Por la noche al regresar a su edificio le pareció sumamente extraño no encontrar al portero, sin embargo no le dio mucha importancia, después de todo era un hombre mayor que tendría que salir a comer o al baño de vez en cuando.
Adentrado en pensamientos sobre una chica pecosa que tenía mejillas que se teñian de rojo a toda hora y en aunque quisiera negarlo lo ansioso que estaba por verla en su despacho al día siguiente, por un momento Andrés olvidó todo, al punto que cuando un flachazo de unos ojos negros de una chica risueña de cabello color miel le golpeó en recuerdos se sintió culpable.
«Marisa» pensó, y algo en el pecho se le estrujó. No creía ser capaz de ser solo su amigo, pero temía, temía perderla de nuevo, y tenerla así era mejor que nada.
Mientras el elevador subía, resopló frustrado, echó la cabeza atrás y maldijo para sus adentros.
¿Por qué perdía el tiempo pensando en una chiquilla pecosa? ¿No debería estar centrado en recuperar a Marisa a toda costa? ¿Qué coño le ocurría?
Cuando la puerta se abrió en su piso, noto de inmediato que algo iba mal.
Tenía un sistema de seguridad que pedía una contraseña de cuatro dígitos para poder acceder a su piso, la cual tenía una pequeña luz que destellaba en verde anunciando que estaba activada, solo que esta vez titilaba en rojo, aquello lo estremeció… alguien estaba dentro, la lucecita le anunciaba que habían irrumpido en su hogar.Tensó la quijada, apretando los dientes a la par que los puños, su equipo de seguridad no tardarías de diez minutos en ir a él, además, sea quien fuera se toparía con alguien que era capaz de patear traseros sin problema. ¡Oh, si! Habían elegido el peor lugar para entrar.
Con paso decidido cruzó la puerta, vago sus ojos atentos con cuidado en busca del invasor, al observar las paredes de su departamento el aire abandonó sus pulmones de golpe.Ni siquiera el notar los sillones acuchillados, las mesillas rotas, los cuadros tirados y rotos lo perturbó, no como aquellos mensajes pintados en sus muros.
En letra chorreante de un brillante rojo pudo leer: Te encontré, mierdecilla.
Y al hacerlo, al leerlo, no fue su voz la que escuchó, le pareció que era él, de nuevo, él, él, el protagonista de sus más horrendas pesadillas… lo había encontrado, había vuelto.Las piernas le temblaron, el aire le faltó, de pronto, Andrés se vio de nuevo siendo un niño, uno completamente aterrado y asustado bajo una cama, rezando por no ser encontrado.
No pudo evitar mirar rápidamente a todos lados, aguardando a que él brincara al acecho, que volviera a lastimarlo, que volviera… ¡Oh, Dios!
—tengo que sair de aqui— apenas balbuceo.
Sin poder evitarlo, su primer instinto fue correr, «puede estar aún aquí» pensó con pánico.
«debemos escondernos»aconsejo en su mente la voz de un chiquillo, Andrés hiperventilo al reconocer su propia voz de cuando era un niño.De pronto no creyó ser capaz de alcanzar la puerta, le parecía tan lejana, estaría de nuevo encerrado en aquel infierno… tenía que huir, tenía que lograr escapar de nuevo, tenía que ir a con Aitor, a con su madre a con… papá.
Solo pensar aquella última palabra, sus piernas temblorosas se plantaron, trato de controlar la respiración.
— papá— repitió esta vez en voz alta, como si aquellas cuatro letras le protegieran. No podía irse, aquel era su refugio, era su casa, era su nueva vida, no huiría. las manos le sudaban y entonces un recuerdo le envolvió." Un chiquillo rubio se alejaba de la diversión, con pesar, se dirigía al patio de su nueva casa. Había hecho lo mismo siempre que no podía integrarse a los juegos de Aitor y su madre, se disculpaba y se alejaba, se iba al patio, se sentaba abrazando sus piernas recargando su rostro en las rodillas y perdía la mirada hacia la nada.
—tu madre y Aitor son demasiado intensos ¿eh?— soltó una voz ronca con aire despreocupado, dejándose caer sentado al lado de Andrés.
No necesito girarse a verlo, sabía quién era, aún así, lo miro de reojo; de cabello negro y ojos azules como los de Aitor, pero con un gesto serio, y un hoyuelo en la barbilla.

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Siempre una sonrisa
RomansaAndrés sabido, es un exitoso abogado, con un pasado tormentoso. Tras vivir el dolor y la crueldad en su niñez, fue llevado a la luz al encontrar a un amigo sincero que se volvió su hermano, tras ser adoptado e iniciar una vida llena de amor, dejó a...