Epilogo.

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Seis meses después.




—Felicidades a los graduados, esperamos muchos éxitos para sus vidas. Sean felices —El coordinador habla con voz alta y algo gangosa por las lagrimas, ruedo los ojos y mis manos impacientes juegan con la tira que cae del birrete en mi cabeza hacia mis ojos —A la cuenta de tres pueden tirar sus birretes —Cuando el número tres llega, tomo la cosa y la lanzo al aire. Un estruendo de aplausos, gritos y silbidos se escucha por todo el lugar. Sonrío y me abrazo con Lydia que está a mi lado y que llora de la emoción. Me he graduado por fin.

—¡Lo logramos, Sti, lo logramos! —Grita ella llena de emoción y se abraza de nuevo a mí. Siento unos brazos muy conocidos por mí abrazarme por la espalda, me volteo y me hundo en el pecho de mi padre.

—Felicidades, hijo, sabía que lo lograrías —Me dice con la voz quebrada, sus ojos están inundados en lágrimas y sonríe feliz y orgulloso. Me es imposible no llorar también.

—Gracias, papá —Me abrazo más a él y derramo algunas lágrimas sobre su camisa. Hoy está precisamente organizado y se ve muy bien.

—Felicidades, cariño. Mereces ser feliz —Lucy también me abraza y sonríe de igual forma con algunas lágrimas en sus ojos.

—Gracias, Lucy —Besa mi mejilla y me sonríe —Felicidades también por su compromiso —Lucy da un grito de felicidad y da saltitos como una colegiala feliz mientras alza la mano y vuelve a enseñarme el anillo que papá se ha encargado de poner ahí. Se que ella hará muy feliz a papá, ambos lo merecen —Si me disculpan, hay alguien que también quiere felicitarme por esto —Lucy me da una mirada picara, y papá solo rueda los ojos pasando su mano por la cintura de su prometida. Sí, ella me cae bien. Camino hacia el hombre que parece sacado de una portada de revista, que me sonríe mientras al mismo tiempo me come con la mirada.

—Felicidades —Susurra con la voz encantadora y profunda, me estremezco en sus brazos —¿Alguien a quién más saludar? —Me pregunta, lo miro y sonrío negando con la cabeza.

—¿Por qué tan impaciente? —Le pregunto pícaro. Me sonríe de una manera hambrienta y siento como las piernas me fallan. Por Dios, el hambre me sube también en unos segundos. Le devuelvo la sonrisa.

—Porque me muero por follarte con ese traje puesto —Susurra en mi oído, sus palabras son un gruñido que me enciende desde lo más profundo —Y no creo poder aguantar mucho, así que apurémonos para no hacerlo en el auto —Me dice guiñándome y luego asintiendo hacia mi padre y Lucy. Ella asiente y con un guiño y mi padre parece que quisiera disparar con la mirada.

Nos montamos en su auto, y le agradezco a Dios que Derek haya decidido polarizar los vidrios polarizados. Él arranca, y yo aprovecho para agacharme y desabotonar su pantalón, le saco la camisa, y bajo la prenda, lo acaricio por encima de la tela, y él gime complacido. Beso la punta a través de la tela y gruñe mientras trata de mantener la concentración puesta en el camino y no en follarme la boca. Aparto el estorboso bóxer, y me lo meto a la boca, aúlla complacido, lo saco un poco y vuelvo a meterlo, es tan grande, y he aprendido a tragármelo todo.

—»La punta, acaricia la punta —Susurra con la voz ronca, obedezco, y tomo su longitud con mi mano izquierda mientras que lamo la punta llena de pre-semen como si fuera un helado. Gruñe y lo muerdo despacio y suave, jadea extasiado y se empuja hacia arriba en mi boca —Realmente estás consiguiéndolo. Te voy a dar como quieres cuando lleguemos. Sigue —Algo que he descubierto de ambos, es que cuando es uno de los dos controla la situación, nos ponemos realmente dominantes. Hoy le toca a él.

Aquello Que Siempre Quise ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora