Capítulo 6

123 11 6
                                    

No importa lo que digan, ser una leyenda viva del patinaje sobre hielo no es fácil

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

No importa lo que digan, ser una leyenda viva del patinaje sobre hielo no es fácil.

Con dieciocho años, mi carrera ya me había dado tanta fama y fortuna que no sabía que hacer con ella. Tenía entrevistas, modelaba ropa, hasta Makkachin salió a mi lado en la portada de varias revistas. Me encantaba que las personas me reconocieran y quisieran tomarse fotos conmigo pero, cada vez me era mas difícil acercarme a un nivel mas íntimo con alguien.

La mayoría de los patinadores que Yakov tenía a su cargo en el centro de entrenamiento me ignoraban y solo me hablaban cuando había cámaras delante de nosotros. Mi entrenador decía que se sentían intimidados por mi y lo que representaba - dejarlos en la sombra - para sus carreras en la categoría masculina. Con las mujeres me llevaba bien, salvo un par que se empeñaban en conseguir una cita o tener una aventura de una sola noche con la figura mas importante del medio.

El campeonato europeo de ese año tuvo su sede en Francia. Yakov se veía inusualmente contento y me exigió ganar el primer lugar, ya que se me daría un regalo y lo mejor era recibirlo junto con la medalla de oro.

Desde que comencé a patinar, me entregué por completo a este deporte como si de un amante se tratara. Todo mi amor, mi pasión, mis frustraciones, absolutamente todo lo dejaba en la pista.

En las otras temporadas había decidido utilizar mi atractivo sexual - me gustaba más llamarlo Eros - como componente principal de mis rutinas para encantar al público y los jueces, pero esta vez y por insistencia de mi entrenador pasé de ser un seductor para convertirme en un príncipe azul dispuesto a todo por su amada, incluso sacrificar su vida por defender un amor tan puro e inocente que solo podría ser descrito como Ágape: El amor incondicional.

Bailé pensando en la persona que me había dado todo su amor sin esperar nada a cambio, quien luchó por mi hasta el final de su propia vida: Lena Nikiforov. Cada giro, cada salto y cada sonrisa en mi presentación fueron solo para ella.

Superé mi marca del año pasado, haciendo una puntuación histórica. El público vitoreó mi nombre con gran entusiasmo y nuevamente me embriagué en la sensación de ser amado por miles de personas.

Colgaron la medalla de oro en mi cuello en cuanto subí al podio junto con los otros competidores y recordé que Yakov me había prometido un regalo. En ese momento el presentador del evento anunció que a continuación entraría una prometedora bailarina de la compañía francesa de danza y que además era una gran admiradora mía. Uno de los patinadores me habló, por lo que no pude escuchar el nombre de la chica.

Esperaba que fuera una joven y bella mujer la que entrara a la pista, así que me sorprendí cuando en su lugar vi a una niña encantadora; ataviada con un precioso vestido blanco de olanes y listones rosas, su blanca piel contrastaba con su cabello azabache que tenía amarrado con una coleta alta como la mía; se deslizaba elegantemente con sus pequeños patines blancos y entre sus manos llevaba un ramo de rosas azules. Fue hasta que la tuve frente a mi que me encontré con sus brillantes ojos azules, profundos como un lago. Idénticos a aquellos que me regresaban la mirada todos los días frente al espejo.

-Anastasya - susurré.

-Vitya - sonrió y me mostró su regalo: no era un ramo sino una corona. Después de un momento me di cuenta que no me había movido y rápidamente me arrodillé frente a ella para que me la pusiera. La colocó con sus manos temblorosas y me abrazó - Sergei me dijo que no podía llamarte hermano frente a los demás - dijo pegada a mi oído. Le devolví el abrazo con todas mis fuerzas.

La prensa tomó cientos de fotografías de nosotros y me negué a alejarme de Anastasya cuando le pidieron que se retirara. Solo la dejé ir cuando ella me prometió esperar en los vestidores junto con Yakov y Sergei.

La ceremonia terminó y me forcé a ir despacio a la salida de la pista, pues no quería que la prensa viera la enorme felicidad que me provocaba saber que vería a mi familia después de diez años de no saber nada de ellos. Una vez cerca de las gradas, escuché una voz que me llamó desde arriba.

-¡Felicidades, Victor! - Levanté la mirada y vi a un bronceado chico rubio que me miraba emocionado con sus ojos verdes. A su lado estaba el entrenador Josef Karpisek.

-¿Cómo te llamas?

-¡Christophe Giacometti!

-Ok - tomé una de las flores del ramo que me dieron con la medalla y se la lancé - Chris, te veré en el Mundial - prometí con una sonrisa que me correspondió al instante.

-¡Si!

En cuanto llegué a los vestidores Yakov se acercó para decirme que Sergei y Anastasya me estaban esperando en la habitación del hotel donde nos hospedábamos. Me cambié tan rápido como pude y escapamos de la prensa por una salida trasera.

Yakov me dejó solo frente a la puerta. Del otro lado se encontraban las personas mas importantes para mi. Los hermanos a los que abandoné y que no había visto en una década. "Ellos saben que no podías buscarlos, Vytia. No están enojados" me aseguró Yakov en el camino. Creyendo ciegamente en mi entrenador, respiré hondo y giré la perilla.

-¡Vitya! - Anastasya me recibió con un fuerte abrazo que nos dejó en el piso - ¡Estoy muy feliz de verte al fin! ¡Todavía traes puesta la corona! - pequeñas lágrimas rodaron por su carita regordeta - Me emocioné mucho cuando Sergei dijo que tu eras nuestro hermano. Le pedí miles y miles de veces que quería verte pero el dijo que debía esperar a que fuera mayor y papá me tenía que dar permiso y...

-Nastya - interrumpió el hombre que la acompañaba en el cuarto - Dale un respiro a Vitya, debe estar cansado. Después de todo se acaba de convertir en el campeón de todo el continente.

-No me llames por ese nombre - se apartó de mi haciendo un puchero - ya te he dicho que prefiero Ana.

El hombre me ofreció la mano para levantarme. Era increíble lo mucho que había cambiado Sergei en 10 años. Lo recordaba como un muchacho larguirucho y bastante delgado, con el cabello sobre la cara para ocultar la cicatriz que mi padre le había hecho cerca del ojo izquierdo en una de sus tantas borracheras. Ahora se veía más alto y fornido bajo su largo abrigo - seguramente gracias a muchas horas de ejercicio - su cabello castaño estaba corto y peinado hacia atrás, dejando al descubierto sus preciosos ojos ámbar; la marca debajo de uno de ellos seguía siendo muy visible. Una lágrima traicionera recorrió mi rostro. La última vez que lloré fue cuando llegué a casa de mi entrenador y me dijo que mi madre había muerto.

-No has cambiado nada, Vitya - dijo mi hermano mientras me daba un cálido abrazo - Bueno, ahora eres toda una celebridad.

-¿Cómo es que han podido venir? - balbuceé y me separé para ver nuevamente su rostro. Seguía sin creerme que estuviera conmigo.

- Nuestro padre internó a Ana hace un par de años en la mejor academia de Danza de Francia y yo me escapé del trabajo para poder traerla hasta aquí - sonrió hacia nuestra hermana - dijo que nunca me perdonaría si no lo hacía.

La aludida se encogió de hombros y me abrazó por la cintura. Acaricié su cabeza con ternura, se parecía mucho a su madre.

-¿Nikolai sabe que están aquí? Espero que no se metan en apuros por mi culpa - Sergei curvó algo parecido a una sonrisa.

-Aunque no lo creas, él nos insistió para que viniéramos - suspiró y nuestras miradas se encontraron - Victor, nuestro padre quiere verte y hacer las paces contigo.

<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<


¡Lamento la demora! Espero que estén disfrutando esta historia :D

Secretos de familia (Victuuri)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora