CUARENTA Y UNO

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Después de un agotador día de compras junto a Taylor y las chicas me encontraba en casa, sola como de costumbre. Mamá se encontraba junto a Karen y Aaliyah comprando plantas, Bárbara y Niall habían llevado a Paige al pediatra, papá, Manny en la empresa y Shawn y Nate en un partido.

Lo único que supe hacer fue quedarme sentada en la sala con la mirada puesta en un punto lejano, dejando pasar el rato mientras alguien llegaba.

No supe cuánto tiempo estuve así. El sonido del teléfono me sobresaltó.

––Hola.—contesté.

––¿Estoy llamando a la casa de Máximo Cage?—preguntó un hombre al otro lado.

––¿Quién llama?—pregunté.

––Disculpe. Buenas tardes. Llamo de la estación de policía. Tenemos aquí a Nathan Maloley. Necesitamos que alguien venga a pagar su fianza.

Me di una palmada en la frente. Ay Nate, ¿en qué lío te habrás metido?

Le expliqué que mis padres no estaban y que él era un estudiante de intercambio y accedió a que fuese yo quien lo recogiera. Colgué y me levanté inmediatamente del sillón, como impulsada por un resorte. Tomé las llaves de mi auto con rumbo a la estación policial. Esperaba que aquello no se convirtiera en un chisme de ciudad.

––Buenas tardes. Me llamaron para que viniera a recoger a Nathan Maloley. –-dije llegando a la recepción de la oficina.

–-Claro que sí. Solo necesito la fianza y una firma aquí, por favor.

Hice lo que me pidió y casi me dio un infarto al ver la cuenta. Gracias al cielo tenía una buena cantidad en efectivo.

–--¿Podría pasar a verlo antes de que lo liberen?---pedí.

Un hombre uniformado me guio hacía un pasillo, donde caminó conmigo a sus espaldas. Finalmente dobló en un pequeño corredor sin salida y me indicó donde estaba Nathan.

Había dos celdas pequeñas, un frente a la otra. Identifiqué rápidamente a Nate, pero no me detuve siquiera mirar hacia la otra celda.

El castaño se encontraba sentado en un banquito que estaba junto a la pared con las rodillas abiertas, sus codos sobre ellas y su cabeza entre sus manos, tirando de su cabello.

––¿Qué pasó?—pregunté cruzándome de brazos.

El levantó la cara inmediatamente y escuché que la persona de la celda detrás de mí también se movió. Deseé no haber llevado ropa tan ajustada.

––Bree.—escuché mi nombre, pero eran dos voces las que me llamaban.

Mierda.

Me di la vuelta solo para encontrar a Shawn con las manos en los barrotes de la otra celda.

Los miré a ambos un par de veces. Si antes no me había sentido del todo molesta, ahora estaba a punto de explotar de la rabia.

––-¿QUÉ CARAJOS FUE LO QUE HICIERON?—Pregunté, esforzándome por no gritar.

––-¡EL LO INICIÓ!—gritaron ambos, señalándose el uno al otro. ––¡NO! ¡TU EMPEZASTE! ¡NO, TU! ¡DEJAME HABLAR MALDITA SEA!

No sabía si reír porque ambos decían las mismas palabras en el mismo tono y al mismo tiempo, o llorar de coraje. O darles una paliza a ambos. O dejarlos ahí hasta que alguien mayor fuera por ellos.

––¡CALLENSE YA LOS DOS!—grité.-—¡Ni siquiera debería estar aquí! Voy a sacarlos a ambos solo porque no quiero que esto se vuelva algo más grande. No quiero hablar de esto nunca, ¿me oyeron? NUNCA.

Caminé de vuelta a la recepción, pero pude escuchar cómo se insultaban entre ellos a mis espaldas.

Pagué la fianza de Shawn también, agradecida de que el comandante me permitiera hacerlo y luego ambos subieron a mi auto en el momento en que se los ordené. Ya había pagado por su libertad. Era responsabilidad suya sacar sus autos de vuelta.

Me encontraba camino a casa de los Mendes, cuando Shawn me indicó que dejara a Nate primero.

––No. Nate y yo nos vamos a casa juntos.

––¿Desde cuándo lo llamas "Nate"?—preguntó con cierto recelo.

––Deja de ser un puto niño, Mendes. Y agradece que al menos no llamé a tu madre.

Ambos se quedaron sorprendidos ante la palabra que usé. Shawn se puso rojo como era de esperarse y Nate se atragantó con su propia saliva al intentar no reír. Rodeé los ojos.

Shawn bajó del auto sin decir nada más que un simple "Gracias, voy a pagarte" y entró a su casa. La verdad tampoco es que esperara que dijera mucho.

Mientras me dirigía a mi propia casa, decidí hablar.

––¿Qué fue esta vez?

––¿No dijiste que no querías hablarlo nunca?—se burló.

––¿Vas a decirme o no?

––¿Por qué crees que fue? Bueno... más bien la pregunta sería "por quién".

––Oh.—fue lo único que pude decir.

––Shawn te quiere.—comentó de buenas a primeras.—Pero hasta donde sé, ha fastidiado bastante las cosas.

––Pues sí, lo ha hecho la verdad.—ni siquiera supe de donde llegó ese comentario.

Llegamos a casa y subimos las escaleras cada quien rumbo a su cuarto. Aún no había nadie, o quizás solo Bárbara.

––En fin. Si Mendes quiere volver a estar contigo tendrá que hacer fila.—dijo guiñándome un ojo antes de entrar a su habitación.




BASTA... NATE COQUETO ME PONE A PENSAR COSAS MALAS, CHAU. <3

UN CAP MÁS POR HOY! SIGAN LEYENDO ;)

-ELIZABETH

VICTIMA II: El verdadero Shawn (Shawn Mendes)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora