Si le preguntas a Viktor Nikiforov la razón por la cual decidió dedicarse al patinaje artístico, él simplemente te mostrará su famosa y sexy sonrisa y te cambiará el tema descaradamente. Lo mismo sucede si le preguntas sobre su pasado. El soltero ma...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Mi amor: Necesito que sepas lo que estoy sintiendo.
Después de encontrarte en aquel baño en Detroit, me quedé totalmente prendado de ti. Le pregunté a medio mundo sobre tu identidad y tu paradero pero nadie supo darme razón.
¿Acaso fuiste una cruel ilusión creada por mi mente para atormentar mi soledad? No puede ser. Jamás en mi vida podría imaginar algo tan puro y bello como tu. Necesitaba encontrarte como diera lugar.
Desde el día que te conocí, mi mente se llenó con la fantasía de volverte a ver. Imaginaba lo que diríamos cuando estuviéramos frente a frente, te besaría y entonces te envolvería entre mis brazos, dispuesto a hacerte mío.
Casi sin darme cuenta, pasaron ocho años desde aquel día.
Durante ese tiempo, pasé por muchos cambios. Finalmente me mudé de casa de mi entrenador: Makkachin y yo nos fuimos a vivir a un lujoso departamento en el centro de San Petersburgo. Corté mi larga cabellera para marcar el antes y el después de ti, contigo como inspiración superé mis propios récords e hice historia en todas las competencias de mi categoría.
Tus palabras me hicieron sentir valioso por primera vez.
Yakov estaba tan orgulloso de mi que cuando cumplí veinticinco años mandó a hacer un par de patines con cuchillas de auténtico oro y la bandera rusa grabada en los costados solo para mi.
Unos años después, un joven patinador ruso comenzaba a destacar en las competencias Junior. Un tal Yuri Plisetsky encantaba al público por sus finos movimientos y su cara de niña. Bailaba como se fuera un ser etéreo.
Claro que, fuera de la pista se convertía en el mismo demonio. Solíamos llamarlo el vándalo ruso por la actitud tan ruda y arrogante que mostraba a los demás (incluso a mi) ya que era consiente de su fama como uno de los mejores patinadores de Rusia. Por eso algunas veces se ponía muy rebelde con Yakov, faltando a los entrenamientos y practicando saltos que tenía prohibido hacer.
-¿Qué pecado cometí para que el destino me mandara a un mocoso igual de rebelde que tu, Vitya?- se quejó Yakov mientras veíamos al mocoso en cuestión entrenar en la pista.
-Dices eso, pero en realidad nos adoras - me burlé - en especial a mi. Yakov me puso mala cara pero sabía que tenía razón.
Cierto día, durante el Mundial Junior, Yuri terminó primero en el programa corto gracias a un salto que no tenía permitido y se ganó un sermón de Yakov en el Kiss and Cry. La escena tan familiar me hizo mucha gracia.
-Yakov, deberías elogiarlo más - le dije desde las gradas.
-¡Tu no te metas! - me amenazó.
-A mi tambien solía regañarme por hacer eso - le dije al chico, ignorando por completo a nuestro entrenador - ganarás el Mundial Junior sin cuádruples - le dije sinceramente - apostaría mi dinero.