me arrepiento de haber elegido que fuera de esta manera, no se el día que tuve que escogerlo porque lo hice tan grande, es una puta contraseña de casi veinte dígitos, lo abro y saco mis libros, lo cierro de golpe y vuelvo a mi maratón para llegar al salón.

Entro en volandas casi llegando a golpear el suelo con mi nariz, y me doy cuenta de un pequeño detalle, no hay nadie en el puesto del docente, es más, casi ni hay personas en el maldito salón, saco mi teléfono de mi bolsillo y miro la hora.

¿Como puede que no haya casi nadie adentro, si son las siete y cuarenta y cinco? Se supone que la clase comienza a las siete y veinte. Solo se de alguien que cambiaría la hora de mi teléfono para hacerme pasar un susto. MCcall.


•••


Entro rápidamente al salón dándome cuenta de que el profesor aun no llega, gracias a Dios, he escuchado rumores de que hay un nuevo profesor para la clase de ciencias, ya que nuestra antigua profesora, la señorita gruñido, tuvo un problema con su familia. ¿Qué porqué le dicen Gruñido? Muy simple, una vez estábamos en clase, y ella ese día aparte de que llego con el cabello hecho tirones, y estaba con un unas ojeras hermosas que parecía maquillada para Halloween, ese día solo resoplo y gruño a todo lo que le decíamos, así que es la señorita Gruñido.

Tomo asiento al lado de la ventana, como siempre, y espero a que la rata de Scott llegue al salón para decirle un par de bellas palabras, que no tienen nada que ver con su actitud de idiota y la no posible venganza que tengo contra él por haber cambiado la alarma de mi teléfono.

Veo al tonto latino entrando al salón y me levanto para acercarme, el al verme sonríe con sorna, basura de alcantarilla.

—¿Cómo estás, amigo? —Me dice aun con su bonita sonrisa en la cara, quisiera hacerla desaparecer a punta de golpes.

—Estoy de maravilla, por tu culpa me levante antes de tiempo y ahora parezco un zombie —Le digo con rabia fingida.

—En mi defensa, eres el zombie más sexy de todos —Dice con chulería, asqueroso chucho.

—Sabes como aprecio mis horas de sueño —No puedo evitar la sonrisa, lo golpeo en el brazo, de broma.

—Sí, las aprecias mucho, pareces una marmota hibernando —Lo miro mal, y camino de nuevo a mi asiento, Scott como siempre se ubica a mi lado.

—¿Has escuchado los rumores? —Le pregunto viendo la hora en mi celular

—¿Rumores de qué? —Pregunta distraído, mientras chatea, de seguro con Allison.

—Habrá un nuevo docente para ciencias, y al parecer es un hombre —Trato de mirar en su teléfono para ver con quien habla, acerté, obvio es Allison.

—Sí, se quién es —Dice mientras sonríe a su teléfono, Agh es asqueroso.

—¿Quién es? —Le pregunto, hago ademán de quitarle el teléfono, pero es mas rápido que yo y esquiva mis manos.

—Derek Hale —Dice, y me quedo estático. ¿Derek Hale? ¿El Derek que se fue después de un tiempo porque su casa fue quemada con su familia adentro? No lo creo.

—¿El Derek Hale que conocemos? —Le pregunto casi gritando, ¿Por qué me altero por esto?

Él despega la vista de su celular y me mira cómico, de seguro preguntándose porque he reaccionado de esta manera.

—Sí, el mismo Derek Hale —Me dice con sorna, el muy Idiota se esta burlando de mí, puede que tal vez sea porque antes de que Derek se fuera yo me moría por él, solo tal vez.

—Okay— Digo sintiendo mi cara caliente, me siento un poco idiota. Aunque la llegada de Derek me emociona, también me hace recordar las situaciones por las que pasé cuando él se fue.

De pronto lo veo, está entrando al salón, es como si todo pasará en cámara lenta, camina con total serenidad y con un aura de macho alfa que hace suspirar, trae puesto un pantalón elegante negro, con una camisa blanca y correa, si cuerpo esta más fuerte, mucho más grande y ancho desde la ultima vez que lo vi, las chicas comienzan a murmurar y reír como idiotas, aunque ¿quién no lo haría? Es como si un dios griego estuviera entrando al salón en este mismo momento, su rasgos son más duros y mucho más maduros, sus ojos verdes resaltan como piedras preciosas, y su barba espesa y oscura enmarca sus labios con perfecta simetría, joder que está más bueno que una hamburguesa en dieta.

—Muy buenos días— Dice el dios griego una vez que llega a la mesa que utilizan los docentes, un portafolios es soltado de sus manos a esta, levanta la mirada y escanea las caras, hasta posarse sobre mí, me mira con las cejas juntas en un gesto serio, detallándome y luego aparta la mirada, puedo jurar que casi vi un brillo extraño en sus ojos al mirarme, o tal vez son imaginaciones mías, las chicas al escuchar su voz suspiran de nuevo, yo ruedo los ojos —Mi nombre es Derek Hale, y seré su nuevo profesor de Ciencias, por favor saquen sus libros en la página treinta y dos— Dice y se voltea hacia la pizarra, su voz es muy masculina y tiene un toque ronco y profundo que casi puede hacerte babear, es casi hipnotizador. Eso es algo que nunca ha cambiado, su forma de ser, sexy por naturaleza.

Saco mi libro y lo dejo sobre mi pupitre, antes de abrirlo miro en dirección al dios griego y veo como sus músculos se tensan al escribir en la pizarra, creo que estoy babeando.

Aquello Que Siempre Quise ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora