Quince.

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- Donde diablos se meten! - gritaba uno de tres hombres que entraban en la casa.

- Don Armando, que gusto verlos por aquí - decía una de las mujeres de servicio.

- Florecita, donde esta Edén? - preguntó mientras la saludaba movimiendo su mano amigablemente.

- En su habitación, descansando un poco, lo acaban de traer del hospital. Quiere que le avise que están aqui Don Erick.

- No es necesario, enseguida subimos a verlo, podrías llevarnos una jarra de agua a la habitación.

- Enseguida se las llevo.

- Y la Dama?- preguntó Armando.

- Está con el patrón en su habitación.

Los tres se miraron entre si y comenzaron a subir las escaleras.

Se detuvieron enfrente a la puerta pues escucharon que hablaban del otro lado. - No, espera, de esa forma me duele - esa era la voz de Edén. Los tres se miraron entre si, pero ninguno se atrevía a tocar. - Esta es la forma correcta, o acaso quieres que lo haga de otra forma?. Los tres abrieron los ojos como platos mientras echaban a volar su imaginación sucia y pervertida.

Abrieron la puerta desesperados por averiguar lo que estaba pasando entre ellos.

- Ya deja la almohada así - Ella aceptó - a ustedes no les enseñaron a tocar la puerta, verdad?- dijo Edén en tono molesto.

- Si nos enseñaron, lo que pasa es que estábamos preocupados por ti hermano - decía Erick mientras se acercaba a Edén y le daba un abrazo.

- Entonces porqué razón no llegaron desde que me hirieron? - decía Edén mientras los miraba fríamente.

- Tenía algunos pendientes - dijo Alex.

- No podía parar la producción - respondió Erick.

- Tenía algunos viajes que no podemos posponer - dijo Armando mientras se acercaba a Edén - pero veo que ya estás mas repuesto, aquí la enfermera  de seguro te cuidó muy bien.

- Crees... - respondió mientras me miraba de reojo. Porque trata de hacerme sentir mal, si no fui a verlo fue por su culpa.

- Claro que lo creó, si ella es tan hermosa. Ojala algún día también me cuides a mí - decía Armando en tono coqueto.

- Solo que este gravemente herido lo cuidaré - dije con una sonrisa.

- Erick - dijo Armando.

- Dime - contestó el nombrado.

- Dispara aquí en mi pecho. No puedo perder la oportunidad de estar cerca de La Dama - decía Armando mientras tocaba su hombro derecho.

- Tu si que estas loco de remate. Pero esta vez si te complacere - decía Erick mientras sacaba su pistola y lo apuntaba.

- Calmados todos. Tú guarda esa arma y tú dejá de decir tonterías- decía Álex mientras se recargaba de la pared.

- Bueno. Yo iré a ver si ya puso la marrana. Digo, ire a ver algunas cosas. Con su permiso - dije mientras salía de la habitación. Qué voy a hacer con esos hombres, me pongo muy nerviosa cuando están los cuatro juntos.

Estaba alistando algunas cosas para salir a hacer un encargo que me han pedido con urgencia. Al salir de mi habitación pude percatarme que Érick estaba en el pasillo esperando por mí.

- Hasta que por fin te encuentro - me decía mientras se separaba de la pared donde estaba cargado.

- Se le ofrece algo - pregunté mientras guardaba mi arma en mi espalda

Aquí Estoy (Calibre 50)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora