Caída

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Salí de la Pick up lo más rápido que pude y corrí al otro lado para abrirle la puerta a Enid con una sonrisa forzada y parpadeando mucho siendo presa de los nervios, quienes me cerraban su ojo derecho manteniendo el punto de mira de su fúsil clavado en mí.

Los labios de Enid temblaron un poco antes de bajarse de un salto y, tragando saliva me dio la mano.

–¿Sabes? ni siquiera puedo creer que diga esto, pero ojalá nos hubiésemos traído a Adam –dije para relajar el ambiente.

Me pasé una mano por la nuca sin saber qué más hacer.

De veras que el corazón se me iba a salir del pecho.

De nuevo en Moonlight Falls. Tan fría y melancólica como siempre.

Nos encontrábamos frente a su casa y a unos pasos de la mía. Las cosas no parecían haber cambiado mucho, quizá las temperaturas, y que las aceras estaban un poco más limpias.

Enid deslizó la mirada del suelo a mis ojos, y tragó saliva. Enterró las manos en los bolsillos de su sudadera amarilla.

–Ben estará feliz de conocerte por fin, después de tantas cosas... –comentó intentando parecer animada.

Apenas era capaz de moverse, estaba tan rígida como un espantapájaros. Parecía una muñeca de madera fija al suelo.

Introduje mi mano en su bolsillo y la entrelacé con la suya.

Avanzamos así, cogidos de la mano.

No sé, pero era una forma de no sentir tanto el miedo, esa sensación de poder caer de un precipicio. Porque cuando estábamos juntos siempre había uno que se agarraba a una rama y era capaz de sostener al otro.

Nunca, nunca pero nunca caíamos.

–Ojalá sea así.

Suspiré y Enid llamó al timbre. Con sus uñas empezó a tamborilear en el dorso de mi mano hasta que la puerta se abrió de golpe. Una mujer joven se encontraba allí, con el cabello pelirrojo recogido en un moño al lado de su cabeza. Tenía unos desanimados ojos verdes que no paraban de analizarnos como si pudiésemos llegar a ser una amenaza para el hermano de Enid.

–¿Quiénes sois?

Su voz estaba repleta de dureza.

–Soy Enid McKee, la hermana de Ben, y él es...

–Su novio –contesté por ella ayudándola a acabar la oración.

Era evidente que no lo tenía muy claro, yo tampoco aunque mi interior me dijo que tenía que decir eso.

–Lo que él ha dicho, y ¿tú?

La mujer puso los brazos en jarra y frunció el ceño. Era como si estuviese analizando mucho a Enid para descubrir el parecido con su hermano. Terminó elevando las cejas sorprendida, y al final habló.

–Amanda Laughter, novia de Ben.

Enid se quedó de piedra.

–¿Novia? ¿Sabes que él...? –no pudo terminar la oración.

Sus palabras molestaron demasiado a Amanda. Me señaló con la mano abierta y soltó un bufido al mismo tiempo que sus ojos me miraban con rabia porque intentaba escapar de la realidad.

–¿Acaso no puedo tener fe? Tu novio se iba a morir también y míralo ahora, tan guapo como un modelo y vivo. Ya no está loco, o al menos ya no lo parece.

Enid avanzó un gran paso hinchando el pecho. Amanda no retrocedió ni con ese intentó de intimidación, es más, se mostró estoica.

Era de hielo.

Tempus imperfectumDonde viven las historias. Descúbrelo ahora