Llegó el día de la boda. Como siempre pasaba prácticamente todo el pueblo estaba invitado, siempre decían: mejor arruinarse que quedar mal con algún vecino.Mientras se dirigía a la pequeña iglesia sonrío para sus adentros, casi todos los hombres iban con sus sombreros de vaquero y sus corbatas finas, para ellos eso era ir arreglado. Las chicas se habían engalanado con vestidos demasiado pomposos, colores cursis y faldas llenas de capas de tul o pedrería.
Kate tuvo suerte, su amiga sabía que a ella no le gustaba nada de eso, así que solo le pidió que su vestido fuera del mismo color que el del resto de damas de honor. De hecho había transigido y podía sentarse en los bancos junto a Linda, no quería estar ahí de pie en el altar llamando la atención.
La ceremonia concluyó, Kate estaba en un lado hablando con uno de sus antiguos profesores, el señor Callahan. De golpe sintió un escalofrío por todo el cuerpo, notaba una mirada encima suya y enseguida supo lo que pasaba. Nada más girarse notó unos brazos que le agarraban con fuerza y la levantaban del suelo, solo podía ser una persona.
_ Hola Luke.
Le dijo entre risas a él, a su único amigo en este pueblo, a ese querido vecino que en su día se había llevado más de una y dos palizas por defenderla cuando ya se estaba pasando de la raya algún compañero. El único hombre del que había estado enamorada.
_ Por fin te veo, Katherine Marie. Como vuelvas a estar otros ocho años sin pisar este pueblo voy a ir hasta la gran manzana esa donde vives y te voy a traer de los pelos.
_ Solo Kate –le dijo cansada ya de tenérselo que repetir a todo el mundo, odiaba su nombre completo-.
_ Bueno, solo Kate. ¿Cuánto te vas a quedar? Dime que me dará tiempo a verte y charlar un rato.
_ Tres meses.
Su voz sonó molesta, no porque no quisiera quedar con él, sino porque no quería estar tres meses en este asfixiante pueblo. Luke la miró contento, ni en sus mejores sueños habría imaginado eso.
_ ¿Y eso?
_ Mis padres se han ido a hacer un crucero por Europa, fue mi regalo por su aniversario. Lo que no sabía es que eso conllevaría que yo tenga que estar todo el verano atendiendo en la tienda.
Los padres de Kate tenían una pequeña tienda de antigüedades en el pueblo, era el típico sitio donde iba a comprar la gente cuando tenía que hacer un regalo. Como era el 30 aniversario de bodas de sus padres les regaló el viaje con el que siempre habían soñado, ella ahora ganaba mucho dinero y no veía mejor forma para gastarlo que en sus padres. Quería de alguna manera responderles por todo lo que habían hecho por ella durante toda su vida. Suponía que contratarían a alguien del pueblo para que llevara esos días la tienda o la cerrarían, pero su madre le obligó a ir ahí y encargarse ella ya que decía que nadie más en ese pueblo sabría llevarla y no se podían permitir tanto tiempo con la tienda cerrada.
Así que ahora estaba ella ahí, viviendo en la casa de sus padres, teniendo que llevar el pequeño negocio y teniendo que trabajar desde casa y enviando semanalmente sus bocetos y diseños vía online.
Luke se acerco a ella y le dio un gran abrazo, de esos que solo él conseguía darle. La chica se quedó acomodada en su cuello aspirando su olor, había echado en falta ese aroma típico de su amigo el cual podía oler cada vez que le había abrazado para consolarla cuando lloraba por algo que le habían hecho o dicho en ese envidioso pueblo. Durante muchos años esos brazos habían sido su único consuelo y la única evasión a su horrible entorno y situación.
_ Luke cariño, ¿con quién hablas?
Una chica delgada y rubia apareció en escena al ver a Luke abrazando a una desconocida. El chico se separó con una sonrisa en la cara, aunque por dentro maldecía que hubiera llegado y acortara ese contacto tan ansiado para él.
Kate se quedó boquiabierta cuando la vio colgarse del brazo de su amigo, no podía ser. ¿Rebecca estaba con Luke? ¿La odiosa animadora que la había apodado Katherine la rara y que le había hecho la vida imposible? Y sí, así es como la llamaban. Se ve que no se les ocurrió un mote más creativo, pero la cuestión era insultarle, no hacía falta nada más.
Rebecca nada más verla la reconoció y puso mala cara, no podía librarse de esa chica jamás. Se quedó mirando su vestido, era rojo y sencillo, muy sencillo. Dejaba ver un buen físico debajo. Se quedó blanca al ver los zapatos, eran unos Louboutin, los podía reconocer por dos razones, por la suela roja y porque los vio en una película. Sin lugar a duda, eran los zapatos más bonitos que había visto en su vida, lo cual la encolerizó más aún.
Ahí estaba Katherine la rara, la misma chica de la que su novio había estado colgado desde que tenía uso de razón. Le había costado mucho que él se fijara en ella, había ido detrás de él durante todo el instituto y después casi cuatro años. Y ahora llegaba ella y volvía a ver como su chico tenía esa asquerosa mirada que nunca había conseguido que posara sobre ella.
_ Es Kate, no se si la recuerdas, iba con nosotros a clase.
_ Claro, como olvidarla- dijo la rubia con mala cara resoplando-. ¿Has visto a Amanda? Va preciosa. Tenemos que preguntarle de dónde es el vestido, tengo que ir a mirar mi vestido de novia ahí cariño. Aunque el mío será más pomposo.
Rebecca sonrío maliciosamente al ver la cara que puso Kate, se le notaba que eso le había dolido. Era un dos por uno, por un lado hacia daño a su enemiga, y por el otro le mostraba que Luke ya no estaba disponible.
Kate cambió de expresión y se recompuso como pudo, no quería que notara que eso le había dolido. Su amigo se casaba, y no solo eso, encima se casaba con la que había sido su peor pesadilla durante años. Inspiró profundo, recordando todo lo que le había dicho su psicólogo durante los últimos ocho años a los que tuvo que ir semana tras semana. "No vale la pena, todo está en el pasado, tu vida actual es la recompensa para todo lo que te hicieron. No hay nada que les haga más infeliz, que verte a ti feliz". Bueno, no le decía eso palabras textuales, lo último era cosecha propia.
_ Enhorabuena a los dos. A Amanda le diseñé yo el vestido, ha sido mi regalo de bodas. Si lo deseas en Nueva York está la firma para la que trabajo, pero ya te aviso que es alta costura y son cifras con cuatro ó cinco ceros como mínimo. Son vestidos de pasarela y alfombra roja, hechos a petición y a medida, cosidos sobre tu cuerpo.
Rebecca se le quedó mirando roja de rabia. Mierda, le había ganado el asalto, no sabía que hubiera conseguido un trabajo así.
_ ¿El vestido que llevas también lo has diseñado tú? –le preguntó Luke incómodo, no le gustaba la situación-.
Su prometida se fijó bien en el vestido, era rojo y largo, con el cuello barco. Muy sencillo de no ser por una especie de capa lisa de la misma tela que salía de la espalda. Era simple, elegante, caro... eso se veía a simple vista. No tenía nada que ver con el vestido rosa con pedrería y enorme falda que llevaba ella y se había comprado en la boutique del pueblo, como el resto de invitadas. Su vestido era un quiero y no puedo, justo lo contrario del de su oponente que era de un gusto exquisito.
_ No, es de Dior, ahora no tengo tiempo para diseñar nada fuera del trabajo. El de Amanda fue algo especial y lo he hecho en los pocos momentos libres que he tenido. Llevo dos meses casi sin dormir para poder hacérselo, pero ha valido la pena, está radiante.
El chico miró a Kate de arriba abajo, estaba preciosa, parecía una actriz en la entrega de los Oscars. No tenía nada que ver con el resto de chicas que había aquí, era una estrella en medio de un cielo oscuro. No lo pudo evitar, lo que sentía por ella seguía intacto, era algo superior a él. Pero no lo podía permitir, su amiga se fue de ese pueblo para no volver. Llevaba más de ocho años esperando volver a verla, y le gustara o no tenía que seguir con su vida por mucho que la quisiera.
Le gustara o no se iba a casar con Rebecca.
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Mil gracias por leer, comentar y dar ⭐️. Espero que os guste y disfrutéis de esta historia también.
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Vuelta a los orígenes -COMPLETADA- (en corrección)
RomansaKate es una diseñadora que por un verano tiene que volver a su pueblo, donde se encontrará con su amigo de toda la vida, Luke, el mismo chico que le acompañaba a clase cada día, que era su fiel confidente, el hombro en el que siempre lloraba, el mis...