Capitulo 4

14.6K 1.1K 61
                                        

Por la tarde, Eli tenía que salir, sus hermanos tenían hambre, una vez más la despensa estaba vacía, le remordió faltar a su promesa, él no haber acudido a dónde aquel rubito le indico, pero su vida era así, nunca fácil. Se armó de valor y salió, sabía lo que tenía que hacer, así como sabía que  tenía que hacerlo, su padre no traería dinero a casa,«la próxima vez podrías no tener suerte» resonó una voz varonil en su mente. ¿Pero qué podía hacer? debía sacar el dinero  de algún lado, esta vez tenía que ser más rápida eso era todo, se dijo saliendo de su casa dejando a los gemelos de seis años a cargo de su medio despierto padre. 
Se apresuró entre los caminantes de las calles de Madrid, disimuladamente tropezó con uno quitándole en el proceso la cartera, una sonrisa bailó en sus labios, no era algo de lo que enorgullecerse, pero al menos no la habían pillado esta vez.
 Cuando estuvo a una distancia prudente de su víctima, corrió lejos de ahí tratando de alejarse lo más posible antes de que él pobre infeliz se diera cuenta que había perdido la cartera.
A paso veloz bajo por la avenida, hasta topar con un gran parque, se adentro en el, y se dispuso a revisar su botín, miró de reojo justo aun lado de ella dos sujetos de aspecto sospechoso, se acercaban con andar peligroso, una señal de advertencia le llegó, así que trato de alejarse disimuladamente apresurando con discreción el paso. 

***

Andrés no había planeado pasar su tarde así; buscando a una pecosa ratera sin palabra. Sin embargo, ocupaba despejar la mente, mantenerse ocupado para así no pensar en aquella visita que le hizo Marisa. Así que, qué mejor que ocupar su tiempo tratando de dar con aquella pecosa bandida, solo para dejarle claro que no pensaba dejarla libre por ahí robando. Tal vez aquella chica era un caso perdido, pero ir tras ella era mucho mejor que estar en su departamento solo con Marisa rondando en su mente.
Tras recorrer la calle donde se la había topado y no dar con ella, acudir al parque fue su segunda opción, aunque tampoco había tenido mucho éxito en aquel lugar. Frustrado se recargo contra un árbol, sin evitar pensar  en Marisa, en que era obvio que ocultaba algo, pero no se lo quería decir. La conocía de sobra para saber que tras el regreso a su vida había algo más que sólo extrañar su amistad.
Soltó un suspiro pesaroso, tentado en irse de ahí, era ridículo, si aquella joven no quería ayuda a él que más le daba, analizaba eso cuando a lo lejos la miro, para su desgracia había acertado, la próxima vez no tendrá suerte y ahí estaba la pobre chica tratando de caminar de prisa seguida por dos sujetos de actitud sospechosa. 

***

Eli comenzó a andar de prisa para su mala fortuna los sujetos que la seguían también  apresuraron el paso. Todo su ser le advertía que debía poner distancia, así, que empezó a correr, solo que  uno de ellos la alcanzó empujándola cayó de bruces en la tierra, incrustándose piedritas en las manos, a la vez que se le rompían los pantalones justo de las rodillas. 
—solo queremos hablar preciosa—río, el que la había empujado, un tipo moreno regordete y de  barba crecida. 
Eli respiro entrecortadamente por el miedo, se giró para tratar de levantarse. 
—Levántate Eli, no seas presa fácil, en el suelo no podrás defenderte— se exigió. Aquello hizo reír a los hombres que ya estaban junto a ella.
Cómo pudo trato de nuevo de ponerse en pie, solo para ser empujada de nuevo al suelo, esta vez tan fuerte, que la cabeza le rebotó contra el suelo.
Un leve pitido resonó en sus oídos, al tratar de abrir los ojos todo giraba. Aún con su borroso mirar, trato de defenderse al sentir como uno de los tipos la comenzaba a manosear  buscando desesperado algo de valor en ella. 
Cuando no lo hallo resopló frustrado, intercambiando una mirada con su compinche.

—Al menos puede quitarnos el frío— dijo entre risas el más alto de ellos.
—Voy primero — dijo el barbón que la había empujado. 

Un frío se instaló en los huesos de Eli haciéndola tiritar de miedo. Trato de levantarse de nuevo, tenía que moverse, huir de ahí, había pasado por esto antes solo tenía que ponerse en pie y correr, siempre huía de las situaciones así, pero esta vez no podía, su cuerpo trémulo por el golpe no cooperaba, y su vista había bailar todo cada que abría los ojos. 
De pronto el tiempo de escape terminó; Un grito aterrado salió de su garganta cuando sintió abalanzarse sobre ella a uno de sus atacantes. 

Siempre una sonrisa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora