11.

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Apoyo el peso de mi cuerpo sobre el otro pie y miro la hora, ahora sí que comienzo a irritarme. He pasado casi una hora aquí parado (cincuenta minutos), aunque, menos mal que el sol no me da gracias al árbol grande encima de mí, pero comienzo a sentir hambre, y yo no es que sea el ser humano más paciente del mundo, y mucho menos cuando tengo hambre.

Pasan otro cinco minutos, y mi mente me grita que él no vendrá, de seguro que tiene asuntos más importantes que atender, que a mí. Me levanto de nuevo, y mi cuerpo ya se siente cansado, he estado parándome y sentándome para que mi cuerpo no se sienta fatigado, pero ha sido casi imposible. Escucho un ruido a mis espaldas, y volteo apoyándome contra el tronco grueso, miro hacia las instalaciones de la preparatoria, pero no hay nadie, apoyo de nuevo la espalda contra el tronco y volteo hacia el otro y la cara de Derek queda a centímetros de la mía, abro la boca para gritar, pero él rápidamente me la cubre con su mano grande, el sonido queda atrapado entre su piel y sale un chillido que solo él y yo podemos escuchar.

—Podías haberme avisado que ya ibas a salir, ¿sabes? Hay algo que se llama celular —Digo cuando él me ha quitado la mano y me pongo la mía sobre mi pecho. Los latidos de mi corazón son alocados, aunque no sé bien si es por el susto en sí, o porque él está frente a mí tan guapo, serio y sexy como siempre.

—Lo siento, pero no quiero levantar sospechas —Dice en voz baja, mira en todas las direcciones, luego me indica que lo siga. Gustoso lo hago y agradezco ir detrás para tener la hermosa de visión de su culo enfundado en esos pantalones elegantes. Mierda, eso si que es un buen trasero —Entra, vamos —Me abre la puerta de su auto y casi que me obliga a entrar. Lo hago, y cierra rápido y vuelve a mirar en todas las direcciones, luego se monta en el lado del piloto, y aquí pasa lo increíble, pulsa un botón, (no me fijo en cual) y las ventanas se cubren de otro vidrio que sale por el mismo lado de los que son transparentes, son de un color negro, y me doy cuenta de que son polarizados, así nadie puede vernos. ¿Es miedo o vergüenza de que lo vean conmigo?

—¿A dónde vamos? —Le pregunto cuando él arranca el auto, lo pone en marcha y sale disparado fuera de la preparatoria. Me pongo el cinturón antes de que pueda perder la vida aquí dentro.

—A un lugar en donde podamos hablar sin interrupciones —Aunque algo me dice que lo que quiere es que no lo vean conmigo, pero de igual manera suena bonito.

Pasamos toda la autopista rápido y me da un impulso de bajar las ventanas y que me entre todo el aire en la cara, amo hacer eso cuando voy con Scott o con mi papá, pero sé que a él no le gustaría mucho, así que me aprieto las manos juntas y trato de quedarme lo más quieto que puedo, pero resulta algo casi imposible. ¿Qué harías si estuvieras con el amor de tu vida dentro de un carro? Seguro que tendrían sexo hasta que la piel se les caiga, pero no es mi caso, ya que soy solo yo el que está enamorado. Por ahora, me dice mi subconsciente y le agradezco ese pensamiento.

Miro a Derek de reojo, y veo que está concentrado en la carretera, tiene las manos blancas por la fuerza que ejerce sobre el volante, quiero poner las mías sobre las suyas, pero en estos casos soy cobarde, y solo me queda mirarlo de soslayo, mientras avanzamos y vamos saliendo de la ciudad, su actitud cambia, ahora no tiene el ceño fruncido, sus labios ya no son una línea, y las manos ahora están relajadas sobre el volante, es casi como si volviera a respirar. La velocidad baja, pero soy apenas consciente de eso, estoy embobado mirándole la cara, la nariz recta y que cuadra perfectamente con su cara, sus orejas pequeñas, los labios carnudos y grandes, y la barba que los enmarca de una manera tan sexy que dan ganas de besarle toda la cara.

Se voltea hacia mí y me descubre mirándolo, las mejillas se me encienden y aparto la mirada aunque ya es muy tarde, siento que se baja del auto y pega un portazo, y de repente me siento más inseguro y fuera de lugar, y el pecho se me oprime, imito su acción y salgo del auto. Me fijo en el lugar que estamos, y veo que es una especie de cabaña de color blanco, alta, dos pisos, un camino de piedra que guía hacia un espacioso porche, una mata de arbustos a cada lado, y pasto, mucho pasto, árboles a los lados y otros más grandes que se alzan desde atrás de la cabaña. Es la típica casa de campo, y me encanta.

—¿Dónde estamos? —Le pregunto con la voz ronca y algo rota, carraspeo y las mejillas se me calientan de nuevo.

