Daryl × Jesús { Fanfic }

12; No hay salida.

Narra: Paul.

Sin duda alguna, estar tan cercano a Daryl no me permitía el pensar claramente acerca de la situación que nos rodeaba. Estábamos sudados, desnudos, compartiendo algo secreto, íntimo y sólo de nosotros. Hubiera pagado millones por vernos externamente, cómo lucíamos, pegados a tal punto en el que no podía distinguir dónde comenzaba mi cuerpo ni donde terminaba el suyo. Sólo faltaba un espacio entre nosotros para que fundiéramos y amarráramos eternamente nuestros cuerpos. No era exagerado el pensar algo así de descabellado en el momento que nos encontrábamos, jamás imaginé volver a tener esa cercanía tan intensa y agónica como la que teníamos, estábamos externos al universo entero, ajenos a esos gritos desgarradores que emanaban más allá del muro que rodeaba a El Reino.

De improvisto el mayor se acomodó entre mis piernas sugiriéndome algo que habíamos anhelado desde el primer momento que nuestras bocas se conocieron fugazmente. Su boca estaba tensa, lo que me causaba unas increíbles ganas de moldearla con mi lengua.

—Tengo experiencia en esto, no te pongas nervioso. Sólo me dolerá al principio, acércate más —sugerí, intentando calmar su interrogante mirada. Sentí su miembro erecto en mi zona baja, produciéndome un increíble placer, y un gemido ronco salió desde lo profundo de su garganta, avisándome que necesitaba estar dentro de mí incluso más de lo que yo lo ansiaba en esos instantes. —Por favor... —supliqué, no podía estar mas candente, porque explotaría si fuera posible.

Me miró atentamente, esperando alguna respuesta a lo que solo asentí. Comenzó a entrar lentamente, con una expresión de dicha eterna, reuniendo todas sus fuerzas para no poseerme de una estocada. Veía en su rostro el deseo en su pleno estado, y los nervios a flor de piel, mientras el dolor instantáneo de mi interior era casi insoportable al no tener dilatación previa. Eran cosas que podíamos pulir, que Daryl sin duda necesitaba aprender para que los dos disfrutáramos de ese acto prohibido de igual manera. El mayor se percató de mi mirada, queriendo salir de mi interior para evitar el daño que estaba haciendo.

—No te atrevas... No, quédate —agarré con fuerzas las ropas que cubrían el lecho donde estábamos, y me impulsé sin previo aviso sobre su miembro, quedando este completamente dentro de mí. Una expresión de victoria se alojó sobre nuestros rostros. Daryl de sujetó fuertemente del respaldo.

—¿T...e duel...e? —preguntó, o eso alcancé a entender, mientras mi cuerpo se conocía con ese intruso. Un calor en mi pecho y en mi zona baja se hizo notar, sintiendo la increíble necesidad de que mi compañero se moviera. Negué con la cabeza y apoyé mis manos en su espalda. Volvió a impulsarse dentro de mí, haciendo agónica su lentitud.

—Rápido, muévete rápido... —arañé su espalda y me acerqué a su cuello, lamiéndolo. Provoqué una estocada que me llenó por dentro, volviendo a sentir ese éxtasis tan enriquecedor y  adictivo. Dixon mordía sus labios para callar sus gemidos, algo que no podía permitir. Necesitaba escucharlo, sentirlo y quererlo. Si ese debía ser mi último día, quería aprovecharlo. Besé su boca, como nunca lo había hecho antes, una mezcla de lascivia y cariño. La lucha de nuestros cuerpos era notoria, así que decidí hacer algo que pagaría muy caro. Moví mis dos piernas y rodeé su cintura con ellas por unos minutos, hasta que tuve la fuerza de voluntad suficiente para impulsarlo contra la estrecha cama. Su rostro era un poema, estaba confuso y ofendido, antes que pudiera formular siquiera una frase, me ubiqué sobre él y agarré su miembro para acomodarlo en mi agujero, bajando lentamente para poder sentirlo en todo su esplendor.

La sensación era agobiante, un grito salió de mi boca, y Daryl apoyó sus grandes manos en mis muslos. No me catalogaba como un eyaculador precoz, pero la sola imagen del momento hizo que en mi vientre se alojara ese calor tan conocido, esa sensación irremediable de querer liberarse. Sabía que estaba llegando, tocando el abismo y el cielo a la vez. Mis piernas temblaban y el rostro perlado del mayor, con sus cabellos revueltos no hacían más que provocarme.

—Voy... —intenté formular unas simples palabras, pero la mano de Daryl se movió hasta mi miembro e hizo que toda mi mente viajara a un lugar externo de la tierra, estaba en el cielo. Los gemidos del mayor daban cuenta que no estaba tan ajeno a la situación, intentaba moverme con rapidez, quería que los dos llegáramos al mismo tiempo, que uniéramos así nuestros cuerpos. —Daryl, mierda —y me corrí, en un estruendoso orgasmo donde mis piernas tiritaban y mi mente voló miles de kilómetros afuera, estaba perdido, y sentía que en la habitación no era el único con esos sentimientos. Alcancé con fuerzas a tirarme a su lado, cuando sentí que él hacía el amago de poner su brazo sobre mi cintura, y arrepentirse en una milésima de segundos. Claramente, si no lo hacía él, lo haría yo. No era el lugar ni el momenro para reprimirse, callar o demostrar cualquier inseguridad. Me pegué a su pecho, respirando profundo y asimilando todo lo que acababa de suceder.

————

El ruido de los motores estruendosos se escuchaba en las puertas de El Reino. Jerry bajaba con rapidez de la camioneta, abriendo la puerta de su acompañante, quien caminaba con un aura intocable, furioso.

—¡Diganle a todos que nos juntaremos en el salón, ahora mismo! —gritó sin mediar palabras, los guardias corrían hacia todas las direcciones de la gran comunidad, mientras otros llevaban cubierto el cuerpo de Richard. La manta que lo cubría se teñía cada vez más de sangre, dando una imagen aterradora a cualquiera que la veía.
El joven Benjamin caminaba cabizbajo detrás del Rey, intentando seguir el ritmo de sus pasos.

—Necesito contactar a Carol, está cerca. Ve donde Daryl, él sabrá encontrarla —dictó sin mirar el rostro del joven. Benjamin sólo asintió, cambiando el rumbo de sus pasos al conjunto de habitaciones que se encontraba al otro lado de donde se ubicaba en esos momentos.

——— ♦ ———

SEEEEEE. Después de mil años. I'm sorry. Los amo. ♥