El instante de desorientación le duró a Rocklenmbrekstorf apenas unos momentos. Casi inmediatamente después de la desaparición comenzó a recibir alertas al respecto:
—Perdimos contacto con los visitantes, no recibimos lecturas de signos vitales ni ubicación, presentarse cuanto antes en el Centro de Investigación y Desarrollo.
Los avisos llegaron en forma de ondas radiales decodificadas por la mente del receptor específico al que eran dirigidas. En este caso lo alertaron de problemas con el monitoreo que realizaban de los visitantes.
El Centro de Investigación y Desarrollo (C.I.D.) era el organismo akfundriano que mayor importancia había cobrado desde la creación del Norventork. En él se agrupaban, no solamente científicos, sino también artistas de diferentes ramas y estilos. Con el final de las antiguas guerras internas llegó una nueva era en la que se desarrolló una cultura mucho más enfocada en la investigación, el desarrollo y el apoyo de cualquier tipo de expresión, potenciado marcadamente por la influencia Ixtronia.
El C.I.D. ocupaba un amplio espacio en el centro de la ciudad y a diario lo frecuentaban miles de akfundrianos. No sólo porque disponían del lugar y los medios sino también porque contaban con el tiempo para hacerlo. La sociedad akfundriana estaba estructurada de manera que cada habitante debiera prestar su colaboración al bien común durante lo que sería el equivalente a tres horas diarias. Esta era su jornada laboral, su forma de participar entre todos para el bienestar general y el funcionamiento de los servicios y actividades rutinarias. El resto del tiempo podían utilizarlo de la mejor manera que les pareciera. Era aquí donde el C.I.D. ocupaba un lugar primordial en la vida cotidiana akfundriana. Allí cada uno podía dar rienda suelta a su imaginación y a su curiosidad, dedicarse a lo que realmente les interesaba más allá de su «trabajo» en sí.
Esta distribución del tiempo que priorizaba el descubrimiento y estimulaba las pasiones de cada uno en lugar de enjaularlos en trabajos rutinarios durante la mayor parte de sus días había generado beneficios inimaginables en la calidad de vida de los akfundrianos. No se regían por parámetros de dinero sino que basaban su distribución de recursos en la satisfacción de las necesidades de la población.
El edificio del C.I.D. tenía una forma que podría confundirse con una extraña mezcla entre una nave espacial extraterrestre, típica de alguna película de ciencia ficción, y una torta de casamiento. El cuerpo principal era circular y achatado como un disco. Se sostenía sobre diez bases que a su vez funcionaban como diferentes accesos al centro. Sobre el cuerpo principal se levantaba un piso más, también de forma circular pero bastante más alto que el primero y, sobre este, un tercer piso rectangular que terminaba con un pequeño cuarto que servía de mirador para contemplar la ciudad y sus alrededores. El centro contaba también con una serie de anexos distribuidos en distintas partes de la ciudad y del «planeta». El museo akfundriano era uno de los anexos que más cerca se encontraba del C.I.D.
Roque se apresuró hacia la entrada del centro, apenas a unos metros del museo. Subió hacia el cuerpo principal y se acercó a uno de los ascensores. El sector de seguimiento y monitoreo de humanos se encontraba en el segundo nivel y cercano al acceso del lado opuesto del que había ingresado. Debido al gran tamaño de la construcción, contaba con un sistema de ascensores que circulaban por dentro de las gruesas y huecas paredes y del techo sin una guía fija con lo cual, uno al subirse, podía dirigirse al lugar que necesitara dentro del edificio. Cada ascensor era un cubículo en el que entraban hasta seis ocupantes. La estructura flotaba en una espesa sustancia que dentro de las paredes servía para desplazarse, logrando que los ascensores se evitaran unos a otros en sus respectivos trayectos.
A la entrada del ascensor lo esperaba otro akfundriano, más alto que él y con los ojos un tanto más pequeños.
—¡Bronebalk! —saludó Roque en cuanto lo vio de pie junto al ascensor—. ¿Qué pasó? Los estaba mirando en un momento y al siguiente ¡Se desvanecieron!
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El Descubrimiento
Science FictionEn un laboratorio, un grupo de científicos investigaban nuevas formas de generar energía limpia de manera no convencional cuando, sin proponérselo, en una impensada noche de pruebas descubrieron un fascinante mundo que desde años aguarda contactar a...