Nada más salir del aeropuerto Kate fue directa a la parada de taxis para que le llevara a la estación de trenes, había un camino bastante largo y no le apetecía coger el autobús con la cantidad de maletas que llevaba. Nada más llegar se subió en su vagón, le pareció mentira que aunque era de primera clase fueran tan incómodos los asientos. Esto en su ciudad no pasaba, allí eran de piel y tremendamente mullidos.Respiró con fuerza, no podía seguir de ese humor, aunque le parecía que era normal. Volver al mismo sitio otra vez, volver a su pueblo, a su enano y aburrido pueblo del que había huido hacia ya bastantes años, cuando todavía era una cría llena de sueños y esperanzas.
Tras un par de horas de viaje llegó a la estación. Vio que nada había cambiado, todo seguía igual que hacía ocho años, pero no le sorprendía lo más mínimo. Un cartel de bienvenida le recibía en la estación, "Welcome to Tracy Springs". Sonrió irónicamente, exceptuando a un par de personas ese trozo de metal era posiblemente el único de todo el pueblo que le daría la bienvenida.
Habían unas pocas personas en la estación, pero nadie la esperaba a ella.
Cogió su precioso bolso y sus maletas de Louis Voitton y se encaminó hacia la calle para coger otra vez un taxi, no le quedaba otra. Las ruedecitas de su maleta y el replicar de sus altos tacones de Manolo Blahnik sonaban por la acera de la estación, haciendo que todo el mundo se girara curioso por lo que estaba viendo. No era muy normal ver en un pueblo como el suyo a una chica como ella, con ropa cara y elegante en vez de sombreros de vaquero y pantalones cortos desgastados con camisas de cuadros.
Llego a su casa, bueno, la casa de sus padres. Como todo el pueblo seguía todo igual. Inspiró con fuerza antes de abrir la puerta y encaminarse ante la vivienda de dos plantas.
Dejó sus bolsas en la entrada y fue directa a la cocina para ver si había algo en la nevera, como suponía su madre le había hecho comida para por lo menos dos meses entre lo que había en fiambreras y congelado. Arrugó la nariz al ver lo que había, carne adobada, filetes empanados, patatas hechas de mil formas diferentes... nada mínimamente sano. Cogió toda la carne y las patatas y las llevó al enorme congelador que tenía su madre en la zona trasera de la cocina, no se lo iba a comer pero tampoco quería tirarlo, al fin y al cabo, era comida y su madre la había hecho con mucho cariño. Vio que entre las toneladas de carnes grasientas y fritos había una fiambrera con verduras que había preparado su madre como forma de guarnición, perfecto, así tendría ya la comida y la cena de ese día.
De una de las maletas empezó a sacar bolsas de alimentos, básicamente se había llevado lo que sabía que en su pueblo o alrededores no iba a poder encontrar jamás, como la quinoa, los brotes de soja, el tempeh, la stevia, el cuscús seco o las miles de semillas que solía comer a diario junto a las ensaladas o verduras.
Cogió el resto de maletas y subió al piso superior para empezar a acomodar sus trastos y su ropa. Entró en su antigua habitación, seguía igual que como la dejó con casi dieciocho años. Sonrío levemente durante unos segundos pero en seguida se puso manos a la obra, quitó todas las decoraciones y posters que encontró y los guardó en bolsas para subirlas al trastero. Si tenía que vivir ahí por tres meses no lo haría con esa colcha ni con los peluches de colores demasiado brillantes ganados por su padre en la feria del condado. Guardó con sumo cuidado la ropa en su vestidor y pudo observar que todavía tenía ropa guardada, no estaba del todo mal, aunque no tenía nada que ver con la calidad que llevaba ahora. Una satisfacción tonta llegó a su cuerpo al darse cuenta que solo su camisa valía más que lo que había en todo el armario. Aún así, era ropa que se solía confeccionar ella y las prendas tenían mucho estilo.
_ Por eso nunca llegué a encajar en este pueblucho de mala muerte -se dijo a si misma en voz baja-.
Pero llevaba razón, ella era el bicho raro desde cría, con pocos amigos e insultos casi a diario. ¿La razón? Simple, pura envidia.
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Vuelta a los orígenes -COMPLETADA- (en corrección)
RomanceKate es una diseñadora que por un verano tiene que volver a su pueblo, donde se encontrará con su amigo de toda la vida, Luke, el mismo chico que le acompañaba a clase cada día, que era su fiel confidente, el hombro en el que siempre lloraba, el mis...