Capitulo 9

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Conducia tan de prisa que mas de una vez estuvo a punto de estampar aquel jaguar negro, ese auto que era su tesoro más preciado le parecía de pronto insignificante ante la seguridad de su sobrino.
De nada valía llamar una y otra vez al número de su hermano, seguía sin responder, trato de contactar con su cuñada la respuesta fue aún peor, lo envió directo al buzón, para colmo de males, aquel maldito día, no encontró a Aitor en casa de sus padres donde regularmente solía pasar las noches entre semana mientras Ariana estudiaba.
—¡Tenía que escoger este jodido día para ir a su casa a dormir!— gruño— ¡Joder!— renegó, apretando fuerte el volante entre sus manos.
Retuvo el aliento cuando vislumbro la entrada de la residencia de su hermano, aceleró un poco más al ver que la puerta de la cochera se abría para dar paso a un Volvo que llegaba.
El conductor del otro auto también pareció darse cuenta de su presencia ya que dejó abierta la puerta para él.

Apenas estacionó, bajó de un brinco del auto, casi a la par que su cuñada bajaba del Volvo.
La vio sonreírle mientras se echaba una mochila al hombro y cargaba unos cuantos libros extras en manos.

—¿Quién eres tú?— bromeó en saludo. No pudo evitar poner los ojos en blanco ante aquella frase. ¿Cuándo olvidaría esa ridícula broma su familia? ¿Por qué tenía que soltar esa boba frase en aquel momento, Ariana? ¿Es que no se daba cuenta que algo podría ir terriblemente mal? Aquella noche no era la adecuada para fastidiarlo.

—¿Por qué estabas fuera tan tarde?— cuestionó sin responder a la broma— ¿sabes por qué Aitor no contesta?¿por qué no respondías tú? ¡coño! Ariana te marque a ti también varias veces ¿sabes dónde está Adam?—, atacó con tantas preguntas, que le desesperó que ella no respondiera a ninguna, estaba siendo borde, lo sabía, así que  arrebató los libros de manos de su cuñada, como gesto de compensación a su interrogatorio.

Ella elevó una de sus cejas, observándolo metódicamente, Andrés sabía que ella seguro estaba evaluando su estado ansioso, que seguro más tarde le reñiria por su arrebato. La verdad no le importaba, no si al menos ella estaba ahí, sana, y podía decirle algo de Aitor y Adam.
De pronto la escucho soltar un suspiro con aire cansado. Seguía ignorando sus preguntas, se colocó tras una de las orejas un oscuro rizo que escapó de la coleta que llevaba, para después darse vuelta y dirigirse a la puerta de su casa sin decirle nada, al menos por un momento más, solo por fastidiarlo.

—estaba fuera tan tarde, Andrés— dijo al fin— por que es periodo de exámenes y debía quedarme en la biblioteca a estudiar un poco mas, Aitor no contesta  porque lo más seguro es que este dormido, yo no conteste por que la batería de mi teléfono está muerta, y por el bien de tu hermano espero que Adam este en  cama dormido.— contestó sin verlo  sacando su juego de llaves para abrir la pesada puerta de madera y cristal que daba acceso a la morada.

Andrés la siguió, necesitaba ver que Adam estaba bien, necesitaba hablar con Aitor. Necesitaba verlos a salvo.
Solo que, se topó con que su cuñada se detuvo a media puerta, se giró a verlo con el gesto serio, el mismo que usaba para llamar la atención de Adam cuando el chiquillo hacía alguna travesura.

—Te miras horrible Andrés—señaló— y solo por eso pasaré por alto la palabrota que soltaste, pero tú al igual que Aitor sabes que en esta casa no se insulta de ningún modo, no quiero que Adam  aprenda un vocabulario soez.—lo reprendió.

Estuvo tentado a poner los ojos en blanco de nuevo,  pero conociendo a su cuñada decidió que ceder aquella batalla era lo mejor, Ariana podía verse Dulce y delicada pero tenía un carácter que daba miedo cuando se molestaba. Así que  asintió en respuesta, solo entonces  lo dejó entrar.

Nada más entrar ella arrojó la mochila a la mesita del recibidor para después cambiar el gesto serio por uno tierno y dirigirse a la sala, se detuvo en el portón de nuevo, Por un momento Andrés creyó que lo reñiria de nuevo, salvó que, ella solo parecía admirar con adoración la tierna escena que se montaba en uno de los sofás: Aitor dormido con el pequeño Adam sobre su pecho, tan perdido en sueños como su padre.

Siempre una sonrisa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora