CAPITULO 23 «Adaptación»

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Un violento golpe seguido de la sensación de inmersión en una pileta de agua muy fría en pleno invierno fue lo primero que percibieron luego de que el haz de luz los impactara. Unos momentos después, aunque todavía desorientados y sumergidos, sintieron al frío disiparse y comenzaron a emerger, incluso sin intentarlo. Una vez en la superficie, Alejandro abrió los ojos para ver el panorama pero su visión era nublada y borrosa. No llegaba a distinguir nada más allá de la claridad que lo cegaba.

—¡Alejandro! —escuchó una extraña voz, no muy lejos de él. Era una voz grave y profunda, una voz que perfectamente le hubiera quedado acorde a un hipopótamo si estos hablaran.

Nuevamente intentó aclarar su visión y se frotó los ojos. En ese momento tomo real conciencia de lo que sucedía. Sus ojos se sentían extraños al tacto y, como confirmó un instante después, el resto de su cuerpo también. Había adoptado la forma de uno de los seres que veían proyectados en la pantalla.

—¡Alejandro! ¡Dejá de hacerte el importante y contestame! —a pesar de lo extraño que sonaba aquella voz, pudo reconocer en estas palabras a Román, que lo llamaba desde algún lugar cercano.

—¡¿Dónde estás?! —le gritó, tratando de ubicarlo.

—¡Estoy acá! —respondió Román, que también notaba lo raro de su voz.

—No te preocupes, voy para allá.

Alejandro se desplazó sin saber cómo, en dirección a Román, guiándose por el sonido de su voz. A medida que avanzaba, poco a poco, su visión se volvió más nítida, distinguiendo primero algunos contornos y luego obteniendo una visión plena que coincidió con el momento en que se encontró con Román.

Se detuvo delante de él y éste se quedó inmóvil, como si acabara de ver un fantasma. Alejandro se quedó igual que él, por unos instantes, hasta que cayó en la cuenta de que, lo más probable, era que Román se encontrara profundamente desorientado y asustado al ver una criatura de aquellas enfrente y no lo reconocía debajo de ese extraño aspecto.

—Román, soy yo, Alejandro —su voz sonó grave y profunda al igual que la de su compañero. Román lo miró de arriba abajo durante unos segundos.

—¿Alejandro? —le dijo finalmente— ¿Cómo es esto posible? Sabía lo que íbamos a hacer pero sinceramente esto me supera. ¿Cómo se supone que vamos a lograr dominar características físicas como estas a tiempo para conseguir nuestro objetivo?

—No te desesperes —Alejandro intentó llevar un poco de calma a una situación más que compleja—. Vamos por partes. Primero, ¿Ves aquella construcción blanca, allá a lo lejos? —Román asintió con la cabeza—. Bueno, ese es el lugar a donde tenemos que llegar e infiltrarnos para lograr salvar a ese pequeño animal.

—¿Cómo estás tan seguro?

—Antes de salir estuve viendo una serie de cosas con Roque que nos iban a ayudar una vez acá. Es lo máximo que pudimos averiguar, así que escuchame porque es importante. Segundo: tenemos dos días para lograr nuestra meta, para eso lo primero que tenemos que hacer es conseguir adaptarnos lo mejor posible a nuestras nuevas formas para poder infiltrarnos con éxito y no ser descubiertos. Una parte se hace automáticamente y consta del reconocimiento del entorno por parte del cuerpo. Te habrás dado cuenta del frío que sentimos en primera instancia que después se disipó, la forma de emerger a la superficie y la visión que fue mejorando. La otra parte es la que nos compete ahora.

Román guardaba silencio. A pesar de ser un hombre que se caracterizaba por llevar la contra prácticamente a todo, en un momento como ese, con la confusión que sentía, las palabras seguras de Alejandro no le dejaban más alternativa que escucharlo y acompañarlo.

El DescubrimientoWhere stories live. Discover now