—Esta es mi casa de campo —Dice y comienza a avanzar hacia la casa, lo imito y me ubico a su lado —No suelo usarla mucho, solo para casos de emergencia —Soy un caso de emergencia, no sé si sentirme bien porque tal vez sea un prioridad, o un problema que quiere quitarse de encima.

Saca un manojo de llaves de su bolsillo, y escoge una, la pone en la cerradura y la gira tres veces, luego la puerta se abre, me deja pasar primero, y luego él lo hace mirando de nuevo en todas las direcciones. Su paranoia comienza a asustarme un poco.

Si el exterior de la casa me gustó, el interior acaba de enamorarme. Los pisos son de madera encerada, y se ven de un bonito color café rustico que brilla, las paredes son de color blanco, y llenas ya sea de pinturas o fotos, muebles gigantes acolchados de color beige, cojines del color del suelo y café más claro, una alfombra que abarca toda la sala de un color gris que extrañamente combina con todo. 

—Es hermosa —Digo después de lo que parece una eternidad.

Él no contesta nada, simplemente pasa enfrente de mi y sigue derecho, decido sentarme en uno de los acolchados muebles, y son tan cómodos que casi siento como si estuviera a punto de fusionarme con él. Derek aparece de nuevo frente a mí, y vuelve a asustarme, me impresiona lo silencioso y rápido que es.

Me estira un vaso, y yo lo acepto. Es jugo de naranja, por lo que puedo oler, él lleva Whisky. Se sienta en el sillón junto al mío y le da un trago a su bebida, también parece fuera de lugar. No me mira, mira hacia todas partes menos a mí, y de nuevo me confunde, no se si sentirme bien de tener tanto poder sobre él o si en verdad prefiere ver a cualquier otra cosa que a mí.

—Habla —Dice después de unos cuantos minutos en silencio. Me escruta con la mirada y me siento más pequeño de lo que soy. Las mejillas de nuevo se me encienden.

—¿Por dónde comienzo? —Me pregunto a mí mismo, pero él logra escucharme.

—No lo sé, por ti es que estamos en primer lugar —Su respuesta es seca, y brusca.

Me paso saliva por los labios, y trato de ignorar la punzada que me da en el pecho ante sus palabras. Pienso en lo que iba a decirle hace casi dos horas, pero el discurso se ha borrado, ya no queda en mi mente. Me esfuerzo por encontrar palabras, pero no hay nada, y comienzo a frustrarme.

—Es que, esto es muy extraño no entiendo nada —Y su respuesta me deja helado.

—Pues si no sabías debiste de haber consultado, para no hacerme perder tiempo —Dice irritado, y está enojado. Y eso me hace explotar.

—¡Yo no elegí que esto pasara, y sé que tu tampoco! Se supone que debes de ayudarme en esto, pero una vez más me doy cuenta de lo idiota que eres. ¡Perdóname por ser muy poco para alguien que tiene el ego en Marte! —Me levanto de donde estoy y saco mi teléfono de mi bolsillo trasero, las lágrimas están a la vuelta de la esquina, abro la puerta de entrada, y salgo buscando el contacto de mi padre, luego puedo darle explicaciones, pero necesito irme de aquí.

—Stiles, espera —Me llama Derek desde atrás, eso solo hace que las lágrimas se asomen y caigan pesadas por mi mejillas. El agujero en mi pecho se hace cada vez más grande —Lo siento, de verdad, es solo que, nunca me imaginé que algo como esto me pasara, estaba mentalizado a no tener pareja, y menos que fuera un hombre, y estoy muy confundido —Suena sincero, me volteo hacia él sin dejar de tener el contacto de mi padre en la pantalla, en cualquier momento lo llamo.

—¿Y por esa razón me odias? ¿Por no ser lo que tu querías? —Su expresión de arrepentimiento cambia a una de dolor, eso empeora las cosas.

—Yo no te odio —Me dice desde la puerta, sale un poco, y por instinto me alejo, él se detiene en seco, y baja la cabeza derrotado —Lo siento, de verdad. ¿Puedes darme otra oportunidad? Intentaré no hacer nada desagradable, solo tengo que acostumbrarme a la idea —No quiero reconocerlo, pero una pequeña esperanza se enciende en mi pecho. No me muevo de mi lugar, él se rasca la cabeza exasperado. Al parecer no ha estado en esta situación antes.

—No tiene sentido, solo te haré perder el tiempo —El sarcasmo es palpable en mi voz, y rueda los ojos con desesperación.

—Disculpa que haya sido grosero, estoy algo desesperado, y la pagué contigo. ¿Puedes por favor entrar? —Está llegando al límite, y lo último lo dice mirando hacia todas las direcciones. ¿A qué le teme? Lo miro a los ojos y él me devuelve la mirada. Demasiado intensa. Miel contra esmeralda, el corazón se me dispara, pero trato de ocultarlo. Suspiro, bloqueo y guardo mi celular en donde estaba. Y a paso lento vuelvo a la casa.

Aquello Que Siempre Quise ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora