Cap. 31

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Ryan estaba agotado después de una larga guardia nocturna, sentía que sus ojos se cerraban cada vez más y que su cerebro ya no daba más de sí. Miró el reloj mientras bebía un trago de su cuarto café de la noche, sonrío al ver que le quedaban menos de 30 minutos, en poco tiempo estaría en su cama durmiendo y descansado por fin.

_ Doctor, tiene una paciente -le avisó una de las auxiliares de enfermería asomándose a la garita que usaban de sala de espera-.

_ Era demasiado bonito tener cinco minutos de descanso para ser real-, se río él mientras la señora de poco menos de sesenta años le miraba con ternura-.

_ Es la señorita Lawson, la prometida del doctor Scott.

_ ¿Y no puede atenderle otro médico? -se quejó-.

_ Ha pedido que sea usted, dice que hasta que no la atienda no va a salir del hospital, se ha puesto a chillarme.

_ Pues si no hay otro remedio... ya voy.

_ Esa niña no tiene remedio, siempre fue una malcriada, pero con los años va todavía a peor -se quejó la mujer cansada de ella después de haber tenido que lidiar con sus gritos y sus aires de superioridad durante más de quince minutos-.

Ryan se acabó el café de un trago y movió con energía sus brazos y cara para ver si así hacía más efecto la cafeína, necesitaba despejarse si le tocaba una consulta con Rebecca.

Vio a la auxiliar que miraba unos papeles con mala cara, por lo que dio por hecho que el encontronazo con Rebecca había sido duro, de acercó a ella y le dio un abrazo de lado y un beso en la mejilla, que la mujer correspondió con una risa.

_ Vamos Susan, que ya no nos queda nada, si quieres cuando salgamos te acerco a casa, me pilla de paso.

La mujer asintió con cariño, Ryan sabía que estaba muy cansada y siempre iba y volvía al hospital andando, por lo que de vez en cuando el médico se ofrecía a acercarla a casa en su coche, no le costaba nada. Fue hace la salita donde estaba Rebeca, miró el parte médico y leyó que se había torcido el tobillo.

-¿Cómo alguien puede torcerse el tobillo a las siete y media de la mañana? -se preguntó para si mismo.

Entró y vio a Rebecca sentada en la camilla mirando el móvil, por lo que podía observar estaba mirando el instagram, el médico pensó que eso era señal de que no le dolía mucho.

_ ¿Qué tal Rebecca? Cuéntame lo que te ha pasado -le dijo sentándose en un taburete acolchado blanco justo delante de ella-.

_ Estaba bajando las escaleras y me he torcido el tobillo y me lo he golpeado, casi ni puedo andar de lo que me duele.

Rebecca hizo un puchero delante de él, quería ser simpática con el médico, lo que le sorprendió, Rebecca con él siempre había sido prepotente y antipática, había llegado a insultar a su hermana y a la chica que le gustaba en su propia cara.

Tocó el tobillo y se dio cuenta de que no mostraba ningún signo de dolor donde debía, por lo que apretó un poco más disimuladamente para ver si así se quejaba, pero nada.

_ ¿Si te toco aquí te duele? -le preguntó tocando una zona que no tendría ni que sentir-.

_ Sí, muchísimo -se quejó-.

Vuelta a los orígenes -COMPLETADA- (en corrección)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora