stay alive, for me; muke

3.

— ¿Sobre qué hablaban? — Pregunté a la doctora Smithson.

— Son cosas privadas. De alguna que otra manera lo sabrás. — Me guiñó un ojo y sonrió.

— Sara, por favor.

— ¿Desde cuándo me llamas así? — Rió.

— Por favor. — Se lo rogué haciendo una de mis mejores caras lastimosas.

— Luke, no hagas eso.

Ella solo rió.

— Creéme que es algo que no debo decirte yo.

— ¿Usted no debe? ¿O no quiere?

— Si quiero. Pero no lo sabrás por mi boca.

Fruncí el ceño.

— Bien.— La miré. — ¿Como sé que estaré bien si es algo malo?

— Sólo vive como lo haces ahora, estar sin estar en realidad.

— Es una desgracia que no pueda sentir eso. Me preocupa a donde iré a parar.

— Luke, sé que tienes miedo. Pero es algo bueno, no tendrás que preocuparte de nada.

Suspiré.

Supongo que si la doctora Smithson decía eso, tenía razón. Esa siempre fue su frase conmigo. "No tengas miedo, Luke". Siempre me expreso con ella, y creo que por eso me dice eso, me da pena quien soy, en que me convertí. En esto, que no es más que alguien que sufre cada día por cosas abstractas. Pensamientos. Miedos. Dolor.

Llegué a mi casa, noté que todas mis cosas en maletas estaban sobre el sofá. Me molestó en tan solo pensar que estuvieron en mi habitación, tocando mis cosas y prácticamente ya echándome de aquí.

— Luke. — Dijo mi padre por detrás.— ¿Dónde estabas?

No le contesté, simplemente lo miré mal y tomé mis cosas.

— ¿Nos vamos ya? — Pregunté aún serio.

— Si. — Al decir eso, tomó sus llaves.- Despídete de tu mamá.

Volteé a ver, estaba ella parada, esperando, abrió sus brazos como esperando recibir un abrazo mío. La saludé con la mano desde donde estaba y salí, subí mis cosas al auto y subí yo. Al rato subió mi padre. Por la ventana pude notar a mi mamá llorando desde la puerta, despidiéndose con su mano. Suspiré.

— No es su culpa que seas tan histérico y lo sabes. — Dijo mi padre. — No sé quién te crees que eres, Luke.

Me crucé de hombros sin decir nada. El arrancó y nos fuimos de ahí.

Íbamos por la carretera, noté que el lugar era bastante lejos, así que saqué un cigarrillo y lo prendí, bajé la ventanilla del auto para no tener que escuchar los quejidos de este idiota.

— Espero que también dejes esa cosa. No me gusta que fumes. — Acotó.

— No porque a ti no te guste significa que me importe lo que digas, ya estás haciendo lo que quieres conmigo, aunque sea déjame esto, o mejor, déjame de joder.

— Luke, ya basta. — Dicho eso, tomó mi cigarro y lo tiró por la ventana.

— Eres un idiota.— Dije molesto.

— Te advertí miles de veces que no me gusta que fumes en mi auto.

No dije nada más, solo lo miré mal y me dispuse a mirar el camino que quedaba llegando al centro.

Hicimos unos kilómetros más y llegamos. El edificio era algo antiguo al parecer, pero me gustaba, cuando papá estacionó, bajé del auto mirando el ambiente en el que me encontraba.

Una mujer de cabello guero con un delantal blanco se acercó hacia nostros. La miré.

— Buenas noches, tu debes ser Luke, ¿no? — Dijo amablemente. Me habla como si fuera un niño.

— Si.— Le dije.

— Un gusto, yo soy la doctora Davis, pero si te gusta más, puedes llamarme Julie.

— El gusto es mío. — Dije algo disgustado.

Mi padre se quedó hablando con la doctora...Davis. Mientras tanto yo observaba el lugar, es bastante lejos de la ciudad. Aquí es cuando necesito a la doctora Smithson diciendo que no tenga miedo.