VEINTINUEVE

613 57 1
                                    

Bajé del auto sin esperar a que me abriera la puerta como siempre lo hacía, y empecé a caminar. El sol estaba a punto de ocultarse y sabía el punto exacto al cual ir para observarlo y tener la mejor vista posible. Él me siguió.

Ambos nos sentamos en silencio junto a la orilla del lago, siendo testigos de cómo la noche caía y traía con ella la combinación de colores más perfecta que pudiera existir.

Abracé mis rodillas contra mi pecho cuando la temperatura comenzó a bajar, y sentí que el castaño se acercó y pasó su brazo por detrás de mi espalda, brindándome un poco de su calor. Suspiré y me acurruqué contra él.

Sabía que las cosas entre nosotros aun no estaban solucionadas, pero durante ese momento me obligué a creer que sí. Era perfecto.

Cuando todos los colores se fueron y solo quedaron la luna y las estrellas, él habló.

––¿Por qué no me habías hablado al respecto?

No era necesario decir más.

––No quería que reaccionaras como lo hiciste, aunque fue mi culpa; no debí haber ocultado algo tan importante, pero lo hice por nosotros.

Frunció el ceño.

––Mi papá me hizo una oferta.—comencé.—Dijo que si pasaba un poco de tiempo con Nathan y decidía que no confiaba en él, entonces lo enviaría de vuelta a Canadá. Me pareció perfecto, pero entonces tú y yo comenzamos a distanciarnos...

––Debiste hablarlo conmigo.—coincidió.—Pero yo tampoco fui bueno. Debí haber sabido que estabas bajo mucha presión. Sabía que algo iba mal y en lugar de apoyarte, me comporté como un animal.

––Ambos nos equivocamos. No debí acercarme a él y lo hice sabiendo que podías reaccionar mal.—admití.

El me abrazó aún más fuerte y besó mi frente.

––No fue justo de mi parte exigirte que te alejaras de él. No debí dejar que mi pasado interfiriera...

––Shawn, yo lo entiendo...

––No, no. Todo esto fue mi error. Dejé que fuera demasiado lejos...

––Shawn...

––Es solo que estoy muy asustado.—reconoció. ––No sabes cuándo significas para mí.

––Lo sé. Por eso voy a mantenerme lejos de Nathan, lo que tendría que haber hecho desde el principio.

––No tienes que hacerlo.—dijo.—No quiero que dejes nada por mí. No quiero que te sientas obligada a hacerlo. El que yo no pueda ser cercano a él, no significa que tenga que prohibírtelo, no tengo derecho a hacerlo. Tenías razón esta mañana. No voy a dejar que mis inseguridades imaginarias se sobrepongan a mis sentimientos por ti. Sé que no va hacerte daño y aunque no me agrade, voy a tener que vivir con ello.

Lo miré a los ojos mientras dijo aquellas palabras y sus ojos lucieron igual de vulnerables todo el tiempo.

––Tan solo prométeme que seremos tu yo hasta el final. No quiero nada más. Te quiero a ti y solo a ti. Quiero estar contigo, escuchar tus ideas y tus teorías. Conocer tus miedos y tus debilidades. Todo. Y quiero estar ahí para hacerte sentir segura y protegida. No quiero verte triste y mucho menos por mi culpa, más que nada porque es algo que puedo prevenir. Prométeme que no te rendirás con nosotros. Nunca me dejes.

––No podría hacerlo.—dije con la voz rota.—Jamás podría dejarte.

Me dedicó una suave sonrisa y rompí la distancia entre nosotros, con un beso sabor a lágrimas de ambos. Me aferré a su mandíbula y me acerqué lo más que pude a él, al grado de no saber en dónde terminaba uno y comenzaba el otro.

VICTIMA II: El verdadero Shawn (Shawn Mendes)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora