CAPITULO CUATRO

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Luego de un rato sola pensando en las musarañas, una mano considerablemente pequeña para ser de un adolescente se agitó frente a mi rostro.

Aaliyah.

––-Hola Bree. ––me sonrió.

––Hey Aaliyah, ¿qué pasa?

––Uno de mis profesores no vino hoy y nos dejaron salir mientras que pasa su hora...

Me sorprendía no verla rodeada de otros niños. Tal vez ella no había tenido el mismo nivel de aceptación que su hermano. O tal vez era demasiado tímida como para acercarse a otros, me alegré de haber jugado con ella, así entonces al menos tendría a una amiga.

Y además, ¿qué acaso ese día ningún maestro había decidido ir a trabajar? Parecía que a nadie le preocupara que recibiéramos educación.

––En fin. Solo quería decirte que lo pasé muy bien anoche. Tu casa de Barbies es asombrosa.

Se levantó para irse, pero la llamé. Después de todo, era mejor estar con ella que pensando en recuerdos que me atormentarían más tarde si seguía reviviéndolos.

––Espera. Puedes quedarte conmigo si quieres.

Ella inmediatamente se sentó en seguida de mí y me dedicó una mirada agradecida. Mis sospechas acerca de su dificultad de socializar se confirmaron.

–– ¿Qué tal le ha ido a tu familia desde que se mudaron aquí?—pregunté.

––-No me entero de mucho, pero he escuchado que mamá y papá le dijeron a Shawn que es una muy buena oportunidad para comenzar de nuevo o algo así. Mi papá y el tuyo se llevan bastante bien. Mamá cree que ella y la tuya podrían pasarse algunas recetas.

––Eso es estupendo. Si nuestros padres empiezan a reunirse, entonces tu y yo podremos jugar en el castillo todas las veces que desees. —Prometí.

––-¡Sí!—chilló ella de emoción. —Será genial tener una amiga aquí. Así Shawn podrá descansar de mí.

–– ¿Shawn juega contigo?—pregunté con repentina curiosidad. El hecho de imaginarme a Shawn sentado en una mini mesita rosa rodeado de osos de felpa con una tacita entre las manos me causaba ternura.

––Claro. Es el mejor hermano mayor. En Canadá jugaba todos los días conmigo. Me cuidaba cuando nuestros padres no estaban porque él no iba a la escuela...

–– ¿Así que las chicas se dedican a hablar de los hermanos mayores a sus espaldas?—dijo el castaño llegando a nuestra posición con una mirada seria pero que quería hacerse pasar por una divertida con una pequeña sonrisa. Desconocía cuánto tiempo podría haber durado escuchándonos. Va creer que soy una entrometida. Pensé.

––-¡Shawn!—exclamó la niña y lo abrazó. Su rostro apenas lograba quedar sobre el ombligo de su hermano.

––-¿Puedo sentarme con ustedes?—preguntó con una sonrisa.

––– ¡Claro!—dijo Aaliyah. Yo simplemente asentí, devolviendo su gesto.

La niña le explicó a su hermano por qué no estaba en clases y después ella se dedicó a contarme acerca de cómo era su vida en Canadá. Shawn sonreía de vez en cuando, aunque su sonrisa no era del todo alegre. Parecía añorar algún tipo de recuerdo. Conocía el sentimiento.

Finalmente, la campana sonó. Aaliyah nos pidió acompañarla a su salón y así lo hicimos. Ella encabezó la plática en todo el camino y Shawn y yo solo caminábamos tras ella fingiendo que el otro no existía. Al menos así lo sentí yo. Luego, me dirigí a mi salón y él continuó caminando a mi lado, probablemente su salón quedaba de camino al mío. Sinceramente, no esperaba que hubiera mucha interacción en el camino, hasta que él decidió dejar de ignorarme y habló:

VICTIMA II: El verdadero Shawn (Shawn Mendes)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora