Diecisiete.

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Esta noche se llevaría acabo la comida que le había propuesto Erick a Karen y que ella aceptó. Estaba todo listo, solo esperaba a que ella bajará de su habitación.

- Será mejor que no hagas el ridículo - le decía Armando​ ocultando sus celos por no ser él, el elegido.

- Correré el riesgo - contestó Erick, mientras ajustaba la hora de su reloj de diamantes.

- Yo te deseo suerte hermano. Solo no trates de llamar mucho la atención - decía Álex mientras levantaba un poco su copa de vino.

- Muchas gracias.

Por la puerta principal entro Edén, había salido a arreglar unos pequeños pendientes que tenía. Ya se sentía mejor y podía volver poco a poco a su trabajo.

- Vas a salir - decía mientras veía a Erick.

- Tengo una cita.

- Te deseo suerte. No la dejes ir, ya te hacé falta una novia.

- Gracias.

- Y no vas a ir por ella? - decía regañando le.

- No, es que ella...

- Buenas noches - saludo mientras bajaba de las escaleras la mujer que estaban esperando.

Los cuatro se quedaron boquiabierto cuando vieron a esa hermosa dama descender por las escaleras. Llevaba un vestido color verde, que resaltaba perfectamente a su figura. Y su hermoso cabello suelto caía por sus hombros. Era una verdadera belleza.

Erick se apresuró para tomar su mano y ayudarla a bajar.

- Estás hermosa - decía mientras besaba su mano.

- Muchas gracias. Te ves muy bien con ese traje - dijo ella mientras le dedicaba una tierna sonrisa.

Pero ellos no se había percatado de que a alguien de los presentes no está muy contento con lo que sus ojos veían. Su mirada era fría al verlos. Ella estába saliendo con alguien y ese no era él. Edén solo caminó hacia su despacho si decir ni una sola palabra.

- El carro está listo, es hora de irnos - decía Erick mientras le ofrecía su brazo para que lo tomará.

Ella sonrió de nuevo y lo tomo del brazo. Aunque, en ese momento estába dudando en salir con él o no?

Entro echó una furia a su despacho, no podía creer que ella estuviera con él.

¿Que estába pasando?

- Ella es mía - dijo mientras se servía un trago y lo tomaba de golpe.

El solo pensar en lo que podía ocurrir en esa cita lo ponían como fiera. Cómo era posible que ella aceptará salir con él, ya casi estába por oscurecer y no quería pensar en todas las cosas que podrían hacer ellos dos fuera de casa. Él podría aprovecharse de ella. ¿Acaso lo que el sentía eran celos? Parece que si, ya que daba vueltas de un lado a otro como León enjaulado.

Por otra parte. Erick y Karen, ya habían llegado al restaurante.

Todo marchaba muy bien. Erick se había portado como todo un caballero.

- Te gustó el lugar que escogí para nuestra cita? - dijo Erick mientras acomodaba la servilleta en su piernas.

- Por supuesto, es muy hermoso. Y también a de ser muy caro - respondi mientras miraba el lugar, era muy fino y todos parecían muy elegantes.

Uno de los meseros se acercó y lleno nuestra copas con champán. Pareciera que todo estuviera planeado, nuestra mesa estába apartada de casi toda la gente, había una suave melodía de fondo y los meseros se limitaba a hablar.

- Quisiera saber más sobre ti - me decía Erick mientras el sonreía sin tensión.

- Que es lo que te gustaría saber? - pregunte mientras tomaba de un trago toda mi champán.

- Cual es tu color favorito? Que música te gusta? Te gustan los chocolates? Y las flores? - dijo sin parar.

- Rojo. Todas. Demasiado. Me encantan - sonreí mientras contestaba a sus preguntas.

Los dos soltamos una carcajada al finalizar. Me encantaba que pudiéramos platicar así, sin máscaras. El era muy amable conmigo y yo le correspondía de igual manera.

Uno por uno fueron pasando los platillos asta llegar al postre. Un hermoso pastel de chocolate estaba esperando a ser devorado por mí. Pero, al parecer las copas ya me habían embriagado ya que había cambiado el champán por Martinis, soltaba una carcajada cada que Erick me decía algo gracioso. Y él, lucia muy feliz.

- Quieres más postre? - me pregunto.

- Si, y que sea una rebanada grande - contesté. Me fascina los postres.

Al tronar de sus dedos, un mesero me dio otra rebanada de pastel. Me la estaba pasando muy bien.

- Señor - se acercó un hombre- ya vamos a cerrar - dijo en un hilo de voz. El miedo se le notaba asta en el cabello, cosa que me hizo reír.

- Que? Yo pagué por estar aquí una fortuna - dijo enojado

- Lo sé señor pero...- lo interrumpió.

- También cobran horas extras? - saco una paca de billetes y los lanzó a la mesa- con esto es suficiente?

- Lo que pasa es que...

- Me estás haciendo enojar - sacó su arma y lo apunto en su cabeza.

- Tranquilízate, será mejor irnos - dije tomando de un trago mi copa y me puse de pie.

- Te mataré por arruinar mi cita - decía Erick.

- Él, solo hace su trabajo - toqué el hombro de aquel hombre - no dejaré que te mate, ah! felicitame a el chef, todo estuvo muy bueno - le sonreí- Vamonos Erick, en la siguiente cita platicamos más.

- Siguiente cita? Habrá más veces... - decía Erick -

- Si matas a ese hombre no vuelvo a salír contigo - dije enojada mientras me cruzaba de brazos y caminaba asia la salida.

- Espera! - guardo su arma y camino detrás de mi - no lo mataré, ya no estés enojada.

- bien! - decía mientras me recargaba de él, los tragos estaba en su plenitud - vámonos a casa.

Después de haber dicho esto regresamos a casa.

Al entrar vimos a tres hombres en la sala platicando, era raro porque ya eran las 2 de la mañana. Estaría esperándonos para ver a qué hora llegabamos? De verdad que estos hombres no saben como disimular nada.

- Buenos días - decía Armando - como se la pasaron en su cita romántica, platiquenos.

- Buenas noches. Me gustaría platicar de todo lo que hicimos en la cena, pero, ya es tarde y necesito dormir, pues mañana me tengo que levantar para ir a trabajar... con permiso - dicho esto di medía vuelta y mire a Erick - Todo estuvo hermoso, nos ponemos de acuerdo para la siguiente cita, que pases buenas noches - beso cada una de sus mejillas y camino hacia las escaleras para comenzar a subirlas.

Tire las zapatillas junto a la cama, el vestido me lo quité y lo colge en una gancho para que no se fuera a arrugar y lo puse en el perchero para mandarlo después a la tintorería. Tomé una bata de dormir demasiado aniñada y me la enfundó para dormir comoda. Escuché como abrían la puerta de mi habitación. -Quién podría ser?- pensé mientras tomaba la pistola de la mesa de noche y apuntaba. La habitación estaba a oscuras y yo me encontraba acostada en la cama. - Un solo pasó más y te vuelvo los sesos- dije en un susurró, la persona se detuvo, como esperando a ser descubierto. Encendí la Luz y lo vi, parado al pie de mi cama.

😏 Los invito a Votar por la historia, aplastado la estrellita que está aquí abajo.

Los amo.

Aquí Estoy (Calibre 50)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora